Luego del tortuoso almuerzo, la señora Karina le pidió a Gabi que me llevara a mi habitación mientras ella charlaba un poco con Reiner.
Me levanté del asiento y salí tras la niña sin mirar al rubio cuya mirada sentí clavada en mi espalda.
—Los cuartos de invitados están en el tercer piso para que disfruten de más tranquilidad— comentó la pequeña mientras subíamos las escaleras de mármol liso.
—¿Subiste lo mío hasta allá?
—Sip. Soy fuerte.
Mostré una sonrisa ante la suficiencia que emanaba de tan diminuto cuerpo. ¿Qué le habían dado a esa chica?
La tercera planta no era diferente de las otras; tenía el mismo estilo, las mismas decoraciones, los mismos balcones, sin embargo, me atrevería a señalar un detalle sólo presente ahí, y aquello era un candelabro de alta gama con cristales colgantes posicionado en la mitad del pasillo.
—Aquí es— anunció Gabi delante la última puerta del camino, la cual se encontraba al lado del balcón hacia la parte trasera del lugar.
—Gracias.
—No es nada. Cualquier cosa que necesites puedes avisarme.
Dicho eso salió disparada por donde venimos, dejándome ahí en la entrada de lo que sería mi cuarto hasta el día que nos vayamos.
El interior de la alcoba poseía paredes color verde pastel y sobre éstas varios cuadros de temática nórdica. Qué gustos tan peculiares.
Al lado izquierdo se extendía un amplio closet en madera y con puerta plegable, mientras que en el sector derecho se abría una ventana con sus respectivas cortinas a sus lados. Al lado de ésta, estaba ubicado un espejo que permitía verme de la cintura hasta la cabeza; justo debajo de aquel, llegando hasta el piso, había un escaparate, en el cual se guardaban los accesorios y cosas así que uno llevara.
En medio de la habitación y pegada a la pared del fondo, se encontraba una cama matrimonial que, por cierto, lucía demasiado acolchada y cómoda. A unos dos metros de lado del gran objeto, visualicé otra puerta. Obviamente debía ser el baño.
¡Bingo! Dentro del lugar, como primer atractivo, saludaba una inmensa tina en mármol grisáceo que por casualidad me recordaba a una época ya pasada. Al igual, se contenían dos lavabos frente un espejo que ocupaba dos metros y medio de ancho, con bordes pintados con color cobre.
Si me pusiera a detallar hasta lo mínimo de aquella habitación, mi cerebro se vería abrumado por la infinidad de objetos y demás. Es por ello que decidí postergar la organización de mis pertenencias, y mejor arrojarme al lecho de la cama, el cual me recibió con entusiasmo, envolviendo mi ser en una comodidad espléndida. Mi cuerpo cabía en su totalidad. ¡No podría pedir más!
Cerré mis ojos en busca de un poco de relajación, queriendo olvidar las palabras punzantes soltadas por la mamá de Reiner.
¿Cómo reaccionaría si se entera de lo que hay entre él y yo? ¿Tomaría decisiones descabelladas e impulsivas, o se quedaría callada y con una mirada severa mientras analiza la situación? Sea como sea suena espeluznante. Aunque, no la culpo, quiere lo mejor para su hijo. Reiner es un hombre hecho y derecho que maneja su propio trabajo y posee estabilidad económica; en cambio yo aún soy un simple estudiante cuyo futuro es incierto. La señora Braun no quiere que Reiner lidie con una carga.
Una carga…
El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos, provocando que me reincorporara rápido en un intento de ver quién era el sujeto que me sacaba de mi estado.
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It can't be (ReinerXBertholdt)
FanfictionBertholdt Hoover, un estudiante de sexto semestre de medicina residido en Berlín. Para su desapercibida existencia todo parece ir bien, pues estudia lo que siempre le gustó; mejor aún siendo becado en la Universidad Libre de Berlín, no obstante su t...