-¿A qué le tienes miedo? -preguntó.
-A estar en la soledad por siempre -respondí
-¿No me temes a mí? -preguntó -si no fuera yo. Si jamás nos hubiéramos conocido. ¿Me temerías?
Sonreí.
-No -admití -la muerte nos va a llegar a todos. No creo que haga falta perder el efímero tiempo que tengo temiendo. Además ¿por qué debería? ¡siento tanta curiosidad por lo desconocido! Morir será una aventura fantástica.