Cap 22

12 0 0
                                    

Elena caminaba por aquel camino largo de casas hermosas iba decaída y llena de dolor por todo lo que en esa noche había pasado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Elena caminaba por aquel camino largo de casas hermosas iba decaída y llena de dolor por todo lo que en esa noche había pasado. ¡Porqué no me pasó contigo! ¡Porqué! ¡Porqué no me fijé en ti Albert! Debí sentir esto por ti  y no por él. De pronto un auto freno a su lado miro y era Dante. Ella siguió caminado. Detente Elena. Ella no le hizo caso. ¡Detente! La detuvo. ¡Suéltame y déjame en paz! ¡No te basta con lo que me hiciste! ¿Y que te hice Elena? No te hice nada que tú no quisieras. ¿Te parece poco haberme usado? Me usaste Dante Willous. Y después como si fuera poco me amenazas con ello, chantajeas por eso y te pasas humillándome cuando lo que experimente contigo para mí no solo fue sexo. Para mi fue algo más, idiota! ¡Te odio; te odio! Le golpeaba mientras su llanto también caía y se debilitaban sus golpes hasta que Dante la abrazó tan fuerte que ella luego se aferró a él. Yo sé que nunca prometiste nada Dante pero nunca merecía que me tratara como a una cualquiera. ¿Porqué me odias tanto? ¿Porqué tú también me hieres? Dante no pudo ante aquellas palabras que le dolían más a él que a ella. Déjame ir Dante. Déjame llevarte no quiero que te pase nada sola en la calle. Por favor Elena acompáñame. Elena accedió y entró en su auto. Tanto dolor hizo que se durmiera y Dante no quiso molestarla así que cambio de rumbo y llegaron a su apartamento. Tomo a Elena y esta despertó en el ascensor. ¿Dónde estamos? En mi casa. ¿Porqué me has traído aquí? Debemos hablar. Bájame por favor. Dante la complació aunque no con mucho gusto pues le gustaba sentirla así cerca de su pecho. Llegaron y el abrió dándole pasó. Pasa y siéntate ven. La llevo a su enorme y fina sala. Dante fue y sirvió dos copas y le extendió una. No quiero. Bébelo te hará bien, estás muy nerviosa. Ella le hizo caso pero aquel líquido la hizo toser. Esto me va a matar. Dante sonrió ante aquel comentario. Es en lo que lo asimilas, es coñac. Un calor invadió su cuerpo de repente. ¿Mejor? Siento calor. Si pronto sentirás relajación. ¿Qué hago aquí Dante? ¿Porqué te fuiste? Creo que es más que obvio Dante. No podía seguir siendo tu juguete, seguir faltándome el respeto a mí misma. Y después de como me trataste la última vez. No quise hacerte sentir así Elena no pensé que fueras irte cuando salí te habías marchado sin más. ¿Y que querías que hiciera Dante? Saliste de mi y solo me diste la espalda como si fuera una...Sé que no eres una cualquiera Elena. Si lo pensara no te hubiera metido en mi cama te lo aseguró. ¿Entonces porqué lo hiciste? ¡No lo sé! Siempre me estabas retando, sacándome de mis casillas y me llevaste al limite como nadie se había atrevido hacerlo antes y entonces cuando te bese para callarte solo para callarte algo pasó. De ahí en adelante no pude más que pensar en ti. Contigo es diferente Elena. No pude tan siquiera poner reglas, ni pautas como con Gina o Tanisha. Tú cambiaste todo me viraste todo. Solo quería estar contigo y sentirte cerca. ¡Ni siquiera he dormido con ellas! Y contigo lo hice. Fue y la tomo por los hombros levantándola. ¿Qué me hiciste Elena Evans? ¿Qué? Dicho esto la beso; la beso con necesidad porque todo ese tiempo la había necesitado. Elena logró separarse de él. ¡No! No voy a caer de nuevo. Ya no. No sé que quieres Dante. ¡Ese es el problema Elena! Yo tampoco sé que puedo y quiero darte. No puedo ofrecer amor Elena porque esa palabra para mí no existe. No voy a engañarte con promesas, porque no las puedo cumplir. Y esperanzar algo que no puedo brindar, no sería justo para ti. Pero no puedo dejar de pensarte, de querer tenerte a mi lado Elena. Fue hasta ella acercándola a su cuerpo. No me rechaces Elena por favor. Elena vio súplica en sus ojos. Y aquella sensación volvió y su cuerpo la delató temblando ante su cercanía. Lamento haberte dicho esas palabras hirientes Elena. Solo estaba celoso, tal vez no puedo decirte que te amare pero si puedo asegurarte que siento algo contigo que no lo puedo definir. Déjame sentirte Elena, déjame acariciar tu piel y sentirte mía de nuevo. Quiero que mis sabanas adquieran tu aroma. Dante la beso y Elena no pudo rechazarle porque la realidad era que le extrañaba. Y una vez más terminó en sus brazos, sintiendo aquellas sensaciones que pretendió olvidar. Era de madrugada y Dante despertó alterado pero miro a su lado y vio que ella estaba allí dormida en su cama y pego su nariz a su cuello y aspiro su aroma para luego abrazarla y pegarse a ella. ¿Qué tienes Elena Evans? Que me haces perder la cabeza y toda lógica.

Llego la mañana y un aroma le despertó fue hacia la cocina y allí le vio con una de sus camisas y cocinando desayuno. Fue hasta ella y la abrazó desde atrás y depósito un beso sorprendiéndola. Huele bien. Son pancakes de moras. Delicioso. Dijo mordiendo su oreja. Ella reía y esa risa a Dante lo enloquecía, le alegraba su vida. Si sigues así creo que el desayuno se va a enfriar. Pues déjame calentarlo. La levanto enredando sus piernas en su cintura y la beso. Debemos comer. Lo haremos. Dante llevo a Elena a su recámara y fue hasta su baño y entraron a su ducha, Dante quitó toda prenda de ropa de ella y suya abrió el grifo y comenzó a mojarla sin dejar de besarse. Tomo la esponja y el jabón pero esta fue arrebatada por ella quien comenzó a acariciar con ella su espalda, torso y abdomen. Dante estaba a punto de perder el control pero le quitó la esponja y entonces fue él quien acaricio cada parte de su cuerpo. Elena gemía ante esas caricias y cuando Dante sintió que estaba lista para él la levanto en peso y pego a la pared para luego entrar en ella. El agua refrescaba aquel inmenso fuego que ambos emitían. Elena apretaba la espalda de Dante porque sus fuerzas la estaban abandonando de tanto placer provocado, y de pronto ambos al unísono alcanzaron esa explosión eléctrica que les daba unirse. Tiempo después Dante llevaba a Elena a su piso frente a su puerta y no dejaba de besarla. No quiero dejarte. Debes hacerlo tú madre te espera para desayunar, bueno ya será almuerzo. En cuanto termine vendré por ti. Quiero llevarte a cenar. ¿A cenar? Ambos rieron. Si a cenar. Está bien. Elena. Si. Aún debemos hablar. Está bien lo haremos. Beso por última vez sus labios y entró. ¿Se puede saber dónde estabas? Lou la recibió muy enojado. Te escribí y te dije que no te preocuparas. Pues lo hubiese hecho si Albert no me hubiese estado llamando cada momento. ¿Qué pasó? Aunque por la cara que traes parece que pasaste una muy buena noche y Albert no fue quien la causó. Estuve con Dante. ¡Dante! ¡Elena! Por favor Lou no arruines mi día te lo ruego. No ahora. Pero pensé que habías sacado a ese energúmeno de tu vida y hasta tenía la ilusión de que le hicieras caso a Albert. ¿Lo sabías? Todos lo sabíamos excepto tú Elena. Ese hombre ve luces por ti desde hace mucho. Creo que cometiste un error en fijarte en su hermano. Lo sé pero en el corazón no se manda. Claro que se manda. Deja de pensar con la que tienes en medio y piensa con esta. Le tocó la frente. Lou. Ya deja el tema no quiero hablar contigo. Lou salió muy enojado del estudio y Elena sintió por un momento que había cometido un grave error al volver con Dante.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora