XXXV

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Sus ojos avellana se abrieron lentamente debido a la luz que entraba por la ventana, al girarse se sorprendió, pues no encontró a Gerard. Él no estaba a su lado pero tampoco estaba en ningún lugar de la habitación.

No le tomó importancia y caminó hacia el baño para asearse como todas las mañanas. Al terminar bajó a la sala.

En el comedor no había nadie a excepción de Mikey.

—Buen día Mikey, ¿y mi mamá? — preguntó tomando asiento.

—Salió temprano con papá, debían hacer algo pero no me dijeron qué.

—¿Viste a Gerard?

—Creo que esta con Bert...

—Ah...

Frank se levantó a buscar a Gerard. Al ir a la sala lo vio en la puerta, a punto de salir con Bert.

—Gerard ¿a dónde vas? — Frank se acercó cruzado de brazos.

—Ah, hola... saldré con Bert a recorrer la ciudad.

—Pero debes ir a la universidad.

—Hoy no, no tengo clases.

—¿Y quién me llevará a la universidad?

—¡Gerard ya vámonos! — gritó Bert ya fuera de la casa.

—P-pero...

—Lo siento, Frank. Pídele a Mikey que te lleve.

Y sin más Gerard salió de la casa dejando a Frank con la boca abierta.

¿Acaso el pelirrojo le estaba jugando una broma? Hace unos días rogaba por pasar tiempo con Frank. Y ahora, de la noche a la mañana eso cambió.

Definitivamente no entendía nada.

—Yo te llevo, Frank — Mikey apareció tras él haciendo que este se sobresalte.

—¿Seguro?

—Sí, me queda de camino a la universidad.

—Gracias.

Esa mañana Mikey llevó a Frank a la universidad, dentro del automóvil abundaba el silencio. Frank pensaba en todo lo que había pasado, se sentía enojado pero no solo era eso, había algo más y no lograba comprenderlo.

Tal vez el hecho de que Gerard se haya decidido a pasar una mañana con su amigo no era tan malo, pero eso no cambiaba la molestia en Frank.

Gerard no hubiera sido tan desconsiderado, si realmente le importara.

—Ya llegamos — anunció Mikey sacando a Frank de sus pensamientos.

—Nuevamente gracias — Frank salió del automóvil, no sin antes despedirse.

Se adentró a la universidad para luego encerrarse en su oficina. Pero había algo distinto esa mañana, estaba trabajando por el simple hecho de hacerlo, no por qué quisiera... no por qué le gustara.

En el almuerzo el panorama no cambió, no sentía el sabor de la comida y las personas ahí parecían estar más distantes que de costumbre.

—¿Por qué soy yo el que tiene que buscarte siempre? — Ray apareció de la nada sentándose al lado de Frank.

—A veces me pregunto si en realidad trabajas... y si es así me gustaría saber en donde lo haces. Todos necesitan horarios, Ray — habló Frank jugando con la ensalada de su plato.

—Trabajo en un proyecto muy importante... pero aún no estás listo para enterarte.

—Como quieras... mientras no se trate de una máquina del tiempo — bufó.

—Eh... no, claro que no — negó varias veces con la cabeza —. Pero dime enano, ¿qué pasó? Te ves triste... oh bueno, no sé como descifrar la expresión en tu rostro.

—Por muchos años te he confiado todos mis conflictos e inquietudes... aparte de ser un buen amigo, incluso más que eso, te convertiste en persona la persona que siempre se encarga de aconsejarme. Con el razonamiento lógico e intacto.

—Entonces cuéntame qué ocurre.

—Gerard pasa más tiempo con Bert que conmigo. Hoy no quiso traerme porque quería estar con él. Me siento molesto por eso... y lo peor es que no sé que hacer, ¿me estoy equivocando al sentirme así?

—Claro que no, es normal... pero me sorprende tu reacción, creí que no tenías sentimientos — se rió —. En fin, lo que estas experimentando es totalmente normal... pero ahora respóndeme algo, ¿cómo quieres que mate a Gerard? He pensado en castrarlo pero no sé.

—Ray no quiero que lo mates... pero castrarlo no suena mal.

—Genial... oye olvídalo — sacudió su cabello —. Por un momento olvidé que no entendías el sarcasmo.

—¿Era sarcasmo?

—Sí, lo siento.

—Pero Ray, necesito una solución. No tu sarcasmo.

—Bien, llama a Gerard y dile que venga a recogerte a la hora de salida. Si no acepta lo mato, y si acepta entonces deberás acercarte más a él y hablar sobre el tema.

—¿Y eso de que forma me ayudará? — preguntó haciendo un gesto de confusión.

—Gerard se dará cuenta de que ha estado actuando mal, posiblemente lo entienda... sino, quiere decir que está a un paso menos en la escala evolutiva.

—Está bien, lo intentaré.

Ray se marchó después de la hora de almuerzo y Frank continuó con su trabajo.

Poco antes de la hora de salida hizo lo que Ray le dijo y llamó a Gerard.
Al llegar, Frank se subió a su automóvil, en el lugar del copiloto.

—Hola Frankie — lo saludó Gerard con una sonrisa.

—Hola Gerard.

—Hola Frank — Bert apareció desde los asientos de atrás asustando a Frank.

—¿Viniste con Bert?

—Sí, vivimos con él. Debemos ir juntos a casa.

—Gerard — suspiró —. No quería creerlo, pero ahora ya sé que algunos, definitivamente, hemos subido más en la escala evolutiva.

—¿De qué hablas?

—¡Olvídalo y llévame a casa!

—Bien, bien... ¿pasamos por una pizza antes?

—Soy intolerante a la lactosa.

—Eso dices siempre pero comes helado todo el tiempo.

—¡Una pizza grande entonces!

Frank se cruzó de brazos molesto y se hundió en el asiento.

Durante todo el camino tuvo que soportar las risas en el auto por parte de Gerard y Bert. Lo estaban ignorando por completo.

Y si había algo que realmente molestara a Frank, era el ser ignorado. Nadie nunca lo había hecho. Era por eso que lo detestaba.

Polimatía [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora