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Mi vista estaba privada, no tenía noción de lo que sucedía delante la tela que ocultaba mis ojos. El viaje me pareció largo y tortuoso, más al estar mi cuerpo tan apresado entre los robustos hombres que cuidaban las puertas de ambos extremos.

Ahora nos encontrábamos caminando en cierto lugar que por obvias razones no ubicaba; sin embargo, no olía mal ni a humedad como para señalar que fuese un sitio abandonado.

—¿P-por qué me hacen e-esto?— atiné a balbucear.

—Cállate. Ya hablarás con el jefe en su momento.

—N-no soy alguien malo.

—No es por ti, para que lo vayas sabiendo.

—¡Suficiente!— resonó la voz autoritaria que suponía era de Zeke. —Charlaré con él.

Definitivamente debía ser Zeke.

Capté su cercanía, supe que se posicionó frente a mí aún si no pudiera verlo. Entonces prosiguió.

—Hola, Bertholdt.

—P-por favor, no me mate.

—Tranquilo, eso no está en mi mente. Hace mucho tiempo que deseaba dialogar contigo.

—¿Secuestrándome?

—Te explicaré, niño— dijo. Acto seguido se escuchó el arrastre de una silla. —Imagino que ya tienes conocimiento de quién soy y qué relación me conecta con tu queridísimo novio. ¿Estoy en lo correcto?

No sabía si debía contestar. Ante el silencio, el hombre habló.

—Por tu reacción al reconocerme supongo que sí, por lo tanto seré breve y conciso: eres un anzuelo.

—¿Q-Qué?

—Sé que Reiner Braun no se quedará de brazos cruzados mientras que su contendiente de negocios le arrebata a su amada pareja. Estoy plenamente convencido de que ese tonto moverá cielo y tierra con tal de dar con tu paradero; también soy consciente de que no le importará salir corriendo hacia acá y mucho menos enfrentarse a la mismísima muerte con tal de recuperarte. He ahí mi plan. Invocaré la presencia de Braun a través de tu rapto, y una vez lo tenga de frente le daré dos opciones: me cede todos los terrenos que alguna vez disputamos, sin importar que haya construído en ellos, más una jugosa suma de dinero equivalente a mis millonarios gastos con los tribunales durante nuestra pelea, o, segunda opción, te perderá, pero no te preocupes, conservaré tu vida; ya craneé otros asuntos para ti.

—N-no. Esto es u-una pesadilla.

—Oh, Bertholdt, ojalá lo fuera, al menos para ti.

—¿Por qué lo hace? ¿Por qué no busca otras alternativas para crecer su negocio? ¿Por qué recurrir a esto?

—Digamos que soy muy ambicioso. Cuando me propongo conseguir algo, recurro a lo que sea con el propósito de alcanzarlo.

Mis lágrimas desfilaron sobre mis mejillas, empapándolas de su sabor salubre, algunas se quedaban en la tela que me imposibilitaba la visión, dándome un aspecto deplorable, aquel que destrozaría el corazón de mis padres si me viesen en esa situación.

—No llores, ¿sí?— comentó Zeke— Me exaspera ver a la gente llorando.

Sin embargo, mi llanto no cesaba; por lo contrario, los sollozos aumentaban de intensidad al pensar en lo terrible y agobiante del caso.

—¡Que te calles!— bramó el barbado antes de estampar su mano contra un costado de mi rostro. —El hecho de conservar tu existencia no me impide enaltecer y hacer valer mis reglas.

It can't be (ReinerXBertholdt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora