Capítulo 27:

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Hola hola, bueno no les dejare un mensaje muy largo. Solo que como siempre muchas gracias por leer y bueno que espero sus comentarios para saber que tal. 😘 Los amo. ❤💕

Saul Aguirre:

Escucho a Altagracia resoplar por tercera vez y levanto la cabeza del juego de cubos de Luna para mirarla. Se encuentra modelando frente al espejo con los pantalones a medio abatonar mientras levanta su blusa y observa su vientre.

-¡Ya nada me queda! -exclama realmente furiosa a la vez que se da la media vuelta camino al armario. La observo caminar y si noto la leve protuberancia ya en su abdomen. -¡Yamila! -gritó y nuestra hija a mi lado se sobresalto para luego buscar con la mirada a su madre. -¡Yamila! -volvió a gritar alterada. Suspire...

-Digame Doña... -inrrumpe una nerviosa y agitada mujer en la habitación.

-Ve de compras, necesito ropa nueva. -salió del armario con un vestido amarillo entallado al cuerpo, lo que hacía más visible su embarazo. -Ya conoces mis gustos y mi estilo. Solo que ya sabes... - se señalo así misma y la mujer asintió rápidamente. -Ahora vete, no quiero verte. -dijo haciendo un movimiento sin importancia con la mano y volteo a vernos. La mujer hizo un asentimiento de cabeza y se marcho cerrando la puerta a sus espaldas. -¿Y tu? ¿No se supone que estes en la fundación? -cuestionó y yo negue.

-Hoy es tu primera cita con el obstetra y me gustaría acompañarte. -dije poniendome de pie y mi pequeña se quejo cuando tire todos sus cubos a un lado.

-No irás, ire sola... -dijo con firmerza a la vez que levantaba el mentón y se cruzaba de brazos. Rode los ojos, la misma pelea de todos los días, desde hace dos semanas cuando hizo la cita con el médico y luego la aplazó.

-Soy su padre, quiero estar presente.

-No lo eres y lo sabes... -dijo con amargura caminando hacía Luna, le quito un cubo de plastico de las manos y la levanto en brazos. -Y mientras más pronto lo aceptes y menos te encariñes con este bebé, más facíl será.

-¡Bebé! -exclamo nuestra hija y Altagracia la cambio de brazos. Ultimamente repite todo lo que escucha. -Bebé, bebé, bebé... -repitió aplaudiendo y Altagracia suspiro.

-Si mi amor, el bebé... -dijo -Y eso eres tu, mi bebé. -beso su rubia cabecita y me paso por el lado.

-¡Altagracia! -la llame, pero ella me ignoro y continuo su camino.

-¡Laia! -gritó bajando las escaleras. -¡Laia! -pero la mujer no respondió y Altagracia se desespero. Caminó hacía la cocina y resoplo con nuestra hija jugando con sus aretes. -Es que juro que la despido. -se quejo, la vi detenerse de golpe y contener la respiración con asombro. Me apure a llegar hasta ella y también me detuve, al ver a Matamoros y Laia besandose atras de la puerta de la despensa, una sonrisa se me escapo. Altagracia me volteo a ver con los ojos grandemente abiertos, respiro profundo y enarcó una ceja para luego regresar sus ojos hacía ellos. Tosió y ambos voltearón a vernos, la pobre Laia palideció y una leve sombra de sorpresa pasó por los ojos de Matamoros, pero inmediatamente se recupero regresando a su expresión neutral. Una sonrisa se poso sobre los labios de Altagracia, seguido de una pequeña risilla.

-Ahora entiendo...-pregunto y la escuche reír.

-Doña...

-Tranquilo, no necesito explicaciones. Aunque ya sabes... -dijo y él asintió un tanto incomodo. Altagracia volvió a reír y se acerco hasta la pobre Laia quien continuaba como estatua y tan blanca como un fantasma. Alejó a Luna de sus brazos y se la pasò. -No te despido por lo que representas. -murmuró, volteo a ver a Matamoros y le guiño un ojo. -¡Vamonos! Se nos hace tarde. -ordenó y Matamoros asintió. -Tanto románce me divierte, pero tengo cosas que hacer. Pero ya hablaremos, Matamoros.

Más allá de La DoñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora