XVII

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Era una mañana un poco fría en la ciudad de New York, Frank salió del edificio un poco adolorido, pues la noche anterior había tenido que dormir en el sofá.

Ray no podía llevarlo esa mañana al trabajo, por lo que Frank tuvo que tomar el autobús, era una de las cosas que más odiaba hacer y estaba considerando seriamente en comprar un automóvil.

Ese día fue como cualquier otro, el trabajo nunca terminaba porque él no podía parar de investigar, aún así salió más temprano que los otros días y todo para ir a visitar a su madre.
Tomó nuevamente el autobús que lo dejaría cerca. Al llegar a su destino camino unas cuantas calles y por fin logró llegar.

Tocó el timbre y como de costumbre le abrió una mujer que con un gesto amable le dejo pasar.

—Frankie... no te esperaba hoy — su madre fue a abrazarlo con todo ese cariño que le tenía.

—Lo sé, pero te irás este fin de semana y bueno quería verte.

—Ven, ordenaré que te sirvan té.

—¿No podemos hacerlo nosotros? Ya sabes como antes...

—Está bien, vamos a la cocina.

Ambos caminaron a la cocina, al adentrarse, Linda calentó un poco de agua mientras Frank se sentaba en uno de los mesones.

—Dime que has hecho estos días.

—No mucho, Ray me ayudo con los muebles pero aún me falta más y bueno, solo eso... creo que me gusta mi trabajo en la universidad.

—Me alegra... ya no estás pensando en volver a Inglaterra ¿verdad?

—El futuro es incierto, hoy podría estar aquí, mañana en Inglaterra y tal vez después en China. No lo sé.

—Antes me gustaría que conozcas una buena chica y ambos sean felices.

—Mami, aún tengo diecinueve años. No puedo pensar en eso.

—En unas semanas cumplirás veinte... yo creo que sí.

—Patrick ya casi tendrá veintiuno y no piensa en eso.

—Patrick es un chico adorable y estoy segura de que conseguirá a alguien pronto. Si no es que ya tiene a alguien.

—¿Y qué me dices de Ray?

—Es alguien adorable y de buen corazón, no tardará mucho en conseguir una pareja.

—Entonces ¿por qué yo debo hacerlo desde ahora?

—Te lo digo porque soy tu madre y te conozco.

—¿A qué te refieres con eso?

—Conozco muy bien tu actitud y sé que deberías preocuparte si no quieres pasar tu vida solo.

—¿Qué tiene de malo estar solo? Así no habrá nadie que me estorbe si quiero hacer algo como dedicar mi vida a una investigación importante para la física.

—¡Yo quiero nietos Frank!

—Existen varias formas, no siempre debo casarme.

—Frank — lo regañó.

—Bien, pero suponiendo que llegue a casarme ¿con quién lo haría? No hay nadie adecuado para mí.

—Ya lo sé, pero he estado pensando... que tal Jamia, ustedes son buenos amigos.

—Exacto, somos buenos amigos. No quiero arruinar eso con un matrimonio.

—Pero además ella es muy inteligente, ambos son idénticos y...

Polimatía [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora