Largué un suspiro. De veras lo sabía.
-¿Vienes por mí? -susurré.
Él negó con la cabeza.
-¿Entonces qué haces aquí? -grité de repente. Había comenzado a inquietarme su presencia.
-Vine a decirte algo... -habló con voz gruesa y firme. Sus palabras parecían notas musicales que burbujeaban por el aire.