Fue mío los siguientes instantes. Nos convertimos en luz al tocarnos. Acaricié su abdomen, sus brazos, su rostro. Besé sus ojos, tan azules como el mar. Miré dentro de él para encontrar belleza. La muerte era hermosura, aunque todos lo ignoraban. Había tanto por aprender en el mundo que me daba odio tener tan poco tiempo.
Eso me hizo pensar. ¿Qué haría? ¿Acabaría mi tiempo entonces o cuando era realmente correcto?