A New World 7

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"-Tú eres Runya, ¿verdad? –preguntó Kai, poco antes de desplazar la vista hacia el hombre que sujetaba la silla de ruedas en la que se sentaba la joven-. Y tú eres... ¿Valer? ¿Qué hacéis los dos aquí?

-Eso mismo podríamos preguntarte nosotros –respondió ella-. Después de todo este tiempo, pensé que te alegrarías más de vernos.

-No es que no me alegre. Es que... no me lo esperaba.

-¿Y Miruru? ¿Sigues viajando con ella?

Al escuchar su nombre, el nigromante se mostró esquivo. Su expresión, sombría.

-Entiendo –continuó Runya, cabizbaja-. Supongo que se excedió usando su poder, ¿no es así?

-Fue para proteger la villa en la que vivíamos.

-¿Y lo consiguió?

-Sí.

-Me alivia saberlo. Al menos, su muerte no fue en vano –dijo, apenada- ¿Entonces has venido a despedirte de ella?

-Podría decirse que sí –dijo, recordando la conversación que había tenido con Miruru en el más allá-. Aunque no sólo por eso. Justo aquí enterramos a un buen amigo suyo. Y, bueno... quería disculparme con él por no haber podido protegerla, así como aclararme un poco las ideas.

-Espero que lo hayas conseguido.

-Al menos tengo claro qué haré a partir de ahora –indicó Kai-. Decidme entonces, ¿para qué habéis venido vosotros?

-Lo cierto es que vivimos cerca de aquí.

-¿En serio? Pero si esto está en mitad de la nada.

-No hay otro lugar para nosotros. Tampoco para los que son como yo.

-¿Qué quieres decir?

-Acompáñanos. Te lo mostraré.

Tras aceptar su oferta, siguió a Valer y Runya hasta las afueras de aquel sitio en ruinas.

A medio kilómetro de camino aproximadamente, había un pequeño campamento de apenas tres tiendas malamente construidas: dos de ellas pequeñas, y una más grande donde debían de caber como cuatro personas. En el centro del círculo que conformaban las viviendas, divisó una gran tela, sujeta en el aire con varias varas de metal oxidado y madera, que parecía servir de cobertura en caso de lluvia, aunque en esa zona era complicado que ocurriese algo así.

-¡Chicos! ¡Salid! ¡Tenemos visita! –exclamó Runya.

Del interior de las tiendas, surgieron cuatro personas: tres chicas y un chico. Ninguno de ellos con el mejor de los aspectos. Sus ropas, roídas y sucias; y sus caras, llenas de indiferencia y desánimo.

No obstante, por lo menos estaban bien alimentados e hidratados.

-¿Quiénes son? –preguntó Kai, entre susurros, a Runya.

-Semidioses. Al igual que Miruru y yo.

-¡¿Qué?! ¡¿En serio?!

-¿Te parece extraño?

-Un poco. Quiero decir, no es muy común encontrarse con ellos. Más si se tiene en cuenta que su Yohei Gakko fue destruida.

-Aun así, todavía los hay vagando por este mundo. Algunos sin saber qué hacer con sus cortas vidas, como es su caso –explicó-. Las tres chicas son hermanas. Las encontré en mitad de los yermos, buscando algo que llevarse a la boca. Estaban tan débiles que ni siquiera tenían fuerzas para usar sus poderes.

Yohei GakkoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora