Cap 49

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¿Todo bien Elena? Le pregunto la Sra. Willow. No entiendo cómo pueden haber mujeres tan miserables en esta vida. Imagino que lo dices por Alba. Esa mujer es un mounstruo. Quisiera llevarme a Joseph unos días. ¿Cree que Dante se oponga? Pues en las condiciones en las que se encuentra no lo creo. No tiene cabeza para nada. Tal vez si se fueran todos. ¿Porqué no se van los cuatro? No creo que eso sea buena idea. Elena, Dante necesita a sus hijos cerca y otros aires que le ayuden. No quiero que vaya a interpretar otra cosa. No lo creo, y si así fuera. ¿A qué le temes? Yo no le amo como él quiere que lo ame. Yo...Elena calló. Amas a Albert. Ella asintió. Elena, creo que debes ir descartando esa idea de tu cabeza y de tu corazón. Creo que mejor deberías tratar de...No lo diga por favor. Dante fue muy importante para mi, me mostró que yo podía ser una mujer completa y decidida. Me hizo creer de nuevo en mi como mujer. Y tuvimos momentos buenos y de felicidad pero, no fue un amor real, de esos que cuando te das cuenta mueven tu mundo y te mueves al compás de el mismo. Éramos dos heridos tratando de pegar nuestros pedazos. Fuimos ese apoyo necesario pero no era nuestro tiempo. No nos perteneciamos. No pretendo que me entienda, pero al menos comprenda que por más que quisiera sentir ese amor por él, se me hace difícil lograrlo cuando Albert ocupa todo tiempo y espacio. Pero sé que nunca podrá ser, eso lo tengo claro. Elena se marchó hacia su habitación.

Dante observaba la luna desde la ventana del despacho. Elena entrócon una bandeja y le vio con el vaso de licor. Dante deja de tomar, el alcohol no es buena opción. Le quitó el vaso de sus manos. No has comido nada, ven te hice una sopa. Lo tomo de la mano y lo guió a sentarse frente a la sopa. Gracias Elena. No quiero que enfermes por no comer. No me refiero a eso. ¿Y a qué? Gracias por estar a mi lado en medio de este caos. Ya te lo dije Dante, eres el padre de mi hijo, familia. La familia nunca se deja sola en medio de los problemas. Dante tomó su mano. ¿Cuándo te perdí? Dante lloro amargamente y se aferró a su cintura, Elena sintió su dolor y le acaricio su cabeza y acompaño sus lágrimas.

Elena accedió a que los tres fueran a su casa a pasar unos días. Había pasado una semana desde que Dante y los niños estaban allí. La casa era algarabía por los niños y Elena había invitado a Lou y Miranda a quedarse, también a la tía Emma. No quería que Dante mal interpretará las cosas. Habían hablado mucho durante esa semana y se le notaba más tranquilo. Estaba en el porche observando el atardecer cuando él se acercó. Mañana volveremos. Elena asintió sin dejar de mirar al horizonte. Creo que nunca habíamos hablado tanto en lo que nos conocemos Elena. Ambos sonrieron. Pude conocerte mejor. Lo mismo digo Dante. Creo que cuando vivimos juntos nunca nos dedicamos a conocernos tanto como ahora. Eso se llama amistad Dante, un paso que nos saltamos. Sí eso creo. Tal vez por eso ahora lo amas. Elena se tenso ante su comentario que sabía se refería a Albert. Que enredó es nuestra vida Elena. Algún día mejorara. ¿En serio lo crees? Esa es mi esperanza Dante. Tienes mucha fe. Tú amandolo a él, yo a ti y él simplemente desapareció. No tuvo opción. El sólo quería nuestra felicidad y no ser la nota discordante. Pero esa nota no es él. ¿Cierto? Mejor dejemos ese tema, ahora lo que importa es Joseph. Debes enfocarte en darle todo tu amor Dante. Sonó su teléfono. Diga. ¡Cómo! Enseguida voy para allá. ¿Qué sucede? Mamá está en el hospital, se cayó por las escaleras y van a operarla. ¡Dios santo! Voy contigo. Dante y Elena salieron hacia allá.

Llegaron al hospital. Margaret Willow. Le pregunto Dante a una enfermera. Esta en sala de operaciones siga al final del pasillo donde está la sala de espera para los familiares. Ambos fueron hacia allá y al llegar se toparon con Albert. Elena quedo estática al verlo allí. ¿La viste? Antes de entrar a sala hable con ella y cuando fui a la casa me topé con toda la situación. ¡Qué paso! La verdad es que mamá no tropezó sola Dante. ¿A qué te refieres? Alba la empujó. ¡Qué! Discutieron y cuando supo que tú y Joseph se habían ido con Elena se volvió loca. Mamá le dijo unas cuantas verdades y pues en su locura la empujó. ¡Hasta cuándo esa mujer hará daño! ¿Llamaste la policía? Ya lo hice y están por llegar. Bien. Gracias a Dios los niños están lejos y a salvo. Llamare a la tía Emma para que estén muy pendientes. Respondió Elena. La policía llegó y Dante hablaba con ellos, Elena terminó la llamada y miro en dirección de Albert quién la ignoraba por completo. Sentía que la odiaba y no lo culpaba, ella había sido la causa de mucho dolor y eso la llenaba de angustia. Dante terminó de hablar con la policía. La buscarán, por lo pronto se comunicaran con la policía donde están los niños por seguridad. Contratare seguridad para mamá y también para los niños. Estaremos seguros Elena, nada te pasará a ti ni ninguno. Gracias. El tiempo pasaba y los tres esperaban en silencio hasta que salió el médico. ¿Cómo está ella? Pregunto Dante. La operación fue un éxito. ¡Gracias a Dios! Dijo Elena. Estará un buen tiempo recuperándose de su cadera pero ella es fuerte. ¿Podemos verla? Pregunto Albert. Sí pero uno a la vez. Ve tu primero Albert hace mucho que no se ven. Dijo Dante. Vayamos a la cafetería por un café Dante te hace falta y de vez le buscamos algo a Albert también. Ambos fueron a la cafetería. Elena. Dante tomó su mano. ¿De veras no cabe la posibilidad de que esto funcione? Al menos por los niños, tal vez renazca ese sentimiento que una vez nos unió. Elena quitó su mano. Lo siento Dante, no puedo. Ya cometí muchos errores en mi vida que me han llevado al desastre emocional. Y también se han lastimado buenas personas en ello. Elena lo miro a los ojos y acaricio su rostro. Eres un buen hombre Dante, y lamento todo lo que has tenido que vivir. Sé que hallaras la felicidad, volverás a amar y serás sumamente feliz. Luego le dio un casto beso en los labios y se marchó. Dante entendió que la había perdido. Elena se encontró con Albert sentado en la sala de espera, le acercó el café y un emparedado. Gracias. Se limitó a decir sin mirarla. ¿Cómo la viste? Adolorida pero estable. ¿Estás bien? Perfectamente. Albert se puso de pie la cercanía de ella le incomodó y Elena se entristecio al ver como la rechazaba. Voy a la casa. No debes ir sólo mejor te acompaño. No hace falta. Pero Alba puede hacerte daño. No hay razón para ello, en todo caso el daño querrá hacerlo a ustedes dos por estar juntos. No estamos juntos. ¡No! ¿Y cómo se le llama a estar bajo el mismo techo y llegar juntos? Albert no es lo que piensas. No te pedí explicaciones y no me interesa Elena, además es donde debes estar. Tú lugar es al lado de mi hermano. Esas palabras le dolieron en lo más profundo. Albert iba a irse pero Elena le siguió pese a lo que dijo. ¿A dónde crees que vas? Ya te lo dije, no puedes ir sólo. Albert iba a protestar. No importa lo que digas Albert, si te vas te acompañare. Sólo iré por ropa para ella y me cambiaré. Ok, vamos. Albert siguió caminando molesto con Elena detrás. Llegaron a la mansión el camino fue un verdadero sepulcro, silencio total. Albert entró y subió las escaleras dejando a Elena sola e ignorada. Elena medito en todo lo que estaba ocurriendo y tiempo después subió y entró a la habitación de Albert quería aclarar las cosas aunque fuera la última vez. Albert estaba en el baño así que espero, Albert salió solo con una toalla alrededor de su cintura. Allí estaba con su cuerpo perfecto y deseable como lo recordaba y extrañaba. No te han enseñado que no se entra a la habitación de un hombre sin avisar, y más siendo la mujer de otro. Lo lamento por entrar así pero no sé de dónde sacaste que soy mujer de otro. Eres la mujer de mi hermano. No soy la mujer de tu hermano. Pues eso no me pareció en la cafetería y mucho menos si están viviendo juntos. Creó que has malinterpretado las cosas Albert. Albert rió. De veras que eres increíble. ¿Vas a negarlo en mi cara? No voy a negar que Dante ha estado en mi casa pero también lo están Lou, Miranda, la tía Emma y los niños. Todos están halla e incluso la tía Emma duerme conmigo y Dante con los niños. Y lo del beso pues sólo fue por compasión Albert, él la está pasando muy mal. Vaya consuelo sueles dar Elena, o sea que si llora imaginó que le darás una buena noche. Elena se enojó ante sus palabras y lo abofeteo. Albert en reacción la tomó por la cintura y la pego a su cuerpo y sus labios estaban muy cerca, el calor se hizo presente junto con el deseo de besarse y no se hizo esperar. Albert tomó posesión de su boca esa boca que extrañaba. Elena se encendió como una chispa la verdad era que extrañaba sus caricias y la manera en que la tocaba y le hacia sentir plena. Albert arrancó su camisa de botones dejando su sostén a la vista y besando sus senos sobre la tela. Elena gimio ante ese acto. La toalla cayó al suelo y la ropa pronto desapareció como por arte de magia y fue suya de nuevo. Albert se puso de pie. Como dije das buenos consuelos. Fue al baño y cerró la puerta tes él dejando a una Elena humillada y herida. Elena recogió su ropa se vistió como pudo hasta con su camisa rota y salió de allí envuelta en llanto. Albert la odiaba, la despreciaba, se volvió a sentir poca cosa. Para ella había sido maravilloso pero para él fue sólo un revolcón.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora