Cap 14

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El silencio invadía el ascensor ninguno decía nada. Llegaron a la habitación y Elena iba para su recámara. ¿Vas a dormir ya? Usted dijo que era tarde ya pues me voy a dormir. Solo intentaba salvarte. ¡Salvarme! Por supuesto. Espere no comprendo esto. ¿De que se supone me salvó? ¿Es que no te has dado cuenta de lo qué pasa? Daniel solo quiere atraparte en sus redes.¡Perdón! Ese tipo solo quiere llevarte a la cama y tener un buen tiempo contigo y luego votarte. Su mismo padre me lo dijo. Y su mirada era de depredador. Elena comenzó a reír. ¿Cuál es el chiste? Es que de verdad usted me sorprende cada día. En primer lugar me tacho de zorra insinuando que me fui con él en son de conquista dejándome comprar cosas. Después me tacha de provocadora de hombres en la fiesta y ahora recrimina y le molesta que quieran meterme en la cama como usted lo ha intentado por semanas y encima se hace el indignado y toma posición de Don Quijote salvando a Dulcinea. ¡Es el colmo con usted! Elena iba a marcharse. ¡Acaso cederás ante él! Ella se volteó. ¡Si quiero o no quiero meterme en la cama de él o en otra cama eso a usted no le concierne! ¡Tal vez quiera eso! ¡Tal vez quiera que me besen y me toquen apasionadamente! Dicho esto Dante fue hasta ella y la beso apasionadamente pegándola a su cuerpo. Elena trato de separarse pero la lucha fue corta porque por más que intentará negarlo aquel hombre le gustaba y le gustaba como la besaba y la tocaba. Era como un imán del que no podía separarse. Dante perdió el control y la besaba con necesidad y desespero. Beso su cuello y ella gimió, apretó sus caderas y las pego más a él. Hubo otro gemido y ya no sabía si era ella o él mismo porque aquella mujer con tan solo su calor lo descontrolaba. Te deseo Elena, déjame hacerte sentir pasión y deseo y complacer tu cuerpo, por favor. Elena miro sus ojos llenos de deseo y desespero y por primera vez le gusto ver eso en un hombre. Pero más aún que le suplicara amarla, que le pidiera permiso antes de entrar en ella y no la obligará a hacerlo. Ella asintió porque por primera vez deseo ser tocada, quería conocer eso que llamaban placer. Dante al ver su repuesta no tardó en tomarla entre sus brazos y cargarla hasta la habitación depositándola en su cama. Quiero hacerlo despacio Elena quiero admirar cada parte de tu cuerpo y besar cada poro de tu piel. Beso sus labios. Elena respiraba agitada y su vientre estaba apretado por las sensaciones que la invadían. Dante se quitó la chaqueta y desabotonó su camisa tirándola al suelo. Elena vio su torso fornido y sus abdominales bien trabajados. Aquel hombre parecía de mentira y era suyo en aquel momento. Dante se acercó y la volteó de espalda y comenzó a besar su cuello desde atrás y bajo a su espalda desnuda acariciando con la lengua la misma y enviando ráfagas eléctricas por su cuerpo. Deshizo el cierre del vestido el cual cayó en la parte superior exponiendo sus pechos, y sin voltearla aún beso su cuello y acarició delicadamente con sus manos desde atrás los mismos haciéndola estremecer aún más. Termino de sacar aquel vestido dejándola totalmente desnuda ante su vista. Admiraba su cuerpo. Eres perfecta. Elena se ruborizó ante lo dicho y de pronto sintió vergüenza y quiso taparse. El la detuvo. No lo hagas, déjame verte Elena. Por favor no. Suplico ella. Apaga la luz. ¿Porqué? No me gusta mi cuerpo. Pues a mí si me gusta y mucho. Dicho esto la besó y fue bajando hasta llegar a su vientre Elena se tensó. Tranquila Elena. Entonces ella cedió dudosa, Dante saboreo su feminidad logrando sacar gritos de placer de Elena. Cada saboreo hacia que ella se estremeciera hasta que pronto todo su cuerpo se sacudió en una increíble oleada de placer que la hizo debilitarse. Dante rápidamente se despojó de su pantalones colocó protección y se acomodó en su centro. Mírame Elena. Elena abrió sus ojos y le miró mientras estaba en ese trance de placer provocado por él. Dante la beso con pasión y sin más invadió su centro. Elena gimió en su boca y eso desató un frenesí en él. El ritmo comenzó lento y rítmico. Dante pasó su mano entre ellos y comenzó a dar caricias en su feminidad y de pronto Elena se vio envuelta en otra oleada de placer que le proporcionaba aquel hombre. Nunca jamás había logrado eso. Aquel hombre le había dado unas sensaciones jamás experimentadas. Cuando escucho por segunda vez a su amante gritar entonces embistió fuerte y acelerado. Ambos gemían de gusto no quería que terminara todo aquello y trataron de alargarlo lo más posible pues habían esperado tanto estar así, hasta que ya no pudo más. Ambos terminaron exhaustos. Elena estaba en un extasis jamás vivido y Dante de igual manera, había sido una experiencia mejor de la que imaginó sería. Aquella mujer le encantaba y aunque había acabado de poseerle su deseo por ella no cesó si no que aumentó aún más. Este no sería el final quería tenerla por más tiempo y no sabía por cuánto. Elena se quedo dormida y Dante la abrigo con la sabana y se pego a ella para oler su aroma quedándose dormido junto a ella.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora