Me tomó entre sus brazos nuevamente y me depositó sobre las sábanas.
-¿Cuánto nos queda? -pregunté de forma alarmante.
-Hasta que el sol vuelva a caer.
Intenté no llorar, pero las lágrimas parecían salirse de mi cuerpo sin aviso. Primero fue una, después otras la siguieron.
Se acercó y las limpió con sus dedos. Volvió a besarme.
-No llores ahora -dijo -habrá tiempo para eso.