Capítulo 29

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Me enteré sobre la vez que lo vi en el hospital.

Él iba a visitar a un niño pequeño a quien le habían hablado de la leucemia toda su corta vida. Éste no pudo verlo hasta el último instante. Se hallaba sólo, pues sus padres habían ido por un vaso de agua, su hermano mayor se había quedado coqueteando con una enfermera joven, y los médicos estaban almorzando. Así que el muchacho de los tatuajes no soportó dejarlo morir solo, siendo tan pequeño, siendo tan frágil.

Su piel se volvió cristal luego, y la muerte tomó su alma, tan ligera como una pluma. Besó la frente de la vieja cáscara, y Christian, el pequeño, continuó su camino entre risas eufóricos de juegos infantiles.

-Las almas de los niños son las más fáciles de llevar -dijo -no tienen miedo a nada.

La Muerte Y Sus Tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora