Cap 10

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Era tarde ya y el trabajo había sido arduo. Dante observó a Elena y se veía cansada y para la hora que ya era debía tener hambre. Creo que es muy tarde ya. Elena miro su reloj ya eran las 8 de la noche. Así es. Mañana terminaremos esto. Elena se levantó. Buenas noches señor hasta mañana. ¿De que hablas? Elena lo miró algo confundida. ¿Cómo te irás? Pues llamaré un taxi. No es necesario yo te llevo. No gracias señor puedo tomar el taxi. No sea terca Srta. Evans además no hemos cenado no quiero que diga que la dejo pasar hambre. Ese no es su deber señor no diría eso. Pues me veré obligado a ejercer mi autoridad. Como tú jefe he decidido llevarte a cenar y dejarte segura en tu casa. Ella no entendía este comportamiento de Willous pero sabía que no cedería a su negativa así que decidió fastidiarlo. Está bien pero yo elijo. Elena lo llevo a una pizzería que había conocido hace par de semanas. ¡Elena! Hola Fabio. Bueno verte. Igual digo. ¿Qué te sirvo? Pues ordenaremos una pizza vegetariana. Fabio la miro como confundido. Elena comenzó a reír. Es broma hombre trae lo de siempre pero doble. Está bien salen dos calzones con todo. ¿Acabas de pedir por mi? Pues si; si lo hice. Porque imagino que al igual que si yo hubiese ido a uno de esos lugares finos a los que suele ir donde sirven platos que más bien parecen pinturas de arte que comida, hubiese hecho lo mismo. La diferencia es que esto es comida real. Dante comenzó a reír. ¡Real! Esto es puro colesterol que te pasara cuenta en par de años. Tal vez pero al menos podré decir que como no que morí de hambre por algo delicioso. Ambos rieron. La verdad me sorprendes, la mayoría no perdería la oportunidad de cenar en un restaurante de alta cocina. Pues yo no soy la mayoría, soy la realidad de un mundo real Sr. Willous. ¿Qué de malo tiene ser rico? ¿Qué de malo tiene ser normal? Escucha yo no soy anormal. Yo no dije eso Sr. Willous usted se empeña en decirme a diario que parezco inferior a usted. El espejo donde usted se mira a diario muestra lo mismo que el mío. Ambos somos humanos Sr. Willous. Y por lo mismo es que he entendido lo que ocurrió en la oficina. Cosa que no pasara de nuevo y eso quedo claro. Es muy directa Srta. Evans. Pues si, mi padre me enseñó que uno debe ir de frente siempre y sin titubeos. Entiendo que eso para ustedes aquí en la ciudad es algo ofensivo pues suelen mejor hablar a espaldas de los demás o adornar las cosas para no verse mal según sé. Perfecto Srta. Evans juguemos sus reglas. ¡Mis reglas! Si, seré como usted quiere que seamos aquí. Eso sí estaría bueno. De pronto aquel hombre se levantó se quitó la chaqueta, aflojo su corbata y recogió sus mangas. Se sentó nuevamente algo más relajado y no tan perfectamente sentado. Elena le causa gracia por lo que comenzó a reír. Llego lo ordenado. Oye amigo. ¿Podrías servir una jarra de cerveza con esto? ¡Claro! ¡Cerveza! Si y tú tomarás una también. ¿O acaso no eres chica de cervezas? ¡Pues si pero usted! Comieron y tomaron cerveza. Había un juego de baloncesto en la televisión y Elena quedo sorprendida como Dante hablaba y hasta gritaba con los hombres de allí. Bueno es hora de irse ya. Gracias Fabio. Si gracias amigo. De nada Elena vuelve pronto y un placer amigo Dante. Sonrío a la despedida de Fabio con Dante. ¡Vaya! Me quito el sombrero Sr.Willous. Dante sonreía. De verdad que para ser un hombre de alta arcunía usted se desenvolvió demasiado bien allí. No todo lo que brilla es oro Elena Evans. Tienes muchos prejuicios con las personas igual o más que las que críticas. ¡Eso no es cierto! Si lo es. ¿A dónde vas? Dije que te llevaría a tu casa. Pues esta cerca de aquí así que gracias por el aventón y por la cena. Muy lista pensó Dante. Pues caminare hasta dejarte allí. No hace falta mejor ya váyase, mañana hay que madrugar. El ejercicio me hace falta después de semejante comida. Y después habla de tercos. Elena no tuvo opción de dejarle acompañarla. Imagino que esto lo hacía con la Sra. Franigan. Pues no ya que cuando había que salir más tarde su esposa le buscaba. Entiendo. Sabe aunque todo esto ha sido una pantalla de su parte quiero decirle que le sienta bien. ¿Qué? El bajar del pedestal. Juraría que hasta le vi disfrutarlo en realidad. Tal vez fue así. Ella sonrió. Bien llegamos a mi edificio. Sana y salva como lo prometí. Si así es. Buenas noches. Espera. Si. Una última cosa Elena. El se acercó y ella se tensó, fue hasta su oído. Me gustas Elena Evans y te deseo. Querías que fuera directo y sincero pues ya lo sabes. Elena sintió esa corriente eléctrica que solo ese hombre ocasionaba en ella y su respiración se agitó ante aquella confesión que le hacía. Buenas noches. Beso su mejilla y la dejo allí confundida en gran manera.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora