Cap 39

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Elena estos no son los papeles que te pedí. Albert vio a una Elena totalmente desencajada y delgada. ¿Estás bien Elena? Sí, todo bien. ¿Segura? Por supuesto. El sábado es el partido de pelota y llevaré a Joseph, así que tendrán tiempo libre ustedes dos. Elena no contesto nada. Albert iba preguntar cuando su celular sonó y la dejo sola. Ya habían pasado dos meses desde el incidente de las galletas que se aclaró pues Elena había preparado dos bandejas y una era para Joseph con galletas de chispas de chocolate pero Joseph no pudo esperar y agarro la primera bandeja sin permiso y Elena tuvo tanto miedo que reaccionó por temor a que le sucediera algo. Le pidió perdón al niño y él a ella por tomar cosas sin permiso. Aún así Alba le dijo que la próxima vez rotulara las cosas y Dante decidió que mejor compartía los fines de semana con Joseph en la casa de su madre. Las cosas no andaban bien y su relación estaba fría, distante, mientras que la relación de Alba y Dante se veía genial. Dante viajaba constante por el hotel y estaba en un pleito legal muy fuerte que lo consumía. Elena decidió que pondría más de su parte y lograría que funcionara todo esto. Llego el sábado y fue al salón donde se arreglo y luego pasó por un vestido y cuando iba a medirse uno Alba estaba allí frente a un espejo midiéndose otro. ¡Elena! Vaya veo que te arreglaste muy linda. ¿Vas a salir? Pues sí, saldremos a cenar. Me parece bien. ¿Qué tal si almorzamos. Esta bien. Fueron a un restaurante y una vez sirvieron comenzaron a dialogar. Escucha lamento todo lo qué pasó con Joseph y que pues por ello ya Dante no quiera que se quede contigo. ¡Dante! Pero Dante me dijo que tú lo exigiste así. ¿En serio? Pues si el dijo eso, ok. Dejo la duda en el aire. Bueno como sea le dije cuando almorzamos la semana pasada. ¿Almorzaron? Sí. ¿No te lo dijo? Tal vez sí es que no lo recuerdo. Pues bien, le dije que creía que ya Joseph podía volver a quedarse contigo pues era injusto excluirte de su círculo. Entiendo. Alba. ¿Puedo hacerte una pregunta? Adelante. ¿Porqué lo dejaste? Y sobre todo. ¿Porqué volviste? Esas preguntas la desencajó por un momento. Elena, a veces el dolor y la desesperación por salir y ser libre te hace cometer errores. Yo nunca quise destruir su vida pues si a alguien ame más que a mi vida fue a Dante y ahora Joseph. Mi vida no fue color de rosa sabes. Yo vivía un infierno en mi casa. Deseaba cada cada noche no llegar y cada amanecer morir porque sabía que cuando regresara en la noche todo volvería a suceder. Mi padre abusaba de mi Elena, y lo hizo hasta cumplir los 10 años. Nadie sabía mi agonía porque miedo era tan grande que tuve que callar para salvar a mi hermanita. Sabía que si hablaba él cumpliría su amenaza de hacerle lo mismo y luego matarla. Elena no podía creer lo que escuchaba. Hasta que un día cumpliendo mis 14 años hizo algo estupido y lo arrestaron y todo salió a la luz y lo encerraron por largo tiempo. Mi madre era adicta así que nada componía pues desaparecía por meses y fue cuando la Sra. Margaret nos acogió a ambas en su casa. Dante y yo nos conocimos desde niños y por esa amistad fue que sus padres decidieron ayudar. Las cosas fueron dándose y la amistad fue cambiando hasta convertiste en amor. Dante y su familia fueron mi puerto seguro por muchos años, hasta la muerte de mi hermana. Murió de cáncer siendo una niña. Dante y yo éramos amigos, confidentes, hermanos y enamorados. Lo éramos todo porque ambos habíamos sufrido grandes dolores que nos marcaron. Pero yo anhelaba más, quería salir, volar, ser libre por una vez en la vida. Y no me sentía a pesar de lo que él me decía y su familia me trataba de hacer entender, no sentía que era buena, me sentía sucia, miserable y hasta culpable de todo lo que paso. ¿Alguna vez has sentido eso? Elena sabía que era sentirse así. Y según pasaban los años y veía que Dante se aferraba más a mi y que junto a él solo me sentiría enjaulada en el mismo lugar, sin saber quién era y si realmente quería esa vida, no pude. Y cuando me pidió matrimonio esa noche le dije que no. Cuando preguntó porqué le dije que ya no le amaba y que no quería esa vida miserable que me ofrecía. Lo herí como más pude Elena para poder irme y lograr que me olvidara y jamás me buscará. Fue duro ver cómo me rogó que no me fuera pero yo no podía estar ahí. No sé si me entiendes Elena porque no yo misma entendí mi locura. Me fui para no volver jamás, y si lo hice no fue por mi, fue por Joseph. El merecía conocer a su padre. ¿Porqué no lo hiciste cuando te enteraste de tu embarazo? Por miedo al rechazo. Entiendo y deberas lamento todo tu dolor Alba. Por lo visto el amor que ambos se tuvieron es uno que se vive una sola vez. Tal vez, pero creo que en nuestra historia no fue así porque aquí estás tú, la Sra. Willous. No soy la Sra. Willous. ¡En serio! Yo pensé que ya se habían...Bueno tarde o temprano lo hará, te pedirá matrimonio. Elena no estaba tan segura de eso, jamás lo menciona y ella tampoco lo trae a colación. Termino el almuerzo y Elena llego al apartamento se duchó y arreglo con un hermoso vestido y se sentó a esperar a Dante. Ya habían pasado tres horas y Dante no apareció y cuando llamaba salía el mensaje de voz. Elena fue hasta la cena que había a última hora preparado para no salir porque quería aprovechar cada segundo y desquito aquella frustración, rabia y dolor tirándola al suelo y rompiendo todo. El llanto hizo su aparición dejando a una Elena destruída una vez más por un hombre. Se puso de pie y sin más tomo su bolso y salió. Dante llego junto a Joseph. ¡Elena! La llamo pero no recibió respuesta. Tengo sueño papá, imagino que sí ve lávate los dientes y en un minuto de arropó. Busco por todas partes hasta dar con el desastre de la mesa, todo estaba roto. Tomo el teléfono de la casa y la llamo pero salía su buzón de voz. No quería preocupar a nadie sin saber que había pasado. No faltaba nada y la puerta no había sido forzada. Fue hacia su hijo. Joseph. ¿Le dejaste la nota a Elena? Sí papá, la deje en el cuarto de Donovan. ¡Joseph! Te dije que era sobre el tocador de Elena. Lo olvidé. ¡Demonios! Dante supo qué pasó, Elena no leyó la carta. Seguía tratando de comunicarse con ella pero era inútil, Elena no contestaba. Eran las dos de la mañana y Dante escucho la puerta y sentado en la oscuridad veía a una Elena que casi no podía caminar. Encendió la lámpara. Veo que estás bien. Elena lo miró y comenzó a reír. Como si eso te preocupará. Ella siguió su camino hacia la habitación. Una vez allí se quitó los zapatos. Y para colmo llegas ebria. ¡Sabes lo mucho que me preocupe! La tomo por los brazos. Ella se zafó. ¿Y me notaste? Porque últimamente me siento invisible en esta casa. Elena no digas eso. ¡Lo digo! Porque es la verdad. Déjame explicárte... No quiero, no necesito tus explicaciones, ni tus argumentos Dante. Planifique cada detalle, tenía toda una tarde y noche preparada para ambos y me dejaste plantada. Elena no fue así. Ya no importa Dante, de veras que ya no me importa esto. Estas ebria mañana hablaremos. ¡No! Hablaremos ahora. Baja la voz Joseph puede oírte. Elena hizo gesto de silencio. ¡Es cierto! Después dice que yo te grito a Alba y entonces tú y ella almuerzan a mis espaldas y tú decides no traerle más aquí. No es lo que imaginas. ¡Ah no! ¿Quien fue el de la idea de no traerlo después del incidente? Elena solo no quise añadirte más tensión y culpa por lo qué pasó, además no quería que Alba usará eso de excusa para alejarme de Joseph otra vez. ¿De Joseph o de ella? Elena no digas tonterías. ¡No! ¡No me trates como si fuese idiota! La verdad es que ellos estaba por encima de mi. Eso no es verdad. Si lo es Dante. Yo pude entender tu pasado y aceptar el mismo porque era lo justo por tu hijo. Deje que me hicieras a un lado mientras ganabas el tiempo perdido con él pero en el trayecto olvidaste mi tiempo contigo. ¿Sabes cuánto haces que no me tocas Dante? Elena no tengo excusa para ello pero los casos han estado complicados y entre los niños y el trabajo yo simplemente no doy a bastos pero sé que no es tu culpa. Y hoy mi teléfono se rompió Joseph sin querer lo tiro y Albert enfermo y tuve que llevar a Joseph al juego pues se lo habían prometido y la nota que te deje para explicarte está en el cuarto de Donovan, Joseph no la dejo en tu tocador. No importa ya Dante. Elena se canso de oír las excusas iba irse al baño y Dante la tomo de la mano pero ella no quiso. Elena. Ni siquiera en esta casa hay nada mío, ni un toque personal que identifique mi vida a tu lado. Ni tan siquiera el cuarto de Donovan escogí y cuando hice algo por mi misma solo lo cambiaste. Dijiste que podía hacerlo Elena. ¡Una cosa es decir que si Dante! Pero si fueses otro, si verdaderamente te importara le hubieses dicho que no y cambiado a otra habitación porque hay otras aquí Dante y lo que yo diseñé se lo hubiésemos podido dar a Donovan más adelante. Tú solo lo quitaste porque preferiste a los demás sobre mi, como lo hiciste en él hospital. Me hechaste, me hiciste a un lado. Solo no quería que Alba se molestara y me quitara a Joseph. ¡Alba; Alba! Sí ese es le detalle de todo esto Dante. Te preocupa más lo que ella piense que lo que yo piense. Eso no es cierto. ¿Porque no lo admites de una vez? ¿Qué admita qué? Que aún sientes algo por ella, ya pude descifrar esa mirada tuya. Estas confundido por todo y usas de excusa el trabajo, a Joseph, todo, pero sabes de sobra que una vez te enteraste de su triste excusa la duda ronda tu mente y la culpa de lastimarme te corroe pero la pregunta que debes hacerte es. ¿Puede más el resentimiento que el sentimiento? No te culpo Dante, es una mujer hermosa y te conoce como nadie lo hace, y tanto así la amaste que le pediste matrimonio como nunca lo has hecho conmigo. Está bien Dante yo te haré las cosas más sencillas. Ya no tienes que escoger yo me voy. Elena se encerró en el baño y el abrió el grifo entrando en aquella agua fría con todo y vestido y fue resbalando por la pared hasta llegar al suelo y allí lloró amargamente.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora