Cap 37

2 0 0
                                    

¡Buenos días! Saludo Albert. Buenos días Albert. Contesto Elena desanimada. Parece que no dormiste bien. Tal vez. Ven siéntate aquí. Le señaló un espacio a su lado en el mueble de su oficina. Escucha Elena sé que la relación entre Dante y tú no va bien. ¡Bien! Creo que jamás podrá haber un punto medio entre Dante y yo. Quizás sea porque después de todo él sabe que deseas estar con él pero tú terquedad no lo permita. No es mi terquedad...Albert puso un dedo sobre sus labios y la miro seriamente y profundamente a los ojos lo que extrañamente le gusto a Elena pues veía en Albert a un hombre seguro y con mucha masculinidad imponente, era como ver a Dante pero en una versión distinta al macho alpha que todos obedecen. Se sincera contigo misma Elena. Tal vez si se dan una oportunidad. Empezamos con el pie izquierdo. Pero puede terminar derecho Elena. Hazte está pregunta. ¿El resentimiento puede más que el sentimiento? Eres muy sabio sabías. Y uno muy guapo. Ambos rieron ante la contestación de Albert. Mejor empecemos a trabajar qué hay mucho por hacer. A veces pienso que eres más jefa que yo. Elena después de un día agotador en su trabajo iba pensando en el taxi la pregunta que Albert le dijo que se hiciera. Le daba vueltas y vueltas en su mente y de pronto después de tanto pensar se dio cuenta de que Albert tenía razón. Señor. Sí. Cambio de planes, de vuelta en la próxima intercesión. Si señora. Tiempo después Elena llego frente al apartamento de Dante. No sabía que le diría pero no le importaba solo quería mirarlo a los ojos y besarlo, sí eso haría lo besaría, pensó. Dante abrió la puerta luego de que escuchara que tocaban y al ver a Elena quedo sorprendido. ¡Elena! ¿Pasó algo? ¿Donovan está bien? Y sin más ella se lanzó sobre él y lo beso. Dante no podía creer lo que estaba pasando pero no desaprovechó aquello y rápidamente respondió a su beso con ansias y deseo reprimido. Dante cerró la puerta pero sin romper el beso y de esa manera fueron caminado hacia la habitación y en el trayecto la ropa iba cayendo. Elena volvió a ser suya tal y como lo recordaba. Después de haber hecho el amor ella descansaba sobre su pecho. ¿No vas a preguntar porqué? No. Ella levanto la vista para verlo. ¿De verdad? ¿Porqué no? Porque no importa lo que halla sido lo que sí importa es el resultado, el que estés aquí entre mis brazos y mirándome como antes y no con odio. Yo no te odio Dante. Pues parecía que sí, y lo merecía. La verdad es que fui un idiota en todo esto. Ya eso no importa Dante. He decidido dejar el pasado atrás y darnos una oportunidad de formar un hogar para Donovan. Nuestro hijo merece que sus padres se lleven bien. ¿Por eso lo haces? Dijo Dante algo triste. No. También lo hago porque a pesar de todo Dante, a pesar de lo mucho que luche contra este sentimiento el crecía y quiero estar a tu lado y amarte, pero sobre todo que me ames Dante pero esta vez sinceramente, sin segundas intenciones. Lo haré Elena, te haré la mujer más feliz del mundo, a ti y a mi hijo. Ambos se besaron y Dante volvió a hacerle el amor a Elena.

Elena y Dante para la felicidad de la familia habían decidido intentar una relación y vivían juntos. Cada día era mejor y aunque las discusiones no faltaban, tampoco el amor entre ellos. Elena seguía trabajando y aunque la relación entre Albert y Dante aún era tensa había mejorado un poco, más sabiendo Dante que su hermano había logrado que Elena volviera con él y eso lo agradecía. Era la celebración del primer año de Donovan todo era algarabía en la casa de la Sra. Margaret. Elena y Dante estaban felices por su pequeño que crecía y se parecía cada vez más a su padre aunque Elena esperaba que fuera solo eso. Cantaron y soplaron el pastel. El timbre de la puerta sonó. Yo abro lleva esta bandeja. Le dijo a una de las sirvientas. Al abrir un niño de unos 10 años apareció y detrás de él una hermosa mujer pelirroja y de ojos verdes le sonreía. ¡Buenas tardes! Le dijo la hermosa mujer. Buenas. ¿En que puedo servirle? Estoy buscando a Dante Willous. ¡Alba! Elena se dio la vuelta cuando escucho a Dante pronunciar ese nombre y vio su rostro de sorpresa. Recordó ese nombre, fue el mismo nombre que pronunció una noche donde hablaba dormido y le suplicaba que no le dejara. Ambos se miraban a los ojos ignorando a Elena y al niño. ¡Hola! ¿Cómo té llamas? Me llamo Joseph. Mucho gusto Joseph, yo soy Elena y estamos celebrando un cumpleaños. ¿Te gustaría pasar? El niño miro a su madre quién movió la cabeza asintiendo. ¡Sí! Perfecto ven conmigo. Pasé Alba, siéntase como en su casa. Elena se marchó con El Niño dejando a Dante y Alba solos. En el jardín Elena puso cómodo a Joseph y le dio pastel, pero una tristeza la embargaba y Albert lo notó. ¿Pasa algo? ¡Qué! ¿Qué si pasa algo? Pues no mucho, solo que acaba de llegar una tal Alba a la casa preguntando por tu hermano y yo solo quise ser una buena anfitriona con el niño. Albert se tensó ante lo dicho se fue hacia su madre y le dijo algo al oído y ambos se fueron adentro. Elena se quedo en el jardín atendiendo a los invitados y sus hijos. Elena tomo en brazos a Donovan. Pasó largo tiempo y Elena despidió a todos. Dante, Albert, la Sra. Margaret y Alba estaban reunidos en el despacho. Elena estaba en la sala con Joseph y Donovan. ¿Te gusto la fiesta? ¡Sí! Estuvo genial, gracias por dejarme estar. Me alegro que te hallas divertido. El niño jugaba con Donovan y de pronto Elena vio el parecido de ambos niños y entendió que hacía allí Alba. Donovan y Joseph eran idénticos a Dante. Albert hizo aparición en la sala y al mirara sus ojos llenos de rabia supo que nada bueno pasaba. Miró al niño y suavizó su mirada. Joseph tu madre te espera para irse. El niño se puso de pie pero antes de irse fue hacia Elena y le dio un beso. Gracias por todo. Elena se conmovió ante su gesto de cariño. Joseph se despidió de Donovan y se marchó. Dante entró tiempo después. Donovan debe estar cansado es hora de irnos. No dijo más y Elena no quiso preguntar nada por ahora, sabía que el silencio era lo adecuado por ahora porque si su mente estaba agobiada sabía que la de él aún más. Llegaron al apartamento de Dante y Elena acostó al bebé, luego fue en busca de Dante que estaba en el balcón tomando licor. Voy a dormir Dante. El asintió sin palabra alguna y sin voltear a verla, Elena siguió su camino y la noche pasó donde Elena no le vio llegar a la cama entrada la madrugada.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora