Cap 42

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Elena se estaba acostumbrando a estar con Albert, hacia tantas cosas juntos y Donovan lo adoraba. Estaban bañando a Bella cuando Elena tomo la manguera y mojó a Albert quién sin más trataba de quitarle la manguera, forcejeaban y logró quitársela y mojarla sin soltarla de la cintura  estaban muy cerca el uno de otro  y no dejaban de reír hasta que sus ojos se observaba profundamente. Una bocina los separo era Fer la secretaria que salía con Albert desde hacía varias semanas. ¡Fer! ¿Qué haces aquí? Pues te he llamado varias veces y al ver que no contestabas decidir venir. Es que el celular está adentro lo siento. Voy a cambiarme está ropa mojada, pasa Fer te serviré algo de tomar en breve. Gracias Elena. Elena fue a la casa y en su habitación se quitó la camisa y el sostén mojado pero al entrar noto que las toallas no estaban, había dejado la canasta en la habitación de Albert en la mañana porque Donovan se había caído y fue en su ayuda. No escucho voces pensó qué tal vez aún no entraban así que fue corriendo hacia ella y de pronto Albert salía del baño de la habitación y se quedo observándola. Elena tapo sus pechos con sus brazos y su vergüenza era evidente por sus mejillas sonrojadas, tomo la toalla y salió corriendo de allí. Al llegar a la cocina no se atrevió mirarlo a la cara. ¿Te parece un pedazo de pie Fer? No gracias, Albert me llevará a comer. Ah bueno. ¿Nos vamos? Albert asintió. Donovan fue hacia Albert y no quería dejarlo ir y comenzó a llorar. Donovan Albert tiene que salir, después viene. Albert no quería soltarlo y mucho menos dejarlo así. Dámelo ve, se le quitara luego. Siempre lo hace conmigo, con tía Emma, es normal cuando se encariña y se acostumbra. ¡Papi conmigo!¡Pobre! Albert creo que deberías mudarte para que así Donovan no se confunda. Ya te llama papá. Mudarse, esa idea por alguna razón no le agradó a Elena. Voy a calmarlo y nos iremos en breve Fer, no voy a dejarle así. Elena se conmovió al ver la preocupación de Albert por Donovan. Tiempo después se marcharon. Albert llego tarde y cuando Elena miró por la ventana de su habitación vio como se besaba con Fer, y veía como la besaba hasta dejarla en un trance, de pronto sintió deseos de ser ella a quien besaran así, dejo de ver. Minutos después su puerta sonó. Elena. ¿Duermes ya? Ella medio abrió la puerta. ¿Qué pasa? Solo quería saber si Donovan se quedo tranquilo. Sí, todo bien. Lamento el mal rato. No hay porque, es normal que piense eso siempre me ve aquí y pues lo acostamos juntos y solo asocia. Creo que debo ya comenzar a hablarle. Bueno que descanses. Gracias. ¡Ah lo olvidaba! ¿Qué? Lindos pechos Elena. Elena se enrojeció hasta más no poder. Al día siguiente Elena estaba furiosa por algo que no cuadraba en su trabajo y de pronto Albert puso frente a ella una tasa de chocolate caliente. Ella sonrió. De veras que funciona la receta de tu mamá. No olvidas. Jamás. Sé que te calma por eso lo traje. Oye no he visto que Fer te llame hoy. Ya cortamos. Ah sí. Si. El teléfono de Elena sonó ella contestó. Sí, hola. Por supuesto que me acuerdo de la invitación te confirmo esta tarde después que hable con quien cuidara de mi hijo. Perfecto, adiós. Albert se puso serio. ¡Elena saldría! ¡Qué! ¿Una cita? Pues sí. Creo que ya es tiempo. Y pues no sabía que tú y Fer habían cortado así que le pregunte si podría cuidarlo contigo y dijo que si. Pero si no quieres yo suspendo la cita. ¡No! Está bien, creo que necesitas salir a divertirte. ¡Eres un sol! Beso su mejilla. Al menos dime quién es. No. ¿Porqué no? Porque te conozco y sé que mandaras a averiguar hasta el nombre de su mascota de niño y las causas de su muerte. ¡No inventes! Albert Willous cuando se trata de las personas que te importan eres un poco exagerado. Lo disimulas pero haces cosas como esas. No es cierto. ¡Ah no! Cuando la tía Emma y tu mamá salieron con unos amigos a cenar me hiciste indagar hasta su peluquero, bueno no tanto así pero si hubieses podido lo hacías. Solo quise saber que estaba en buenas manos, no dije, no hice nada fuera de saber. Además tú también querías saber. Mejor dejémoslo así. Llego el día de la famosa cita y cuando Elena bajo Albert no podía dejar de mirarla estaba hermosa con aquel vestido rojo ceñido a su cuerpo. ¿Qué tal me veo? ¡Estas hermosa! Ese galán quedara prendado al verte. ¿No es mucho descote? Pues tal vez si te pones esto. Albert le dio una camisa de botones que tenía puesta. ¡Albert! Ambas protestaron. ¡Qué! Solo pienso que deberías taparte un poco para que el tipo se concentre en tus ojos. Y que interesan los ojos, Elena lo que busca es acción. ¡Qué acción ni ocho cuartos! Solo es cena. Dijo ella. Ningún hombre le gustan las chicas fáciles recuerda eso. Pues no vi que te disgustara. ¡Escuchen! Estoy nerviosa y ustedes no ayudan. Sonó la puerta y Albert abrió. Buenas noches. ¿Se encuentra Elena? ¿Quién le busca? Mi nombre es Tom; Tom Parker. Albert le dio la mano y su apretón no fue muy amigable para el hombre. ¡Sí estoy aquí! ¿Lista? ¡Sí! Amigo eh...necesito mi mano. Albert la soltó y los vio partir. ¡Que se diviertan! Grito Fer. Espero que sí, el doctor Parker está como quiere. ¡Doctor! Sí, Tom es pediatra y uno de los mejores y lleva tiempo detrás de ella. Puse preservativos en su bolso, por si se da. Albert no le gusto eso. En el restaurante la cena estaba bien pero Elena estaba incomoda. ¿La cena es de tu agrado? ¡Sí! Está bien. Si no te gusta podemos pedir otra cosa. No tranquilo es solo que no tengo mucho apetito. Noto nerviosismo en ti más del común cuando llevas a Donovan. Bueno es que esto de las citas es nuevo para mí y no sé cómo comportarme, ni que esperas. Tranquila Elena las citas son para conocerse y dialogar. A través de ellas vemos si somos compatibles o no. No voy a mentirte me gustas y lo sabes pero no pretendo nada más que cenar y platicar. Quiero conocerte Elena. Pues siendo así me das más calma. Albert miraba el reloj a cada rato. Fer se había quedado dormida y vio llegar el auto, eran las 12 de la media noche. No quiso mirar la despedida. La pase muy bien Tom, y gracias por todo. Fue un placer y espero que repitamos esto. Ya veremos. Tom fue a besarla pero Elena puso la mejilla. El se marchó y ella entró. Vio a Fer dormida en el sofá. Fer, ya llegué. ¡Qué! ¡Elena! Sí soy yo. Llegaste temprano. Creo que lo justo para ser la primera cita. Ok. ¿Y Albert? Creo que se acostó. Bien será mejor irme ya. Resolviste con él. Pues la verdad es que ya no me interesa Elena, es lindo y todo pero ese hombre no le interesan las relaciones solo lo casual. Entiendo. Gracias Fer. Entró a su habitación y cuando encendió la luz dio un brinco al ver a Albert. ¡Casi me da un infarto! El restaurante era de 24 horas por lo que veo. ¡Qué! Mira la hora en que llegas. Sé bien a la hora en que llegue Albert. ¿Y eso que? Déjame ver tu bolso. ¿Para que? Déjame verlo. ¡No! Albert se lo arrebató abriendo el mismo y vio que el preservativo estaba ahí. ¿Tranquilo ya? Solo te cuido de no cometer errores. ¡Y si los cometo qué! Más de los que hice no creo. Y según tú, se puede tener buen sexo casual. Así que, ¿Porqué yo no? ¡Porqué! ¡Sí! Bueno porque eres distinta, tú eres demasiado inteligente y valiosa como para que te tomen solo por sexo. No soy santa Teresa Albert y como tú tengo necesidades. ¡Qué! ¡Necesidades! Y tarde o temprano lo tendré y tú no podrás...Albert la empujó contra la puerta y tomo posesión de sus labios, fue un beso hambriento lleno de deseo que hizo que ambos jadearan. ¿Qué haces? Preguntó Elena muy excitada sobre los labios de Albert. Cubriendo tus necesidades. Volvió a besarla y está vez la levanto en peso lo que hizo que Elena envolviera sus piernas a su alrededor. Si no me detienes ahora no podré parar Elena. La depositó sobre su cama y ella estaba cegada por el deseo y le arrancó la camisa rompiendo los botones. Albert entendió que ella no pararía, volvió a besarla bajando por su cuello saboreando su piel. Quitó su vestido y la despojo de sus prendas íntimas y luego se deshizo de las suyas dejándole ver su buen cuerpo. Eres perfecta. Le dijo para luego besarla. Elena se sintió bien porque aunque comenzó algo rudo el evento luego Albert lo torno especial y sus caricias eran suaves pero le hacían estremecer. Albert la besaba sin parar, posicionó a Elena sobre él dándole el dominio de todo pero sin dejar de tocarla y hacerla gemir no solo por estar dentro de ella, si no por acariciarla delicadamente y sobre todo eficazmente sacando un gemido que inundó la habitación.
Ella había alcanzado el placer y fue entonces cuando la deposito delicadamente sobre la cama y comenzó a embestirla despacio sin prisa. ¡Albert! Ella suplicaba que lo hiciera más fuerte. Despacio Elena, quiero oírte gritar otra vez. Y sin más salió de ella dejándole vacía en su interior pero para su sorpresa Albert invadió de nuevo su intimidad pero con sus labios. Elena creía que iba a morir de tanto placer que estaba sintiendo. Entonces cuando estaba a punto de volver a gritar Albert entró en ella y la embistió fuerte haciéndola gritar de placer mucho más que antes. No aguanto más y sus embestidas eran fuertes y rápidas hasta llenarla de él. Beso sus labios y luego se hizo a un lado llevándola sobre su pecho. El silencio reino por un tiempo, Albert acariciaba su espalda. Seguimos siendo amigos. ¿Verdad? Pregunto ella. Si eso quieres sí. Después de esto tal vez...El la hizo callar con un dedo sobre sus labios para luego depositar un beso. No es momento de arrepentimientos absurdos sabiendo que deseábamos esto. No le demos cabeza a ello y solo vivamos día a día Elena. Déjame amarte. Es que no quiero dañarte, ni dañarme a mí misma. Por una vez déjate llevar Elena. ¿Acaso no quisieras repetir esto? Ella asintió porque la realidad era que le gusto estar con él. Entonces solo siente Elena y nada más. Volvió a besarla y comenzaron todo de nuevo hasta quedar exhaustos al amanecer. Elena y Albert no perdían oportunidad para tocarse y no había lugar en donde no lo hallan hecho como adolescentes descubriendo sexo. Compartían todo hasta la cama, no habían ataduras, ni nombres a lo que tenían pero si se respetaban teniendo exclusividad el uno al otro. Reían y hablaban de diversos temas que muchas veces hacían caldear la conversación pero que Albert apaciguaba con solo un beso y un abrazo que lograba calmar su carácter. Eran felices, pero. ¿Hasta cuándo?

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora