2.Casa nueva

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Ya habíamos llevado las maletas donde nos dijo mi madre. Las cajas también estaban en las habitaciones. Mis hermanos al igual que yo, estaban hechos polvo. No quedaba ninguna maleta ni caja que estuviera fuera de lugar.

—Mia —dijo mi madre—, cariño, tu cuarto es del fondo a la derecha.

Me fui hasta la habitación. No había nada, solo mi maleta y cajas en el suelo. Las paredes estaban pintadas de lila con un estilo de galaxia lo cual me hizo quedarme perpleja. Escuché que alguien se me acercaba.

—Bonita habitación la que tienes— dijo Brad.

—¡Me encanta!

—Ideal para escribir cosas en tu diario.

—Jamás dejo de escribir en mi diario.

—¿Nunca te cansas?

—Obviamente no. ¿Por qué tendría que hacerlo?

—Eres bastante extraña.

—Escribir en un diario no es extraño. Muchos escritores lo hacen.

—Pero tú no eres escritora.

—No, pero, quiero serlo.

—Suerte con eso.

—Muchas gracias— dije mandándole un beso.

Brad volteó los ojos. Siempre nos habíamos hecho bromas así. Me llevaba muy bien con él, aunque era menor que yo.

¡Gran diferencia de edades!
Siete minutos son siete minutos.
Sigo siendo la mayor.

—Por cierto, Mia, hay algo que quiero decirte.

—¿De qué se trata?

—Carson quiere tener una cita contigo. ¿Por qué no le das una oportunidad?

-Yo paso.

—Sabes que es injusto despreciarlo solo porque es hermano del capitán de fútbol más mujeriego que pudiera existir.

—Es hermano de Max.

—¿Y solo por eso lo vas a despreciar?

Sonreí.

—Carson es completamente diferente a su hermano, pero no quiero ser llamada como la cuñada del chico más mujeriego de todo el planeta.

—Mia, creo que estás exagerando.

—Bueno tal vez sí, pero, no quiero ser la sombra y al día siguiente como la novia del hermano del mujeriego.

—Con quien saldrás es con Carson no con Max, así que, deja esa actitud y sal con él, no sabes la sorpresa que te puedes llevar.

Tienes que admitir que tiene razón.
¡Tú te callas!

—Por única vez aceptaré, pero no quiero que vuelvas a molestarme con algo como eso, porque entonces sí te mandaré al carajo.

—No te arrepentirás. Espera... ¿Desde cuándo dices groserías?

—Todo el tiempo escribo en mi diario, pero eso no significa que esté en una cueva como Pedro Picapiedra.

Nos reímos. Mi hermano siempre se salía con la suya, lo cual me enfurecía.

Mi vida, mi diario (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora