El día de mi cumpleaños pasó de la mejor manera posible: en compañía de los que más quiero y con el apoyo de ellos. No pediría nada más. Estaba más que satisfecho con eso. Sin embargo, el tiempo ha venido avanzando, y con él, notables cambios en mi entorno.
No es por ser pesimista o dramático, pero desde hace una semana Reiner está raro en el sentido de verle más estresado y preocupado, su mirada se pierde en la nada y a veces se exime de las conversaciones. Desde que me di cuenta de aquello, intenté entablar un diálogo con el fin de indagar el por qué de su estado, incluso para estudiar alguna posibilidad de ayudarle; no obstante, los intentos fueron fallidos.
-¿Irás a la casa de Braun?- preguntó mi madre al verme en la puerta con un bolso en el que llevaba lo necesario para salir durante una jornada.
-Sí, necesito ir a hablar con él.
-¿Sucede algo?
Yo también lo quisiera saber.
-No, no es nada importante- mentí.
-De acuerdo, cuídate. Recuerda ir con precaución.
-Está bien. Hasta luego, mamá.
Salí en dirección al hogar de mi pareja. Desconocía si estaría ahí, pero dio igual; aguardaría por su presencia si era posible.
El trayecto fue silencioso, sin descartar que a cada metro que quedaba atrás, me llenaba de expectativa frente a lo que podría suceder. Quizá Reiner sólo estaba teniendo malos momentos en la empresa, y con más razón debía llegar a sus brazos y apaciguarle.
-Hola, disculpe, ¿el señor Braun se encuentra?- pregunté apenas llegué a mi destino. Al frente yacía el celador observándome inquisitivamente.
-¿Quién lo solicita?
-Su pareja, Bertholdt Hoover.
-Bueno, chico; te comento que él salió hace media hora. No sé cuándo regresará. Si lo deseas, puedes ir, dar una vuelta y volver más tarde.
-¿Y si aguardo acá?
-Es su decisión.
Asentí con levedad y me senté en uno de los sofás situados en el lugar, dispuesto a mirar el techo o jugar con mi celular mientras mi ser ansiaba la llegada de Reiner.
El reloj dio rienda suelta a una ronda de minutos que poco a poco conformaron horas, en las que cambié múltiples veces de posición ante los ojos desaprobatorios del celador; sin embargo ni me importó, al fin y al cabo solamente estaba empeñado en vislumbrar al hombre de contextura musculosa.
Mis párpados bajaron con el fin de relajarme y eso fue lo último que hice antes de caer dormido en aquel mullido mueble.
Una voz se oía a lo lejos. Ya estaba a punto de despertar. Abrí los ojos con dificultad, recordando con inmediatez que me había dormido en la recepción del edificio, por lo cual me incorporé brusco.
Pensé que me ganaría palabras de reproche, por lo contrario, me di con una situación diferente. Un rostro bien conocido con cabellos rubios que amaba tocar, me contemplaba desde un extremo de la habitación.
-Re-Reiner.
-Berth, fue una sorpresa encontrarte allá abajo. ¿Cuánto llevabas ahí?
-¿Qué hora es?
-Las tres de la tarde.
-Estuve desde las once de la mañana.
-Me hubieses llamado.
-Ayer lo intenté durante todo el día y no obtuve respuesta- solté con desgana al rememorar las veinticuatro horas anteriores, en las que traté de comunicarme y en ningún momento logré siquiera un "hola".
-Lamento eso. La verdad es que he estado sumamente ocupado.
-Lo mismo dijiste en la ocasión de mi cumpleaños. ¿Qué es tan diferente ahora en la empresa? ¿Qué es eso que te absorbe?
-No es el mejor momento para charlar. Te llevaré a tu casa.
-¡N-No! Quiero que hablemos.
-Aún no es tiempo de ello.
-¿Qué sucede? Estás muy diferente.
-Bertholdt, a diferencia de ti, tengo que lidiar con un trabajo y con lo que éste conlleva. Hay tiempos de tormenta en esto, los cuales debo afrontar como el líder que soy dentro de la estructura. Suceden tantas cosas que de seguro no entenderías, al igual que en éste instante, en el que no comprendes mi estado.
-E-entonces déjame comprenderlo.
-No, ahora no.
-¿Cuándo?
-Vamos al auto.
-¡Reiner!
-Basta. Algo está aconteciendo, y es mejor que no te metas.
-Entiendo, en ese caso me iré a mi hogar- escupí con enojo y resignación.
-Sígueme.
-Voy solo.
-¿Qué?
-Hablamos después- me despedí, saliendo con rapidez del sitio. Podría afirmar que casi corrí para evitar el alcance del empresario, quien no cesó de recitar mi nombre hasta que me adentré al ascensor.
Lo último que escuché previo al cierre de puertas fue un lejano "espérame, por favor".
Pedí internamente no volver a toparme con Reiner, considerando que persistía la posibilidad de que hubiera bajado por las escaleras. Mi alivio fue grande al encarar al celador, del que me despedí con una leve inclinación.
Por suerte, el bus se acercaba a la parada. Corrí hacia el vehículo y enseguida ascendí a su anterior.
Apenas pagué, tomé asiento sin mirar al exterior, pues no me interesaba contemplar la presencia de mi pareja; en cambio, las lágrimas amenazaban con desbordarse.
Sorbí mi nariz de la forma más discreta posible y recoste mi cabeza al vidrio, deseando nunca haber venido.
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Nota de la autora:Algo corto en tiempo de parciales, pero espero que les guste.
¿Tienen teorías de lo que acontecerá? Dejenlas acá para que las lea.
Infinitas gracias por su apoyo.
Bye, bye💕💕💕
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It can't be (ReinerXBertholdt)
FanficBertholdt Hoover, un estudiante de sexto semestre de medicina residido en Berlín. Para su desapercibida existencia todo parece ir bien, pues estudia lo que siempre le gustó; mejor aún siendo becado en la Universidad Libre de Berlín, no obstante su t...