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-Hijo, ¿no piensas salir de esa cama?- mi mamá se asomaba en la puerta, invitándome a tomar un poco de aire fresco.

Luego de la disputa de ayer con Reiner, había decidido internarme en mi cuarto para darle vueltas al asunto en la soledad de mi ser.

Sé que Reiner es un hombre hecho y derecho, sujeto de deberes y grandes responsabilidades, más aún cuando se trata de su negocio, pero tenemos una relación. Es injusto que no me permita preocuparme por él, y que peor, me trate como si no estuviera a mi alcance, como si mi mentalidad no fuera suficiente para comprender las cosas. La verdad, me sentí menospreciado.

-¿Berth?- mi madre aguardaba por un indicio de respuesta.

-Creo que saldré con Marco- avisé, dándole calma a la mujer cuya mirada se iluminó al escuchar lo dicho.

Y sí, llamaría a mi amigo y le convencería de reunirnos. Tampoco podía enclaustrarme en un sitio mientras mis pensamientos me consumían. De pronto, si hablaba con Bodt liberaría la angustia y un poco de la mala energía que gané.

-Dile que venga a almorzar- sugirió mamá, a lo que yo asentí para luego agarrar mi celular y marcarle.

Al segundo timbre oí la voz del pecoso, quien parecía haberse levantado recientemente. Tal como estaba acordado, le invité a gozar de la comida de mi familia con la condición también de que a la tarde saldríamos por un helado o de pronto al cine. Al pronunciar lo anterior, Marco aceptó sin pensarlo, siendo llevado por la confianza que nos unía.

Colgamos después de recitar una pequeña palabra de despedida.

Empecé a alistarme para recibir a la visita próxima a llegar. Un baño, ropa adecuada, colonia distribuida de buena forma, arreglar el cabello y todo listo para ir hacia la primera planta.

Tomé un par de mocasines marrones para concluir mi atuendo consistente en un blue jean y una camisa negra estilo polo.

-Qué guapo, hijo- mi papá decía con dificultad.

-Gracias. ¿Cómo has amanecido? Hoy no te ves muy bien.

-Me siento recaído, pero nada para preocuparse.

-Sabes que debes cuidarte, debemos cuidarte- afirmé al observar su estado desgastado.

-Pronto pasará.

-Llevas diciendo eso desde hace cuatro años; en cambio, te pones peor.

-Ay, hijo. En ésta adversidad es más factible pensar positivo.

Suspiré con pesar mientras mi corazón dolía por el solo hecho de pensar en una vida sin la existencia de mi progenitor. Sabíamos que era una bomba de tiempo, en cualquier lapso acontecería lo peor y tendríamos que asumir las consecuencias.

-¿Te dirijo a la habitación?- pregunté, dispuesto a acompañarle a su cama para que descansara y no se esforzara de más.

-No, vamos al comedor.

-¿Seguro?

-Lo dicho, dicho está.

Sonreí.

Acto seguido le guíe escaleras abajo con sumo cuidado, tomando el tiempo necesario para que cada paso fuera firme. Seguimos de aquella forma hasta dar con la parte de la casa en la que se ubicaba una mesa mediana hecha en madera en su parte inferior y vidrio en la superior. Cinco sillas le rodeaban, a pesar de que no fuera ese número el de las personas que solían usarla. Una pequeña ventana daba con la zona de la cocina, lugar cuyo interior era ocupado por mi madre que se paseaba de allí a allá cogiendo ingredientes y manipulando sartenes.

It can't be (ReinerXBertholdt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora