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—¿Esto es una broma, verdad?— pregunté de forma incrédula al percatarme del lugar al que habíamos llegado: un centro de práctica para deportes extremos.

—No, no lo es. Aquí aprenderás primero a confiar en ti mismo.

—¿Qué te asegura eso?

—Lo sé porque necesitarás creer lo suficiente en ti a la hora de saltar de esa torre.— dijo convencido a la vez que señalaba una estructura inmensa donde las personas se lanzaban en caída libre para luego abrir sus paracaídas.

—¡Reiner!

—Dije que te ayudaría.— se alzó de hombros.

—Pero nunca mencionaste que sería algo tan alocado.

—Era de esperar que fuera a mi estilo.

Mi boca por poco cae al suelo de la impresión. Mi mente no asimilaba del todo la situación, o eso creí antes de que me agarraran por el brazo y prácticamente me arrastraran hacia lo que menos quería hacer.

—Hay que apresurarse. El tiempo debe rendirnos.— dijo el rubio mientras no paraba de jalarme.

Subimos por un ascensor dispuesto para todos aquellos amantes de la adrenalina que estaban dispuestos a ascender por él y descender sin un mínimo de miedo a través de la caída.

Al llegar al último piso nos dimos con una plataforma un tanto salida hacia el vacío. Sentí los nervios apoderarse de mí y el sudor saliendo a borbotones mientras Reiner hablaba con el encargado, el cual me miró para pedirme mi talla; posteriormente me extendió uno de los trajes especializados para ese deporte.

—¿Esto es enserio?— pregunté sin aún poderlo creer.

—Obvio. ¿Todavía consideras que es una broma?

—No creo poder hacerlo.

Las correas se cernían a mi cuerpo, el paracaídas era ajustado a mi espalda. El instructor me indicaba qué hacer en ciertos tiempos; no obstante, me costaba prestar atención, pues me sentía morir en ese instante.

Con paso rápido me dirigieron hacia el extremo, ante lo que casi me desmayo de sólo ver la altura tan impresionante a la que estábamos. Reiner se posó a mi lado en un intento de darme apoyo moral.

—Quiero que me quiten esto.— dije con un hilo de voz— Por favor, no estoy tan loco como para hacerlo.

—¿Cómo pretendes enfrentarte con confianza al mundo cuando careces de ésta sobre ti mismo?

—Creo que hay otros modos de confiar en uno mismo.

—Ninguno como el que vas a experimentar, y que sin duda te va a marcar.

Contemplé el paisaje que se alzaba frente a mí. Mi corazón palpitaba con fuerza, avisándome de la poca preparación física y mental que poseía para ese reto. En medio de esa mezcla de emociones consideré devolverme corriendo y salir de ahí bajo toda circunstancia, pero cambié de pensar al notar que ya no sudaba y el ritmo cardíaco bajaba progresivamente; fue entonces cuando me percaté de la presencia de la mano de Reiner en mi hombro. Me estaba prestando apoyo, más allá de las palabras.

—Hay gente esperando. ¿Saltará o no?—el encargado pedía mi pronta acción ante la impaciencia de una pareja que ansiaba darse a la adrenalina.

El rubio buscó mi mirada sin aún retirar su mano, pude percibir compresión; aunque la persistencia seguía sin desaparecer. Mis latidos se aminoraban aceptando lo que estaba por suceder, mientras que mi mente me mostraba lo que me propusé la vez que recibí el mensaje de mi madre.

It can't be (ReinerXBertholdt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora