Las palabras no salen de mi boca así que es imposible negarme aunque en realidad no es lo que quiero, ese hombre me intimida bastante. No es si es por su gran tamaño, su perfecto físico o la intensa y sensual mirada, la seriedad en su rostro el cual no daba señales de ninguna expresión también influye en mi reacción.
Solo asentí.
Ya en su auto camino a mi hogar, después de haberme despedido de mi padre y mi hermana la cual seguía bastante ocupada. Siento sus ojos en mi cuerpo y no puedo evitar ponerme nerviosa.
-No te veías muy cómoda.- dijo con su vista volviendo al camino, yo giro mi rostro que que evitaba el suyo.
-No es lo que acostumbro, solo eso.- seguro se notaba que no estoy muy acostumbrada a esos lugares a pesar de que cada cierto tiempo me tocara hacer acto de presencia obligada por mi familia.
-Se nota- Que quiso decir con eso? -te ves distinta a ellos- no puedo evitar reír al escuchar tal cosa, viniendo de el, que parecía el rey de los estirados. -Que te causa gracia?- pregunto serio.
-El parecido tan grande que tienes con "ellos"- dije haciendo énfasis en ellos, me percató de como frunce el ceño. Quizás le molesto lo que dije.
-Me aceptaría una invitación a cenar? Le dijo a su padre que tenia hambre y sinceramente yo no e cenado aun.- ¿Enserio este hombre me esta invitando a cenar?
-Pues.. No tengo razones para negarme.-
Llegamos a un restaurante donde nuestra ropa no desencajaba, casi tan elegante como el anterior.
-No necesitamos reservaciones?- era obvio que en este lugar no entraríamos si no reservabas dos meses antes.-
-Reservaciones?- rió absurdo después de mi pregunta. -yo soy el dueño de este lugar.- yo siempre abriendo mi estúpida bocota.
Entramos y nos sentamos en la mesa mas lujosa del lugar, los empleados nos adulan y yo me siento incluso mas incomoda que antes. Pidió hablar con el chef, le aclaro algunas cosas sobre las porciones que nos servirá.
Ya sentados en la mesa sus vista no se aparta de mis senos.
-Buscas algo en específico? me atreví a decir, subió sonriente su vista hacia mus ojos.
-Disculpa. Cuantos tatuajes tienes?
-Seis.- respondí seca metiendo una cuchara de la exquisita pasta que nos habían traído a la mesa.
-Ya e visto cuatros me faltan dos- dijo sin alejar sus ojos de los mios y con una sonrisa atrevida. ¿Estaba sugiriendome algo? Obviamente me insinuaba verme desnuda. -Y como te llamas? Se que eres O'Donell pero tu nombre no lo se.- ciertamente nunca me había presentado correctamente.
-Georgia, Georgia O'Donell- dije segura estrechando mi mano en forma de saludo formal, grave error, el volvió a verme como ya lo había hecho antes y tomo mi mano para besarla, volviendo hacer que caiga rendida ante su galante acto. -Y usted?- obviamente ya sabia pero debía seguir con la conversación de pocas palabras que llevábamos. -Nunca nos presentaron correctamente.-
-Köhler, Tom Köhler.-
-Esa es la diferencia entre la gente importante y aquellos que solo existen en un mundo regido por los importantes.-
-Cual?- preguntó observador.
-Nosotros los que solo existimos solemos presentarnos con el nombre primero, ustedes por la influencia de su apellido suelen hacerlo destacar, incluso inconscientemente.-
-Puede que tenga razón señorita O'Donell-
-Georgia, por favor digame solo Georgia.-
Después de terminar de cenar y charlar poco sobre algunas incógnitas de la vida el señor Köhler me llevo a mi dulce y amado hogar, realmente necesito una siesta y una ducha.
-Le gustaría cenar conmigo mañana de nuevo? Fue muy grata su compañía.- ¡¿Que?! ¿Me esta invitando de nuevo a cenar? Ya sin ninguna obligación. Es que no me lo creo.
-Enserio?- pregunto incredula.
-Si, claro, si no tiene ningún problema con eso.-
-El problema esta en que detesto esos restaurantes, dudo mucho que usted guste ir a comer a un lugar normal.-
-Pues me ha decepcionado señorita O'Donell, pensé, no se, se me ocurrió que no juzgaría un libro por su portada- Respondió algo ofendido, sin embargo tiene una sonrisa muy sexy en su rostro -mañana paso por usted a las 9:00 de la mañana para la almorzar.- finalizo dejándome parada justo afuera de mi edificio.
...
He pasado toda la noche haciendo los planos para el lunes, tenía pensado hacerlos en el dia, pero ahora tengo plan.
El animal peludo que vive conmigo necesita que lo saque a pasear, sin embargo no puedo, hasta terminar con la ardua labor.
Dan las 7:00 de la mañana y mi estomago empieza recriminarme lo único que tengo desde anoche es mucho café para no dormirme.
Sera mejor que salga a comprar algo para comer
Compro un Starbucks y me siento en el parque a comer un delicioso emparedado de atun y queso mientras Spy juega con los demás perro una señora de unos sesenta años, parece bastante adinerada. se sienta a mi lado y comienza hablarme de su vida y política mientras acariciaba el chihuahua que descansaba en sus piernas.
Veo abrir la tienda de telefónica que queda justo frente a mi y entro en cuenta de la hora, veo mi reloj y son las 8:17.
-¡Joder Köhler pasara por mi en menos de una hora!- pienso en voz alta, quizás muy alta, la mujer a mi lado me ve algo divertida -Disculpe que la interrumpa así, pero debo irme- explique a la mujer que me contaba sobre su marido y su secretaria. Arrojo un fuerte silbido y Spy corre hacia mi.
-Pequeño debemos irnos rápido- digo al lobo que me mira agotado por tanto jugar.
Corro hasta el edificio, solo son unos diez minutos, pero acabo de darme cuenta que necesito ejercitarme mas frecuentemente.
Son las 8:31 no me da tiempo de ponerme deslumbrante pero debo arreglarme rápido. Primero la ducha,unos cinco minutos de agua correr por mi cuerpo y salgo del baño, voy a mi habitación, coloco mis bragas, un jeans alto que me queda bien ajustado a mis curvas, un crop top mostaza con el escudo de Harvard que deja ver una parte del tatuaje que cubre la parte inferior de mis senos, unos botines bastante cómodos, una cazadora color chocolate y mis lentes de ver de lejos.
Veo la hora en el reloj artesanal que se encuentra en la pared de la cocina 8:57 tomo un pequeño bolso de lado donde cabe exclusivamente mi billetera y el teléfono.
Le hecho un ultimo vistazo a mi departamento y cierro la puerta detrás de mi.
-Señorita O'Donell un hombre espera por usted, estaba llamando a su piso pero supongo ya venia de bajada- Me avisa Martin el portero apenas llego a la recepción.
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Lo Prohibido.
Genç KurguÉl era como esos frutos que por fuera aparentaban ser deliciosos y en su interior la podredumbre abunda. Una exquisita mentira que ella descubriría. Ella, era como las perfectas bailarinas de las cajas musicales, dulce y frágil. Una buena presa para...