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Reiner

El celular vibraba sobre mi escritorio, avisándome por sexta vez que Galliard llamaba con insistencia. Al principio hice caso omiso a su pedido de atención, pero ahora sí me que me sacaba de quicio.

-¿Qué pasa?- contesté con voz irritada.

-Hey, Braun. ¿Interrumpo algo? Bájale al tono que no te pediré dinero.

-Estoy ocupado, Galliard, tengo mucho trabajo en la oficina, si tan sólo vieras la mesa.

-¿Quieres que vaya a comprobarlo?

-No, mira, ya. Más bien dime el motivo de tus timbrazos.

-¿Recuerdas a Pieck? Está en la ciudad y nos preguntábamos si te querías unir a la salida que tenemos programada para hoy en la noche.

-Oye, a duras penas puedo contigo y ahora pretendes que ande con esa mujer, la cual bien sabemos, hasta hace poco mantenía una fuerte cercanía a Zeke. ¿Tanto ansias verme en la boca del lobo?

-No es lo que piensas. Pieck hizo lo mismo que yo, se reivindicó, puedes confiar en nosotros.

-Nuevamente me niego; además, debo visitar a alguien en la noche.

-¿Alguien? ¿Hay algo de lo que no esté enterado?

-No es de tu incumbencia. No creas que ya estás en el derecho de mantenerte al tanto de mi vida.

-Entiendo, entiendo. Entonces, ¿cuándo tienes tiempo para mí?

-Galliard, entre lo personal y lo profesional no tengo tanta disponibilidad.

-¿Qué hay de las festividades navideñas? Para Navidad puedo ir a tu hogar y llevar vino.

-Estaré con mi familia.

-¡Estupendo! Me muero por volver a ver a la señora Braun.

-Galliard, escuchame. Entre tú y yo no puede haber ese acercamiento tan de amigos, y sabemos el por qué. Es mejor tomar distancias razonables, por mi propio bien y el de mi inmobiliaria.

-¿Es por ese alguien que mencionaste?

-No, es por tu pasado. Se me hace difícil andar en perfectos términos con alguien que andaba super cercano con uno de mis enemigos.

-¿Qué insinuas?

-No te vayas a ofender, pero, ¿qué me asegura que no tienes contacto alguno con Zeke?

-¡Ja! ¿Enserio me estás cuestionando? ¡No lo puedo creer!

Su voz se tornó iracunda; tanto así que si lo tuviera de frente, me hubiese lanzado un golpe.

-¿Es esa persona la que te mete cucarachas en la cabeza?

-No tienes que agregar terceros porque el asunto es entre tú y yo.

-Pues no lo parece. De la nada me sacas en cara todo eso que dices, cuando hasta hace unos días no te veías tan reticente. Bueno, al principio sí un poco, pero qué pasó con el Reiner de las salidas.

-Han pasado cosas, Galliard, y Zeke ha estado involucrado. Viendo aquello, me resulta desconfiable, más cuando sucedieron desde que nos volvimos a hablar. Lo que menos pretendo es encasillarte, sólo te comunico mis precauciones; ya es asunto tuyo si te sientes aludido, pero con esto busco proteger mi negocio y, más importante aún, a mis seres queridos.

-Tú, pedazo de mier...

Su voz quedó en el aire debido a que colgué la llamada. La conversación comenzaba a exasperarme y él no es quien para que yo le esté dando explicaciones, menos cuando estuvo jugando en mi contra con la compañía de mi enemigo.

-Señor Braun- uno de mis asistentes se asomó a la puerta-. Recuerde la reunión de las seis de la tarde.

-Cancela el evento y pásalo para mañana a primera hora. Hoy tengo otro asunto en mente; además, no estoy en condiciones.

-Pero hay gente que vino desde Múnich, Hamburgo e incluso de Holanda.

-Excúsame y pídeles que se alojen sólo por éste día.

-Está bien.

Una vez en solitario me dirigí hasta la amplia ventana, la cual me daba una perfecta vista de la inmensidad del territorio berlinés.

Mis ojos se dirigieron hacia el oriente, donde sé que está la Universidad Libre de Berlín, y dentro de ella: Bertholdt.

Bertholdt.

Alto, nervioso, adorable y jodidamente hermoso. De verdad necesito verlo.

En medio de mi ensoñación, el celular comenzó a vibrar de nuevo. Cerré los ojos en busca de paciencia, deseando que no fuera cierta persona con nombre irónicamente gracioso.

Sonreí al percatarme que era el chico que hasta hace un momento invadía mi cabeza, así que contesté.

-Hey- saludé.

-Estoy feliz.

-¿Ah sí?

-Reiner, sí pasé, podré acompañarte en navidad.

-Eso me pone muy alegre, Bertholdt. Sabía que lo lograrías. Ahora ve a tu habitación y arreglate.

-¿Eh?

-Paso por ti faltando diez para las seis. Saldremos por dos razones: uno, hay que celebrar; dos, quiero verte, lo necesito.

-Reiner...

-Te veo entonces.

-Te espero.

Acto seguido me despedí, pues al menos necesitaba acabar con el trabajo de la jornada antes de salir.

Bertholdt había cumplido con su compromiso académico. Él irá conmigo a visitar a mi familia.

No podía ser más feliz.

It can't be (ReinerXBertholdt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora