I

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Los años habían pasado lentamente, la joven y pequeña familia disfrutaba de un desayuno que la madre preparó.

—Frankie, baja a desayunar.

—Ya voy mami.

El pequeño Frank de cuatro años, bajo por las escaleras para luego abrazar fuertemente a su mamá.

—Buen día mamá.

—Buen día mi niño, sientate. Preparé waffles.

—Sí.

Frank se sentó, tomó una servilleta la dobló y la puso al lado de su plato. Con sus dos pequeñas manos agarró los cubiertos y empezó a comer.

Su madre lo miraba atentamente, su hijo había aprendido a utilizar perfectamente los cubiertos a los tres años. Su forma de comportarse en la mesa no era la de cualquier niño de cuatro años.

A Frank no le gustaba mancharse con la comida, en la mesa él era callado a no ser que lo inviten a formar parte de la conversación, lo cual ocurría siempre, pues solo se trataba de él y su madre.

—Gracias.

—Provecho cariño.

El pequeño se levantó de su lugar, tomó su plato y su vaso para depositarlo en el lavaplatos.

—¿Terminaste? — preguntó acercándose a su joven madre.

—Sí Frankie.

Frank repitió su anterior acción con el plato de su madre.

—Frank ve por tu mochila, ya debemos irnos.

—Sí mamá.

El pequeño cargó la mochila en su espalda y junto a su madre salió del departamento.

Subieron al automóvil de Linda para dirigirse a un preescolar al que Frank asistía, pues su mamá no tenía suficiente tiempo para cuidar de él, a causa de su trabajo.

Al llegar, Frank bajo del automóvil y se despidió de su mamá.
Linda le dio un beso en la frente y partió a su trabajo.

La mañana avanzó normal, como todos los días.
En el receso, los niños salieron al patio a tomar un descanso y jugar.

La maestra los observaba de lejos, procurando que todo estuviera en orden. Notó la ausencia de Frank en el patio y salió a buscarlo.

La mujer lo buscó por todas las aulas, finalmente entró a la biblioteca y lo vio sentado junto a un estante, con un libro en las manos.

—Frank ¿Que haces aquí? ¿No quieres salir a jugar con tus compañeros?

—No me gusta jugar con ellos.

—¿Por qué? ¿Te tratan mal?

—No — negó con la cabeza —Son algo torpes cuando juegan.

—Pero puedes hacer otras cosas, no es bueno que te quedes aquí solito.

—Pero, me gusta estar solo. Además así puedo leer.

—¿No prefieres un libro con mas dibujos?

—No, me gustan más éstos. Son más interesantes.

—¿Sabes leer?

—Sí — respondió sin quitar su vista del libro.

—¿De verdad sabes leer? —replicó divertida.

—Sí, mire.

Frank empezó a leer un pequeño párrafo del libro, mientras la maestra lo veía anonadada.

Polimatía [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora