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Sus brazos me envolvieron de regreso, mostrando una imagen ambigua según la persona que lo viera.

Acababa de agradecerle por lo que ha hecho por mí, y más que eso, le pedí que me siguiera enseñando a confiar. Algo muy arriesgado, considerando que no sabía cómo lo iba a tomar; no obstante, el alivio llegó cuando él se limitó a extender sus brazos para luego apretarme entre ellos.

—Bertholdt, tu confianza reposa en mis manos. No sabes lo contento que me hace el escuchar esas palabras.

—Re-Reiner, creo que ya podemos sepa...

—Sólo un instante— me cortó, dejándome con la queja en la garganta.

Me tensé ante su demorada e insistente proximidad. Debíamos apartarnos antes de que alguien pasara y malinterpretara la situación, porque a decir verdad, no es normal que dos hombres se abracen de manera comprometedora frente a un cuarto de hotel. Es así, ¿no?

—Ve a descansar. Mañana tienes otra jornada completa en la convención— dije con el fin de disolver el acto.

—Tienes razón— oí su voz un poco baja. —Nos vemos mañana en la noche. Espero que disfrutes de la ciudad y te relajes. Cualquier cosa que necesites puedes llamarme.

—Entiendo. Gracias, Reiner.

—Hasta mañana, Bert.





—Marco, las piernas me duelen. ¿Cuánto más hay que caminar?

—Hasta que encontremos el lugar ideal para comprar.

—Eso se puede hacer en un sitio cualquiera. Estamos en la zona comercial.

Llevábamos cuatro horas de mera vitrina y de acuerdo con mi amigo, aún no aparecía el sitio indicado. No sé  qué buscaba, pero me estaba empezando a exasperar.

La zona comercial de Hamburgo se caracterizaba por su gran atractivo. Una plaza de gran estructura y comodidad figuraba en el centro, mientras que a los alrededores se situaban los centros comerciales, haciendo gala de infinidad de productos expuestos en sus vitrinas, los cuales invitaban a seguir descubriendo lo que había al interior.

Al final decidimos entrar a uno de estilo contemporáneo, en donde Marco ansiaba conseguir una camisa para Jean. Por mi parte, suspiré con la esperanza de encontrar algo  que pudiese funcionar como obsequio para Reiner.

—¿Qué te parece?— el chico de pecas mostraba una chaqueta negra en cuero con pequeñas cadenas guindando en una de las mangas.

—Sé que Jean tiene una actitud pesada, pero eso es mucho.

—¿Y este?

Ésta vez era un camisón en lana que poseía líneas negras y amarillas como decoración.

—Parecerá una abeja.

Ambos tratamos de reprimir una carcajada con respecto a mi comentario. Qué opciones tan terribles.

—¿Por qué no le llevas algo más normal?— urgué en el perchero hasta que di con una buena prenda. —¡Mira!— saqué una camisa manga larga que a juzgar por la talla le podría quedar ceñida al cara de caballo.

—Jean se verá asombroso con eso. ¡Guapisímo!— exclamó con los ojos centelleantes de emoción.

—De nada.

Seguimos con nuestra exploración mercantil sin éxito para mí, ya que no conseguía algún objeto que cumpliera mis expectativas.

Siendo sincero, me daba miedo llevar un regalo para Reiner por lo que ya había pensado anteriormente: él tiene dinero en exceso y debe estar acostumbrado a lo caro.

It can't be (ReinerXBertholdt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora