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CAPÍTULO
DOCE
  

Sora pertenecía al prestigioso clan Kawahashi. Dicho clan, fue partícipe de múltiples enfrentamientos y derramamientos de sangre en el pasado. Pese a que no se basaban en una ideología ninja, contaban con un buen equipo shinobi. Lograron prevalecer incluso después de la formación de las aldeas ocultas, todo debido a sus alianzas. En tiempos de guerra las alianzas son clave, pueden significar la vida o la muerte de tu gente. Gracias al gran carisma de Hashirama y las enormes habilidades de liderazgo del Segundo Hokage, se logró firmar un acuerdo que dictaba la paz entre ambos clanes: Senju y Kawahashi. No obstante, había una cláusula. Una cláusula que a Tobirama no le hubiera molestado cumplir hasta que llegó la viajera en el tiempo: para hacer oficial la alianza, el Segundo Hokage debía tomar como esposa a la hija mayor de los Kawahashi.

El último día del año avanzaba y mientras todos se preparaban para recibir al año nuevo, Tobirama y Phoenix decidieron saltarse cualquier formalidad, tradiciones y rituales, huyendo cuan fugitivos a una zona bien alejada del bosque. Como había parado de nevar, no hicieron demasiado esfuerzo limpiando el lugar en donde se acomodarían.

Si bien era cierto que, desde lo sucedido en la cueva las cosas entre ellos habían mejorado considerablemente, aún tenían mucho camino por recorrer. Además de eso, Sora. No podían olvidarse de Sora o bueno, al menos la Uzumaki no dejaba de pensar en la pelirroja con complejo de princesa barata de Disney.

En cuanto a él, jamás pensó que la alianza con el clan Kawahashi le causaría tantos problemas. O quizás fue la rubia quien le trajo problemas. Echarse para atrás no era una opción y no por lo que podrían decir los viejos del Consejo, sino por los líderes del otro clan. Ya bastaba con saber que los de La Nube querían acabar con él. No deseaba más enemigo. No quería ponerla en peligro a ella.

Francamente, ninguno de los dos tenía claro qué era lo que sentían, solo sabían que eso les gustaba y estaban conformes... o al menos hasta el momento.

La mañana se fue volando y de inmediato, la tarde se hizo presente trayendo consigo mucho frío. Y, aunque él deseaba estrecharla contra su cuerpo y brindarle calor, se contuvo. Debía ser un caballero —o intentarlo—, así que solo se quitó su abrigo y se lo entregó.

— ¿Qué estarías haciendo con tu familia en éste momento? —preguntó Tobirama con curiosidad.

— A ver... —ella exhaló y cerró suavemente los ojos—. Mi madre, estuviera corriendo como loca mientras cocina. Siempre se obsesiona con eso y no permite que la ayudemos por su orgullo o algo así. Mi padre, bueno... —se rió, pero sin demasiadas ganas—. Posiblemente estuviera intentando tranquilizar a mi mamá y Naruto, mi hermano, discutiendo conmigo. Suena genial, ¿verdad? —volvió su mirada azul hacia el Senju, quien la observaba casi que sin pestañear.

— Eso suena como...

— ¿Un genuino desastre?

Tobirama negó.

— Al contrario. Suena maravilloso. Así se supone que son las familias, ¿no?

— Sí —ella sonrió y mordió su labio inferior, intentando sofocar la sensación de vulnerabilidad que comenzaba a llenarle.

— Ellos seguramente te estén extrañando —musitó él, con cuidado.
— Solo espero que estén bien. Ya bastaba con pasar mi cumpleaños lejos de mi hermano mellizo.

— ¿Ya pasó tu cumpleaños?

Ella dijo que sí con su cabeza.

— ¿Cuándo fue?

— Octubre.

— Nunca lo comentaste.

— ¿Para qué? Tú parecías odiarme.

tempus . tobirama senjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora