XXXIV

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—¿QUE?

—Lo que oíste — Frank puso sus ojos en blanco.

—Yo también me sorprendí — agregó Ray.

—¿Pero, cómo es posible? Es decir, se supone que tú odias a Gerard. Se supone que odiamos a Gerard — exclamó Patrick —. ¿Lo recuerdas? Siempre fue hací, nosotros contra Gerard. Los nerds contra el bravucón. ¡¿Desde cuándo el nerd se queda con el bravucón?

—Eso suena como una novela cliché para adolescentes — se rió Ray.

—Tienes razón — Patrick llevó sus manos a su boca —. ¡¿Qué nos está pasando?! — exclamó alterado fingiendo llanto.

—No parecemos ninguna novela cliché... ¿o sí?

—Claro que no... en fin, ¿te llevo a casa de Gerard? — ofreció Ray.

—Por favor, hoy llegará el amigo de Gerard y me pidió puntualidad.

—Vaya, se nota que es muy importante.

—Eso dice él, dice que ese tipo es como su hermano...

—Entonces vamos, pero no te pongas celoso.

—¡Yo jamás me pondría celoso! Eso es tan estúpido como anteponer un artículo a un nombre propio.

—¡Bien! Ya entendí.

—¿Puedo ir con ustedes? — preguntó Patrick.

—Claro, pero ¿por qué?

—No tengo nada mejor que hacer.

Los tres amigos salieron del departamento de Frank. Ray se encargó de conducir hasta llegar a casa de los Way.

Una vez que Ray estacionó el automóvil fuera de la casa, dejó el volante y volteó a ver a Frank.

—Si necesitas algo ya sabes a donde llamar, si ocurre algún problema con el amiguito de Gerard solo llámanos y vendremos con una pistola.

—Tranquilo, Ray.

—Sí, Ray. Solo falta que se reproduzca de fondo la canción de misión imposible — se burló Patrick.

—Bueno... cuídate enano.

Frank salió del auto y caminó a la puerta, poco después lo recibieron como de costumbre.

En la sala estaba Mikey leyendo en el sofá, como siempre.

—Buenas tardes, Mikey — Frank se sentó a su lado.

—Hola Frank — dejó de lado su libró para luego dedicarle una sonrisa.

—¿Y Gerard?

—Aún no regresa del aeropuerto, está muy emocionado por lo de su amigo... papá y Linda fueron con él, mi papá conoce a Bert desde que es un niño.

—Oh... entonces mi mamá fue con ellos, quería verla.

—Llegarán pronto.

Y como si Mikey hubiera predicho el futuro la puerta se abrió, las risas se dejaron escuchar y los primeros en entrar fueron Gerard acompañado de, al parecer, su amigo. Quien traía unas gafas oscuras, la ropa negra y su cabello desordenado que le llegaba hasta los hombros.

Tras ellos entraron Linda y Donald.

Frank, junto a Mikey, se levantó de su asiento para luego acercarse a saludar.

—Frankie, llegamos — su mamá le besó la frente como acostumbraba hacer.

—Hola mami... — Frank pasó su vista a Gerard y luego al amigo de este.

Polimatía [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora