Cap 5

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Llego el domingo y Dante fue al muy común almuerzo con su madre y su hermano. Llego y escuchó risas en el jardín. Fue hasta ellas y allí estaba de nuevo aquella sonrisa ya muy conocida para él. Todos callaron al verle llegar. ¡Dante hijo! Que bueno que llegas. Si veo que están muy divertidos. Y como no si la amiga de Albert es tan divertida. ¿Conoces a Elena? Srta. Evans. Sr. Willous. ¿Se conocen? Si ma, olvide decirte que Elena trabaja en la firma en el departamento de contabilidad. Es la secretaria de Lans. Pues ojalá y contrataras a chicas tan risueñas como Elena. Es un sol. Dijo ella tomando la mano de Elena con cariño. Gracias pero usted es eso y más. Iré por Ada para servir la comida. Le ayudó. ¡No muchacha! Quédate ahí. De ninguna manera. Ambas salieron. Dante observaba a Albert serio. Así que ahora los trabajadores vienen a esta casa a tomar el almuerzo familiar. Dijo molestó. En primer lugar mamá no ha establecido reglas sobre este día y segundo Elena no es solo una trabajadora de la firma. En eso llegaron ellas, Dante sintió coraje en la manera a la que se refería Albert hacia Elena. No entendía el porque, pero sintió un sentimiento extraño respecto a eso. Tal vez fuera el hecho de que ella fuera la mujer que sacaba el lado rebelde de él pues desde que la conoció ya no solo era su seriedad y distancia la que veían todos en su firma si no el descontrol de sus sentimientos. Y eso; eso no le gustaba. Dante era muy dominante sobre sus sentimientos y nunca nadie sabía lo que pensaba o sentía era serio, autoritario y organizado en todo. Nunca daba confianza a nadie en su oficina. Ni tan siquiera con su familia mostraba sentimiento alguno. Siempre callado y poco demostraba. Elena ayudó a Ada a servir bajo protestas de ella claro está. Fue a servirle el jugo a Dante. Al menos esta vez fuiste diligente con el jugo. Tal vez esta sea su vocación Srta. Evans. Aquel comentario dejo a Elena desconcertada pues aunque sabía que su presencia le incomodó pensó que disimularía ese hecho por respeto a su madre y su hermano. Es cuando se dio cuenta que no debió aceptar la invitación de Albert. ¡Dante! Le reprendió su madre. No, tranquila señora Willous su hijo está en su derecho de estar molesto. Yo no debí venir aquí. De veras gracias por su hospitalidad ha sido un placer conocerle. Yo me retiro. ¡Claro que no! ¡Dante discúlpate con Elena! Exigió Albert alterado. Nunca había visto a su hermano así. ¡Es increíble lo que esta mujer puede hacer con todos! Sabe que Srta. Evans no se moleste en irse porque quien se retira de este circo soy yo. Dicho esto salió hecho una fiera de allí. Elena cuánto lamento esta escena. Dijo la madre de Dante y Albert. No se disculpe, usted no tiene la culpa. Debí saber que no era correcto invadir la privacidad de mi jefe. No seas tonta Elena tú eres mi amiga y si eso no le gusta a mi hermano pues mala suerte. Además está es la casa de mi madre. Y eres bienvenida hija siempre que quieras venir. Dijo la Sra. Willous. Gracias. Vamos a desayunar total mi hermano se fue. Terminaron el desayuno y Elena volvió a su estudio, no dejaba de pensar el porque su jefe la despreciaba tanto. Era cierto que le había arruinado un traje y dicho unas cuantas verdades no muy bien expresadas pero él fue quien decidió devolverle el trabajo y sabía que Albert y ella eran amigos. No entendía.

Llego el lunes y estaba hablando con Laura cuando su teléfono sonó. Buenos días oficina del Sr.Lans. ¡Elena niña! ¡Ágata! Que gusto saludarle. Lo mismo digo. Estoy algo triste porque desde que llegue no has venido a verme. Lo sé pero es que no quiero importunar al Sr.Willous. Recuerde que no le caigo nada de bien. Pero aquí te extrañamos mucho. Anda ven un momento solamente que él no está. Está bien iré. Laura la acompaño. Y cuando salieron del elevador todos gritaron. ¡Sorpresa! Elena quedo muda. Por primera vez te dejamos sin habla. Dijo Laura riendo igual que todos. Pero. ¿Cómo supieron? Por mi. Albert salió con el pastel en la mano y las velas encendidas y comenzaron a cantarle cumpleaños. Elena se sintió feliz que las lágrimas no dejaron de salir mientras que todos la abrazaban cantando. Bien sopla pero antes pide un deseo. Sopló rápido pues los deseos nunca llegan y si lo hacen nunca son como se piden. Pensó. Todos aplaudieron. ¡Sra. Ágata! Si que me tomo el pelo como lo hacen las ardillas al buscar bellotas. Ella comenzó a reír. ¡Ahí mi niña! Tú y tus ocurrencias. Todo era risa y fiesta hasta que de pronto salió el grinch de la navidad y todos quedaron helados sin saber qué hacer. El decidió pasar de largo para evitar estallar allí. El no era así siempre que tenía un malestar con alguien solía llamarlo a su oficina y discutir el problema civilizadamente, aunque fuera despido así solía lidiar. Todos le desearon nuevamente felicidades y se fueron a sus lugares y pisos. Gracias por todo Ágata. No mi niña gracias por llegar a nuestras vidas. Beso su rostro. Siempre debe haber un melodrama. Sonrío Albert. De todos modos agradezco el detalle. Eres mi amiga Elena y mereces lo mejor. Albert beso su mejilla y en ese momento Dante se asomó y les vio para luego entrar a la oficina hecho una fiera. ¡Pero que demonios te pasa Dante Willous! ¡A ti qué te importa esa mujer! Ya sé, no es que me afecte a mi. ¡Claro! Es mi hermano, estoy alterado por mi hermano. Esa mujer puede estar queriendo engañarle para lograr subir de nivel. ¡Eso es! Llego la tarde casi la hora de salida Dante llamo a su secretaria. Sra. Franigan dígale a Albert que venga a mi oficina.   Y nos vemos mañana. Enseguida Sr. Willous. Tiempo después Albert llegó. Siéntate Albert. Tú me dirás. ¿Porqué ese tono? Es increíble que aún lo preguntes con todo lo que has hecho. Si lo dices por la Srta. Evans no veo el porque tu malestar. ¡Qué! ¡Dante te comportas como un patán con ella! Cuida tu lenguaje hermanito y sobre todo tu control. ¡Es que no lo ves! Esa mujer está afectando tu juicio y clase. ¡Clase! Dante es lo más absurdo que he escuchado. Sabes, Elena me ha demostrado verdadera amistad, me enseñó esa parte humana y feliz de que te acepten y te quieran por lo que eres y no por lo que tienes. ¡Y sabes que es lo mejor de todo! Que no tiene miedo de demostrar quién es, dice lo que piensa y como lo siente. Cosa que tú nunca haces. Eres tan frío y calculador que a veces me pregunto si eres humano. ¡Albert! ¡No Dante! ¡Tú comenzaste esto verdad! Pues ahora te aguantas. Entiendo que creas que todo el mundo nos busque por la posición, dinero y prestigio pero no es así siempre. Y si tener todo esto con lleva estar solo, amargado y resentido con el mundo como lo has estado tú pues hubiese preferido quedarme pobre como lo eras antes de todo esto. Se nota que no sabes lo que dices. ¡Si! ¡Sí se lo que digo! Porque mamá me a contado como era su vida y la tuya antes del dinero y el imperio que poseemos hoy. Tal vez solo te cuenta la parte romántica de la historia. ¡Pero la realidad! La realidad es una muy cruda y cruel. ¡Tal vez! Pero no puedes intervenir en que yo cometa errores, ni quiera vivir experiencias que no sean las según tú dignas de nuestra clase. ¡No te pague estudios en el extranjero y te di una buena educación y prestigio para que la deseches con cualquier fulana! ¡Si lo quiero hacer es mi vida Dante! Y si tu preocupación es tu inversión tranquilo te devolveré todo si así lo quieres. Yo no te pedí que intentarás hacerme un castillo de reyes con servidores a mis pies Dante. Yo no pedí tener posición, ni dinero. Todo esto lo cambiaría tan solo por pasar un solo día con papá. Tú pudiste vivir eso con él. Yo no. Albert salió molestó de su oficina y Dante solo quedó frustrado ante aquella discusión que como siempre era provocado por aquella mujer.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora