Cap 9

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Elena no entendía porque siempre cedía a lo que su jefe estaba haciendo, era como si su cuerpo no tuviera voluntad. No comprendía porque sentía lo que sentía y deseaba que él la hiciera perder la cabeza y sentirse deseada por un hombre. Necesitaba saber que no era frigida y poca cosa. Tal vez por eso era que sucumbía a sus apasionados besos porque nunca antes nadie la había besado, no deseado. No, ella no podía seguir así sin aclara que se traía este orangután entre las manos. Algo planeaba y ella no sería su juguete de diversión. Al día siguiente entró a su despacho molesta y decidida. Dante hablaba por teléfono cuando vio la interrupción de aquella mujer imprudente como siempre. Terminó de hablar. ¿Se puede sabes? ¿Porque entra así a mi despacho? ¡Ya déjese de boberías! Óigame Evans...¡No! Óigame usted Sr. Willous. No sé que trama con lo que hizo ayer y la vez pasada pero le advierto una cosa. Mantengan sus manos de mapache que toma lo que quiere sin avisar lejos de mi. Si su semental está inquieto por una hembra pues llámese a una de sus amiguitas como la tal Gina que vi con usted el fin de semana. A mí no me toque. ¡Oyó! ¡Escúcheme bien Srta. Evans! Primero cuide su manera de hablarme tan campesino y vulgar para mi gusto. En segundo lugar este tranquila que solo fue efecto del alcohol cosa que no se repetirá de nuevo porque no tomare más aquí. Y tercero créame cuando le digo que ni de broma estaría yo entre sus piernas.  Y sobre Gina, cuidado no me gusta que se metan en mi vida privada. Ahora lárguese de aquí y pónganse a trabajar que para eso le pago y le pago bien. Elena salió de allí muy herida en su orgullo. Aquellas palabras si que le dolieron en gran manera y no sabe cuánto. Viejos recuerdos vinieron a su mente y lágrimas no tardaron en caer pero las limpio de inmediato para que nadie las notara. Dante por otro lado no dejo de sentir más que molestia, resentimiento por la actitud de ella ante sus besos y por la cara que ella puso al él decirle aquellas palabras hirientes. Pudo notar dolor en sus ojos. Lo que no entendía era porque le afectaba tanto eso. Tenía que salir de allí, no podía seguir con ese descontrol en su cabeza. No mejor no. Solo había una manera de deshacer aquel problema y era seduciendo a aquella mujer. Y de esa manera mataría dos pájaros de un tiro. Acabaría de sacarla de la vida de su hermano y saciaría ese deseo por ella. Si eso haría. Era visto que no era indiferente a sus besos, lo sintió en su cuerpo y aunque trato de poner los puntos en claro notaba cierta duda en ella. Sabía como seducirla y lo haría. Estaba ya decidido pondría a la Srta. Evans en su cama. Después ella misma se hartaría y saldría de sus vidas al ver que no conseguiría nada porque él era un hombre hábil y astuto y no le sacaría ni un solo centavo y tampoco se aprovecharía de su hermano que no era un experto en lo que se refiere a mujeres.

Elena no has probado bocado y tú cabeza no está aquí. Lo siento Laura. Bien, cómo se llama. ¡Qué! ¿De que hablas? Pues de quien más, del hombre que está atormentando tu mente. Nadie está atormentando mi mente. ¡Oh vamos! Esa mirada que tienes la conozco de sobra. Será por el Willous. ¡No! ¡Está loca! Es mi jefe y yo no...¡Tranquila mujer! ¿Porqué los nervios? Yo hablaba de su hermano. Como tú y él son tan íntimos y se fue de viaje pensé que le extrañabas. Ah eso. Bueno si extraño su compañía pero no pensaba en eso. Si ya vi que no. Al parecer solo él es el interesado. ¿Interesado? ¿De que hablas? ¡Elena en serio! Todos se han dado cuenta menos tú al parecer. Albert Willous está loquito por ti. Laura deja de chismear esas cosas. ¿Acaso un hombre y una mujer no pueden ser solo amigos? Solo porque es Albert Willous creen que todas las mujeres quieren algo con él más que amistad. ¡Maduren por el amor de Dios! Tranquila amiga. Solo es lo que se observa. Pues observan mal. Albert y yo somos súper amigos, nada más. Pues viendo como lo dices francamente creo que tienes razón. La tengo. Siento por él lo mismo que siento por ti o por mi roommate  que aunque es algo extravagante es muy atento, amigable, buen cocinero y hasta psicólogo porque da buenos consejos el hombre. Somos amigos y nada más. Siendo así, entonces quién te trae así de inquieta. Nadie ya te lo dije. Ok, como quieras. Será que se me nota en la cara. Debo dejar de pensar en ese hombre. Se dijo para sí misma Elena. Terminó el almuerzo y cuando Elena se sentó en su escritorio varios minutos después Dante le llamo. Ella entró a su despacho luego de tocar la puerta. Usted dirá. Necesito terminar el caso Begman y tomará tiempo extra así que hoy tendrá over time Srta. Evans. Aquella idea de estar con aquel hombre no le agradaba pero era su trabajo y no podía dejarlo pues con lo que ganaba allí podía resolver tantas cosas. Si fuera por ella ya se hubiera ido pero no era solo ella. Como diga señor. ¡Vaya! Me parece increíble que esta vez no proteste. Es mi trabajo señor para eso usted me pega. Sintió esas palabras como dagas de la manera en que las dijo. Le devolvió la estocada que le había dado antes. Muy ingeniosa pensó él. Ya estaba aprendiendo a defenderse a la manera de la ciudad y no a la de campesina. Aunque extraño su tan pintoresco leguaje que dejaba a cualquiera confundido pero era curioso y hasta gracioso a la vez. ¡Pero qué rayos! Pensó. Pues excelente ya nos vamos entendiendo. Busque los expedientes y reúnase aquí conmigo a las 4 ya puede retirarse.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora