~Epílogo~

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─¿Entonces qué pasó? ─cuestionó la pequeña de doce años con sus pequeños ojos razgados bien abiertos, lo más que podía─. ¿Sus sentimientos cambiaron? ¿Ella lo esperó o no?

Seulgi rió ante la pregunta de su hija. Le había contado la historia de cómo conoció a su segundo amor y el cual seguía siendo el único en su corazón, pero la pequeña no sabía que esa era la historia de su madre, sino que era una historia que se había inventado.

Estuvo a punto de responder a su pregunta pero su hijo entró a la habitación y anunció que llegó su padre. La niña saltó de su cama y corrió escaleras abajo. Seulgi rió ante la emoción que la pequeña siempre tenía al volver su padre, y junto a su hijo de quince años bajó al primer piso. Sonrió al ver a su esposo lidiando con la pequeña que quería apoderarse de su mochila y de lo que traía dentro. Estaba vestido con ropa cómoda y llevaba una gorra en la cabeza. Y aunque estuviera sonriendo se podía notar que estaba cansado.

─¡Mis dulces! ─exclamó la niña con un puchero cuando su padre alzó la mochila hacia arriba, fuera de su alcance.

─Primero saludame ─le ordenó con autoridad pero sonriendo un poco.

─Hola, papá ─dijo pesadamente.

─Mi abrazo ─Abrió sus brazos y ella lo abrazó por la cintura. Cuando se separó, saltó para intentar coger la mochila otra vez, pero él volvió a alzarla─. Actúa lindo para mí ─Le pidió con una gran sonrisa y ella lo miró espantada. Seulgi soltó una risita y miró a su hijo, quien estaba observando la escena con aburrimiento sentado en los escalones de la escalera. Siempre pasaba lo mismo─. ¿No? ¿Yingjie, quieres dulces? ─le preguntó a su hijo.

─¡No! ─gritó la niña, exaltada, y luego suspiró─. Mis dulces, por favor ─dijo con un pequeño puchero mientras le daba una mirada de gatito tierno que siempre hacía a su padre caer ante ella y querer darle todo lo que le pedía.

─En chino ─volvió a pedir, riendo. Ella suspiró pesadamente y repitió la misma acción, hablándole en chino. Él sonrió, satisfecho, y sacó de su mochila una bolsa de sus dulces favoritos.

Ella le agradeció con un beso en la mejilla y se fue a sentar en el sofá para empezar a comer. Seulgi rápidamente se acercó a ella y se los quitó.

─No puedes comer dulces antes de dormir y lo sabes.

La pequeña la miró sin poder creerlo. Había hecho todo lo que su padre le había pedido y ahora no podría disfrutar de los dulces.

─Uno ─Seulgi le entregó la bolsa y ella cogió un caramelo─. Guarda el resto en la nevera ─Ella asintió y se dirigió a la cocina.

Seulgi se fijó ahora en su esposo que le entregaba a su hijo dos bolsas de sus patatas favoritas y que sólo venden en China, al igual que los dulces de su hija.

─¿Y a mí qué? ─preguntó Seulgi acercándose a ellos. Él sonrió y le rodeó la cintura con su brazo izquierdo. Le dio un beso en la mejilla.

─Yo entero ─dijo divertido y ella rodó los ojos.

─Quiero algo de comer. ¿Y mis pastelillos? ─Le preguntó con seriedad, suponiendo que se le habían olvidado, por segunda vez. Él sonrió apenado.

─Me lo quitaron en migración ─mintió y Seulgi le dio una mirada molesta para luego alejarse. Él rió y la detuvo tomándola de la muñeca y atrayendola hacia él─. Puedes comerme a mí ─le susurró al oído, sorprendiendola.

─¡Yixing! ─gritó en voz baja y echó una mirada hacia su hijo, pero este estaba yendo ya en dirección al segundo piso, sin prestarles atención. Miró a su esposo con las mejillas sonrojadas, pero él solo le dio un corto beso en los labios.

SM Trainee Camp {EXO & RedVelvet}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora