Cap 19

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Llego el momento de volver a la realidad Elena y Dante no habían definido lo que tenían o si en realidad existía algo

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Llego el momento de volver a la realidad Elena y Dante no habían definido lo que tenían o si en realidad existía algo. Solo sabía que esos días que había pasado junto a él fueron un sueño un hermoso sueño del que no quería despertar aunque fuera todo una mentira cruel. No quería pensara, ni analizar que tenían solo viviría aquel evento y lo guardaría en su mente y en su corazón. Podía sentir, podía alguien hacerla sentir que no era fea, ni poco deseable para un hombre. Pudo entregarse después de todo lo que vivió, sentir caricias que no le dolían, ni unas manos que solo pegaran. Sintió libertad y eso jamás lo olvidaría aunque para él solo halla sido una más. Ninguno habló durante el viaje ambos estaban exhorto en sus pensamientos. Ya en el aeropuerto tomaron sus equipajes. Bien nos veremos mañana en al oficina. Dijo él y ella asintió sin mirarle. Hasta mañana. Dicho esto él siguió su camino y ella el suyo. Llego a su piso y Lou la recibió. ¡Pero que bien te ves! Por lo visto ese viaje te vino estupendo. Si. Se te ve más relajada como cuando se tiene mucho sexo. Lou no empieces, estoy agotada por el viaje. ¿Tienes hambre? Prepare cena para mí y una amiga que vendrá y hay bastante para tres. No gracias estoy cansada solo me duchare y dormiré así que si tú y tu amiga van a tu sabes no hagan mucho ruido por favor. Lou se carcajeó. Envidiosa. Si como digas.

Al día siguiente fue a su trabajo y no sabía cómo le miraría, ni como sería su relación de ahora en adelante pero por ahora no podía abandonar ese empleo, le era imposible porque lo que ganaba ayudaba mucho a cumplir su deuda y mantener su compromiso. Fue a su oficina y colocó su té como siempre y su vaso de agua mineral con una lasca de limón. El llego hablando por su celular y solo le miró breve y siguió en su conversación ella decidió salir hasta que oyó su voz. No te retires aún. Dicho esto ella se volteó y espero por él. Bien revuélvelo y luego me llamas hasta luego. Necesito que me traigas los documentos del caso Higgins. Enseguida. No le dijo nada más la indiferencia volvió y ella entendió que ya todo había acabado y no fue importante para él como él lo era para ella. Por más que lo negará Dante no había sido solo sexo fue algo más pero no podía esperar nada de él porque él no le había ofrecido nada. Entonces se dio cuenta de que por primera vez estaba enamorada, se había enamorado como en las películas pero a diferencia de ellas su final no era felicidad si no amargura porque de todos los hombres que pudo haberse enamorado se enamoró del hombre que nunca correspondería y mucho menos le entregaría su corazón. Elena estaba concentrada en su trabajó y de pronto alguien la tomo por sorpresa y le beso la mejilla. Ella se sobresaltó. ¡Albert! Se puso de pie y sé abrazaron. Que bueno verte. Pues no parece porque llegare ayer y son prácticamente las 5 y ni me has llamado. Lo siento llegué muy agotada y tengo trabajo demás hoy. Si imagino que si. ¿Y Hawái? Elena se puso nerviosa. ¡Bien! Todo bien. ¿Te pasa algo? No, porqué preguntas. Te noto tensa. No es nada tranquilo. Te invito a cenar esta noche. Quisiera pero quede en cenar con Laura y los chicos a menos que quieras acompañarnos. Pues si no me molesta. Está bien. ¿A qué hora te recojo? A las 8. Perfecto a esa hora será. Nos vemos. Elena fue a despedirse de Dante y al entrar no le vio en su escritorio de pronto la puerta se cerró y al virarse le vio tras ella, él la había cerrado. Solo vine a decirle que ya me retiro. El se retiró la corbata y se acercaba a ella. Debo irme Sr. Willous que pase buena tarde. Dijo agitada al ver la mirada de deseo de aquel hombre. De pronto se vio acorralada en su escritorio Dante había puesto ambos brazos alrededor de ella y no podía salir. ¿Qué haces? No dijo nada solo la levanto por las caderas y la sentó en el escritorio y apartó de un manotazo todo de el. Elena estaba en un trance y no podía pensar. Dante detente por favor. Su boca decía eso pero su cuerpo decía otra cosa y Dante lo sabía y sin más tomo sus labios como había deseado hacerlo desde que la vio en la mañana. Elena no le rechazó y eso le hizo seguir porque no aguantaba estar sin ella, dentro de ella. Oler su piel, besar sus labios y hacerla suya. Le acarició como sabía le gustaba y ella reaccionó con aquel gemido que lo enloquecía. Elena estaba enloqueciendo por aquellas caricias  que debilitaban su pensamiento y razón, hasta que suplicante le dijo al oído. Hazme tuya. Sin más así lo hizo, Dante entró en ella una y otra vez cada embestida más fuerte que la anterior mientras que Elena besaba y mordía su cuello y aquello lograba sacar toda cordura de él. Ambos gemían de placer al estar unidos. Dante no se cansaba de su aroma, de su cuerpo era como si Elena fuera una droga de la cual no podía tener control y por más que intentaba dejarla no podía. De pronto sus cuerpos estallaron en un placer fuerte y pleno. Dante beso su boca de nuevo y se retiró de ella. Elena se bajó del escritorio y vio como él se iba a su sanitario y cerraba la puerta tras de sí. Entendió que ya no la necesitaba y se marchó corriendo de allí.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora