Cap 3

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Los días pasaban y aunque Dante le hacía la vida difícil a Elena ella no se rendía. El se sorprendía por su carácter y debía admitir que era muy eficiente en su trabajo. Tanto que casi ya no tenía que decirle lo que necesitaba porque cuando lo iba decir o lo decía ya ella lo había hecho. Elena y Albert se habían vuelto buenos amigos, y solían salir juntos al cine, al parque y a jugar billar. ¡Buenos días mi encantadora Ágata! ¡Buenos días mi niña! Beso y abrazo a la Sra. Franigan. Dante vio aquella escena y se sorprendió de ella. Nunca la Sra. Franigan dejaba que le llamaran por su nombre sin embargo aquella mujer lo hacía con tanta familiaridad. Miro y todos saludaban muy contentos a esa mujer. Ella sonreía como un sol radiante y por primera vez notaba esa sonrisa que era hermosa. Saco esa idea de su cabeza. Traía una canasta y repartía panecillos. Dante continuó su recorrido y en cuanto se dieron cuenta de su entrada todos se pusieron derechos y metidos en sus papeles y computadoras. Buenos días señor. Buenos días Sra.Franigan. Entró a su despacho pero no cerró por completo su puerta y escuchó a aquella mujer. Agata tenga esto. ¿Qué es? Es un remedio casero para ese resfriado que le aqueja. Ya lleva un mes y no veo que mejore. Es una receta de mi abuela que en paz descanse. Créame cuando le digo que después que tome esto estará como una potrillo acabado de nacer fuerte y ágil cuando arranca. La Sra. Franigan comenzó a reír pero luego le atacó la tos. Calma mi hermosa señora que no quiero que se me descompense. Ahora iré a ver al jefe. Dante fue y se acomodó en su escritorio. Ella toco. Pasé. Buenos días señor. El pensó que le daría un panecillo pero sus manos solo tenían unos papeles. Estos contratos necesitan su firma. El los tomó y trataba de leerlos pero de pronto sintió la necesidad de mirarle de reojo. Los firmó y se los entregó. Por alguna causa aquella mujer sacaba lo peor de él y eso no le gustaba, lo incomodaba. Mientras que en otros la reacción era distinta. Sacudió su cabeza y saco de su mente eso.

Días después Dante estaba furioso porque un caso estaba saliéndose de las manos, Albert estaba allí. ¡Pues trata de solicitar una prórroga maldición! Colgó el teléfono. ¡Srta Evans! Grito por el comunicador. Ella corrió hacia allá. ¡Se puede saber porque demonios los papeles del caso Parker no llegaron al juzgado! Yo no vi esos papeles señor recuerde que la Sra.Franigan está de vacaciones hace dos semanas y hasta donde yo tengo entendido no había pendientes de documentos al juzgado. ¡Pues no fue así! Este caso me tomo meses. No quiero comenzar a quedar como un inepto. ¡Por culpa suya! Dante por favor contrólate Elena no tiene la culpa. ¡Elena! ¿De cuando acá esa confianza Albert? ¡Salga de aquí! ¡No! ¡Qué! No antes de que le diga unas cuantas verdades a usted señor don mundo. Si, porque usted cree que todos giran a su alrededor pero déjeme decirle que no es así. ¡Es usted un arrogante, mal educado, troglodita y mal agradecido energúmeno! Todos en esta firma ponen empeño, dedicación y esfuerzo para que funcione y sea una firma de alta reputación. Pero eso a usted don mundo no le es suficiente. Comprendo que usted sea el jefe y que merezca un respeto pero eso Sr. Willous se gana, se cultiva. Aquí nadie lo ve con respeto lo ven con miedo. Y no se preocupe por despedirme señor porque yo. ¡RENUNCIÓ! Dicho esto salió de su oficina hecha una fiera. Dante te pasaste en verdad. Albert abandonó la oficina para ir tras Elena. La alcanzó en el elevador. ¡Elena espera! Albert en estos momentos no soy una buena compañía. Déjame acompañarte hasta verte tranquila por favor. Albert fue con ella y salieron del edificio y una vez en la calle Elena grito frustrada e hizo un berrinche y todos los que pasaban le miraban asustados. ¿Mejor? Ella respiro profundo. Ahora sí. Luego de sentir alivio por desahogar su ira y su sentir hacia aquel hombre sintió tristeza porque acababa de perder su empleo. Caminemos. Albert la llevo hacia un parque y compro dos salchichas calientes. Ten. Gracias. Lo arruine. No; solo dijiste lo que sentías y señalaste la injusticia. Me comporté como una salvaje, no fue correcto hablar así a gritos en la oficina. Eso estuvo mal. Elena escucha. Tú no hiciste nada malo. Si alguien tiene que pedirte disculpas ese es mi hermano. Elena abrió sus ojos de par en par. ¡Tu hermano! ¡Por Dios! Yo dije tantas...Albert yo lo siento no...¡Rayos! No quise ofender a tu familia yo no sabía. Tranquila Elena. Todo lo que me dijiste no es más que la pura verdad. Dante es un energúmeno como dices tú. Mi hermano no es fácil y tiene un carácter de los mil demonios. Hablaré con él, debe devolverte el empleo. ¿Porqué no dijiste nada? Porque temía que si te enterabas dejarías de ser mi amiga. Y he aprendido a quererte potra salvaje. Dijo revolcando su cabello. No tengo amigos reales Elena, todos siempre buscan ganar algo. Pero tú eres distinta. Creo que en ti puedo confiar y ser abierto. Además de que me haces reír. Así que soy tu payaso. No Elena solo eres esa chispa que alegra la firma. La que todos buscan y aprecian por su sinceridad. No todos hay quien me saca el cuerpo. Pues son unos idiotas come estiércol. Elena se carcajeó ante la expresión de su amigo Albert. Ya hablas como yo. Me alegra verte sonreír. Volvamos a la oficina. No puedo Albert. Está bien te dejaré tranquila. Te llamaré a la noche. Albert beso su mejilla y se marchó.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora