Gaia Project 14

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Cuando Kareth despertó, se encontró bajo techo desconocido.

-Ugh... –se quejó al intentar moverse, pues sintió su cuerpo muy pesado. No recordaba lo que había sucedido, sólo el momento en que una voz le habló. A partir de ese instante, su mente se nubló.

Tras varios intentos, por fin pudo incorporar la mitad superior de su cuerpo y ver dónde estaba. El sitio no parecía en muy buen estado aunque, quitando los boquetes y grietas en las paredes, estaba bastante limpio, literalmente, ya que, aparte de la cama donde dormía, y otra igual a su lado, no había más muebles.

Lo que más le llamó la atención fue la persona que dormía en la otra cama, aunque, debido a que seguía atontado, tardó en reaccionar

Se trataba de Nara, quien descansaba plácidamente con una tela cubriéndola hasta el pecho, protegiéndola del frío.

Aquello le dejó sorprendido e hizo que, casi de manera inconsciente, levantase su mano para comprobar si no se trataba de una ilusión. Pero, cuando su piel entró en contacto con la de ella, no pudo evitar sonreír. No sólo estaba viva, estaba junto a él.

Ella pareció sentir su tacto ya que, tras arrugar levemente la cara, abrió sus ojos y le miró. Al igual que él, no reconoció de manera inmediata, sin embargo, una vez le hubo reconocido, sus ojos se abrieron de par en par, hasta casi salirse de sus órbitas.

-¿Có-cómo...? –preguntó, con un hilo de voz, mientras derramaba lágrimas de felicidad, sobre el cojín donde reposaba su cabeza.

-Quiero pensar que se nos ha dado una segunda oportunidad –respondió él, con ojos igual de llorosos.

Entonces, como si un repentino impulso les hubiese obligado a hacerlo, ambos se abrazaron con fuerza, sin importar lo doloridos y cansados que estuviesen, deseando que ese instante no acabase nunca.

-¿Te encuentras mejor? –preguntó Kareth, una vez más calmados.

-Sí –a su lado, Nara secaba sus lágrimas con las muñecas. Sus ojos, completamente rojos. Tras la alegría inicial, Kareth comenzó a sentirse consternado al pensar en lo que le habrían hecho y, sin pretenderlo, desplazó la mirada hacia la esmeralda en su frente, cosa de lo que ella se dio cuenta, girando la cabeza hacia el lado contrario e intentando ocultarla, avergonzada, con uno se sus brazos.

-¿Te duele? –preguntó Kareth.

Ella no contestó inmediatamente, y durante unos segundos se mantuvo cabizbaja, incapaz de hacerle frente.

-No –dijo, secamente, mientras movía la cabeza de un lado a otro-. Aunque no puedo decir lo mismo de cuando me la pusieron. Entonces, creía que la cabeza me iba a estallar. Como si me hubiesen taladrado el cráneo. Y sin embargo, ahora ni siquiera la siento.

Al escucharla, Kareth se quedó en silencio. La imagen de ella, gritando por el dolor, le produjo una sensación de ira que tuvo que reprimir con fuerza, para no acabar golpeando la pared.

-No parezco normal, ¿no crees? –dijo Nara, haciéndole ver lo acomplejada que le hacía sentir aquella joya.

Había pasado de ser una chica completamente normal a ser utilizada como experimento. Y como consecuencia, su pelo era más corto y su cuerpo más delgado, consumido y pálido de lo que recordaba. No hacía falta pensar mucho para darse cuenta de lo débil que la había dejado todo ese proceso.

-No me importa. Para mí, sigues siendo la misma –respondió Kareth, con seriedad.

-¿Eh?

-Cuando te vi a través de ese cristal, sin importar cuánto tiempo había pasado, o que tuvieses esa esmeralda en tu frente. Supe que eras tú. Para mí, sólo importa quién eres, no cómo eres. Y cambies lo que cambies, no dejarás de ser la persona de la que me enamoré –continuó el chico, consiguiendo que ella levantase la cabeza y le mirase a los ojos- Me alegro tanto de que estés bien. Tenía miedo de que también te hubiese perdido a ti. Como pasó con Remi y... –en ese instante, se detuvo, recordando al que había sido el tío de ella.

Yohei GakkoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora