Polimatía [Frerard]

XII

Ya habían pasado varias semanas desde que Frank conoció a Donald.
Ahora la familia Iero se preparaba para la cena previo a la boda.

Frank estaba en su habitación arreglando su traje negro, su madre hacía lo mismo con su vestido, era de color negro, muy elegante y claramente de un precio alto.

—Frank ¿estás listo? — preguntó Linda entrando a la habitación del mencionado.

—Sí... mamá, no quiero ir.

—Pero... — su mamá suspiró sentándose en la cama —. Cariño... no me hagas esto.

—Mamá, no lo hago por el hecho de que te vayas a casar... sabes que odio este tipo de cosas. Allá habrá mucha gente... no conozco a nadie, me sentiré muy incómodo.

—Solo es por esta noche.

—Y la boda.

—También, pero te pido que por favor hagas esto por mí... jamás te pedí muchas cosas, cuando eras niño te llevaba a los seminarios de ciencia que tanto te gustaban.

—Eran sobre física aplicada.

—Como sea.

—Está bien — dijo al fin para luego suspirar fuertemente —. Pero no prometo nada.

—Te espero abajo.

Linda salió de la habitación dejando a su hijo con una sensación de fastidio, el no quería ir a esa cena. Sabía que asistirían mucha gente y ese obviamente era algo que odiaba.

Al cabo de diez minutos bajó a la sala par encontrarse con su mamá.

—Pero, cambia de cara — le dijo su mamá sonriendo.

Tocaron el timbre y su mamá fue a abrir lo más rápido que pudo, ya que esos tacones eran algo incómodos.
Por la puerta entró Donald con una sonrisa al igual que la de Linda.

—¿Están listos?... es un poco tarde así que lo mejor es irnos.

—Sí... vamos Frankie.

Los salieron de la casa y se subieron al automóvil de Donald, cabe destacar lo lujoso de ese automóvil.

Frank se sentó en los asientos de atrás, el auto avanzó y mientras más se alejaba las casas iban cambiando a unas más elegantes, algunas con características de antaño, otras más modernas.

Frank no tardó en notar que Jamia y Patrick vivían cerca de esa zona. La zona de familias con dinero.

Llegaron a una casa bastante grande, con ventanales y la  puerta de entrada era enorme.

Las grandes rejas se abrieron y el automóvil entró, una vez que quedó bien estacionado, Donald se encargó de apagar el motor.

—Debemos entrar, nos esperan.

Frank se puso evidentemente nervioso. No sabía que era, simplemente quería esconderse en algún lugar. Jamás había sentido algo así, ni siquiera en su primer día de universidad.

—Vamos Frankie... — le animó su madre.

—Sí, te divertirás. Además ordené que prepararán comida vegetariana para ti — le dijo Donald.

—Está bien.

Los tres bajaron del automóvil.
Donald tomó a linda de la mano y ambos caminaron hacia la entrada, mientras eran seguidos por Frank, quien de alguna forma se había sentido... celoso.

Tal vez su comportamiento era ridículo pero tal vez no tanto, toda su vida solo habían sido él y su madre, ahora estaba a punto de dejar eso atrás para abrirle paso a una nueva familia. Una que Frank jamás esperó tener.