War College 6

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"Kareth se situó frente a ella, cabizbaja dentro de su celda.

La observó con expresión triste, sentada como estaba sobre un banco de metal, algo oxidado. Entonces levantó la mirada y la fijó en la suya. Sus ojos estaban cubiertos de lágrimas.

-Kareth...

-¿Por qué...? ¿Por qué lo hiciste?"

El despertador sonó de nuevo como cada mañana, provocando el refunfuño de Kareth. Sin embargo, hoy era un día especial y no iba a enfadarse porque la alarma le despertase de su apacible sueño.

Sin entretenerse más de lo necesario, se levantó de la cama y, respirando profundamente el aire de su habitación, se preparó para su primer día como trabajador.

Al salir por la puerta, se encontró con Remi, quien todavía estaba medio dormido.

-¿Una mala noche? -preguntó Kareth mientras cerraba con llave.

-Apenas he podido dormir... -respondió Remi, con los ojos entornados y los hombros caídos.

-¿No dijiste que no estabas nervioso? –su amigo le miró con sonrisa burlona.

-Sé lo que dije, no hace falta que me mires así.

-En fin, será mejor que vayamos al centro de trabajo.

Así pues, se encaminaron hacia su objetivo: el centro de trabajo. Lugar en el que apuntarían sus nombres e identificaciones, y donde se gestionarían sus expedientes con el fin de buscarles una misión que se adecuase lo mejor posible a sus capacidades.

Las misiones podían basarse tanto en la búsqueda de información sobre los planes de las tres potencias como en la infiltración dentro de una de ellas para destruirlas poco a poco desde dentro, ya fuese mediante el robo de sus recursos o el asesinato de sus miembros más destacados. Éstas no eran iguales en todas las Yohei Gakko, adaptándose también a los poderes que generase el Radiar.

En resumen, en ningún momento se pretendía enzarzarse en una guerra directa, sino más bien disminuir gradualmente el poder de sus ejércitos, de manera que no tuviesen más remedio que firmar la paz.

-Díganme sus nombres completos, por favor –les pidió una mujer que trabajaba como administrativa en el centro.

-Kareth.

-Remiem.

Sin mostrarse extrañada por la brevedad de sus nombres ni por la falta de apellidos, los tecleó en el ordenador. Era de esperar, al fin y al cabo sus verdaderos nombres desaparecieron cuando decidieron apuntarse en dicha escuela, recibiendo otros en su lugar.

-Qué raro suena Remiem –dijo Kareth.

-Eso es porque estás acostumbrado a llamarme Remi.

-Es más corto y fácil de pronunciar.

-Al igual que Kar.

-Cierto. Vosotros también abreviáis el mío.

-Muéstrenme su certificado –les interrumpió la administrativa.

Ambos enseñaron un distintivo que les permitía demostrar estar capacitados para presentarse a las misiones.

-Todo en orden. Pasaos por aquí esta tarde y se os asignará vuestro primer trabajo.

Los dos asintieron y se marcharon de allí.

-El mundo exterior... -dijo Kareth, mientras caminaban por el sector de ocio.

-Dicen que es un lugar desesperanzador. Que el cielo es más oscuro y las tierras yermas y sin vida –explicó Kareth

-Desde aquí dentro el cielo no se ve tan mal... dentro de lo que cabe -comentó Kar.

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