Gaia Project 8

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-¿Qué haces tú aquí? –preguntó uno de los "Gead" al ver a Tribus.

-Nada. Sólo pasaba por aquí y me he encontrado con todo este jaleo. Entonces he visto a este chico y me he dicho "¡Vaya, si yo le conozco!"; y cuando he visto que estaba en problemas he pensado "¡Tengo que ayudarle!". Ya sabes, la solidaridad y todo eso...

Mientras la chica relataba su improvisada historia, Kareth la observó con incredulidad.

Si Tribus quería ayudarla, ¿significaba es que no había sido ella quien los había vendido?

-Es una de los que iba con él –informó otro "Gead".

-¡Mira! ¡No me importa qué hayas venido a hacer, pero será mejor que des media vuelta y te largues! ¡Sólo nos interesa el chico y su amiga!

-¡Qué buenos sois! Pero no es divertido quedarse mirando mientras golpean a alguien. Bueno, quizás si te van ese tipo de cosas. ¡Ya me entendéis! –dijo Tribus guiñándoles un ojo.

-¡¿Esta chica está mal de la cabeza o qué le pasa?! –exclamó el hombre que tenía un martillo de combate, perdiendo los estribos.

-¡Se está burlando de nosotros! –añadió otro.

-¡Para nada! ¡Si me caéis muy bien! –respondió ella.

-¡Estás empezando a cansarme!

-¡Venga! ¡Seguidme un poco el juego! ¡Sois unos aburridos! –se quejó Tribus, hinchando los mofletes como una niña pequeña.

-¡¿Ah, sí?! ¡Pues estos aburridos te van a enseñar lo que es divertirse de verdad! –respondieron, casi al unísono, los "Geads", mientras enarbolaban sus armas.

-¡Tribus! –exclamó Kareth.

-No te preocupes –le tranquilizó la chica-. Terminaré rápido. Los juegos me gustan mucho más cuando humillas a tus rivales.

De repente, en el suelo, aparecieron agujeros negros, separados unos de otros por algunos centímetros. Entonces, de esos agujeros comenzaron a salir manos huesudas que pronto dieron paso a esqueletos humanos, dejando tanto a Kareth como a los "Geads" sorprendidos y asustados.

-¡Os presento a mis amigos! ¡Tened cuidado con ellos! ¡Rara vez atienden a razones!

Tras esto, los esqueletos caminaron hacia el grupo, que, por unos instantes, no supieron cómo reaccionar.

En ese momento, dos de ellos se adelantaron y, con sus respectivas armas, les atacaron, transformándolos en montañas de huesos. Sin embargo, como si de magia se tratase, los huesos flotaron y se movieron hasta situarse detrás de sus atacantes, donde tomaron la forma de un brazo y atravesaron sus espaldas por la zona del pecho, quedando cubiertos de sangre.

Acto seguido, se unieron al resto de huesos hasta volver a su forma original y agarraron las armas de los recién caídos, quienes fueron en busca de más víctimas.

-Yo que vosotros, huiría –aconsejó Tribus, felizmente.

Mientras tanto, Sarah, quien había sido inmovilizada de forma que no pudiese usar sus brazos, golpeó con uno de sus pies la espinilla de su agresor, quien, para desgracia de la joven, continuó agarrándola.

Optando entonces por el plan B, decidió aprovecharse del centro de gravedad de su contrincante para elevar la rodilla hacia atrás y golpearle en la cabeza, logrando que ambos cayesen al suelo.

Una vez libre, se dio cuenta, al levantarse, de que estaba rodeada de enemigos que le apuntaban con sus armas.

-Mierda –se quejó la joven.

Yohei GakkoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora