Capítulo 34

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Altagracia Sandoval:

-La cuna esta mal ubicada, ahí no alcanzara la luz cuando abramos las ventanas. -me queje por tercera vez y los tres trabajadores que me estaban ayudando a subir y acomodar todo en la habitación de Luna se tragaron un gruñido y la movieron más a la derecha.

-¿Altagracia no crees que estas siendo muy exigente? -comentó Saúl rodeandome con sus brazos. -Al fin y al cabo Renata dormira con nosotros como lo ha estado haciendo Luna.

-Y así seguira hasta que Luna sea lo suficiente independiente como para dormir sola y Renata igual. -comente, voltee hacía la puerta y vi a Laía con Luna. -Pero también quiero que las dos tengan su propio espacio, que se hagan compañía como Regina y yo cuando pequeñas. -suspire con nostalgía y le hice señas a Laía para que se acercara. A penas lo hizo mi hija estiro sus bracitos para que la tomara y así lo hice. Saúl beso su cabecita y luego beso mi cuello. Prense una sonrisa que se desvaneció al ver a uno de los trabajadores poner un caballito de manera en la esquina equivocada. -¡Ni se le ocurra poner eso ahí! -exlame y el hombre me miro nervioso. -¿Saben qué? Mejor vayanse, ya me encago yo con la decoradora de poner todo en su lugar. !Fuera! -los tres hombres me miraron confundidos. -¿No escucharon? ¡Dije fuera! -volví a exclamar y Luna en mis brazos escondió la cabeza en mi cuello. Los trabajadores dejaron todo en su lugar y se marcharon en fila de la habitación.

Acaricie la espalda de mi niña y se la pase a Saúl. La niña se a recosto sobre su hombro y Saúl la meció como últimamente suele hacer para que se duerma durante su siesta. Camine hasta la nueva cuna y tome un pequeño peluche que Regina había encontrado de Isabella cuando pequeña. Lo acaricie con la punta de mis dedos.

-Esto fue de Isabella, fue el primer regalo que le hice cuando supe del embarazo de Regina. -murmure y voltee a verlo. Saúl asintió aún tambaleandose con Luna en brazos y me sonrió.

-Siempre supe que serías una buena madre por como tratabas a tu sobrina. -comentó y yo prense una sonrisa.

-Nunca lo creí posible hasta que tuve a Luna. -murmure y volví a colocar de nuevo el muñeco sobre la cuna. Me erguí nuevamente y una fuerte contración me sobrellego de golpe. Gemí y e instantaneamente me lleve una mano hasta el vientre. Gemí y aprete mi mano libre sobre el barrandal de la cuna hasta que mis nudillos se pusieron blancos.

-¿Altagracia qué sucede? -cuestiono Saúl y la preocupación en su voz ya comenzaba a ser notoria. El dolor ceso y libere mi agarre volteando a verlo.

-Nada, todo bien. Hoy he estado un poco incomoda durante todo el día. -respondí, más no termine de hablar cuando otra fuerte contracción me sobrevino y tuve que encorvarme por el dolor, volví a gemir, sostuve con fuerza mi vientre y jadee. -Creo que ya... -no termine de hablar cuando sentí una gran chorro de agua tibia salir de entre mis piernas. -¡...Va a nacer...! -exclame volteando a verlo y deje escapar un suspiro de alivio. Los ojos de Saúl se expandieron de golpe y su respiración comenzó a volverse agitada. -¡No empieces! -lo regañe. -¡Te necesito tranquilo y sin nervios! -dije y me ergui de nuevo, procure no pisar el bache de liquido en el suelo y le pase por el lado. -Por favor lleva a Luna con Laía y pide que vengan a limpiar esto aquí, en lo que me cambio de ropa. -le pedí y su semblante nervioso paso a convertirse en una mueca de incredulidad. -También llama al Doctor Serrano y avisa que vamos en camino ¿Qué esperas? -pregunte frustada al ver que no se movía, el asintió. Para luego irse a hacer lo que le pedí. Mas yo no había alcanzado a salir de la habitación cuando una contracción más fuerte que las anteriores me detuvo de golpe.

-Vamos Renata que la impaciencia no es buena... -gruñí, intentando calmar el dolor.  -Una princesa siempre debe hacerse esperar. -pero el dolor esta vez no paro, sino que se intensifico. -¡Bien! -exlame -Ya quieres nacer... -gruñi.

Más allá de La DoñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora