Capítulo 36

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Capítulo 36:

Observe a Saúl acomodar sus pantalones y mordí mi labio inferior con una leve sonrisa brillando en la comisura de mis labios, me baje del escritorio y acomode mi vestido y mi ropa interior.

Me acerque hasta él y con la yema de mis dedos lo comencé ayudar a abrochar los botones de su camisa.

-¿Qué pasará ahora? -pregunto él.

-Bueno, no se, siempre podemos dejar fluir todo o tomar la decisión correcta. -murmure con una leve sonrisa traviesa y él resoplo con los musculos de su mandibula apretados. Solte una leve risilla y me estire sobre él para besar castamente sus labios. Luego me separe de sus brazos y camine hasta el escritorio para intentar acomodar todo después del momento sexual tan intenso que tuvimos aquí mismo.

-¿Amas al sicológo? -cuestionó y yo me detuve en mi tarea y voltee a verlo.

-No -dije y él enarco una ceja.

-¿Por qué lo hiciste? -pregunto y la tela de dolor que se cruzó por sus ojos me hizo sentir culpable. Respire profundo.

-Ya tu no estabas Saúl, te rendiste a las semanas después de nacer Renata.

-Te cerraste por completo, esta vez nadie se te podía acercar. Solo veías por los ojos de las niñas. -me interrumpió y asentí.

-Es cierto, de alguna manera quise borrar la procedencia de Renata, si solo yo cuidaba de ella... Se que es tonto y un grave error. Me obsecione con ella. Quería que cuando ella creciera, solo viera por mis ojos, que no preguntara sobre el pasado y todo quedara olvidado.

-Me tiene a mi...

-Lo se y Alex... -apenas mencione su nombre Saúl resoplo, mas yo continue hablando. -Me hizó ver que era una etapa normal, pero que debía superar por el bien no sólo de las niñas, sino el tuyo y el mío. Pero cuando intente hablar contigo aquella tarde vino lo de tu madre y fue la gota que termino de derramar el vaso... junto a tus celos y desconfianza desmedida. -observe un punto fijo en la pared, mientras mi mente se convertía en una pelicula de recuerdos.

-Ven Clarita, ven conmigo hija. -observe como la abuela de mi niña la llamaba con una muñeca en manos. Luna sonrió y corrió hasta ella. -Eso es mi niña.

-¿Qué hace? -pregunte dando algunos paso hacía ella con el ceño fruncido. -¿Por qué estas llamando a mi hija por otro nombre? -cuestione comenzando a molestarme.

-Solo jugaba con mi nieta.

-¿Jugabas? ¡Le estabas llamando por otro nombre! -exclame furiosa. Mi niña quien aún permanecía entre sus brazos se sobresalto, formo un puchero y comenzó a llorar.

-¡No grite! -gritó -La asustas, ya, ya mi amor, aquí estoy yo...

-¡Damela! -dije y dí un paso hacía ella para arrebatarsela. Ella dió un paso hacía atrás y lo impidió. -¡Dame a mi hija! -me retó con la mirada y sentí el impulso de levantar mi mano y golpearla.

-¡Hey! -escuchamos el grito de Saúl y ambas volteamos a verlo. Un segundo después Saúl coloco ambos brazos sobre los hombros de su madre y la hizo a un lado protegiendola de mi. -¡Te prohibo que la toques! -dijo furioso mirandome a los ojos. Baje la mano y suspire.

-Ella me provoco le estaba...

-¡Ella nada! -gritó -Desde hace meses noto que sigue sin caerte bien, incluso cuando ella ha intentado hacer las pases contigo, tu aprovechas cualquier oportunidad para hacerle un desplante.

-Saúl...

-No, Altagracia es mi madre y la respetas. Ella también tiene derecho de pasar tiempo con Luna.

Más allá de La DoñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora