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El sol aún no aparecía. La madrugada me resultaba helada, aunque para Marco no era así, pues se mostraba emocionado por ir a Hamburgo.

—Tengo tanto tiempo sin salir de Berlín que ésta oportunidad me ha parecido una bendición.

—Sí, yo tampoco he salido de la ciudad en un tiempo— le apoyé con mi voz un poco baja.

—Oye, ¿qué soñaste?

—Esto...— mi rostro se encendió al recordar las imágenes en las que estaba con Reiner en aquella situación tan  comprometedora, a lo que mejor opté por sacudir la cabeza para disiparlas. —Nada interesante. Ya no importa, sólo era un sueño.

—Es un alivio que lo tomes así porque me asusté al verte tan sobresaltado.

Le dediqué un ligero asentimiento de cabeza para luego continuar con el arreglo de mi bolso.

Eran las 5:30am, y por lo que sé, la convención inicia a las 10am. Sí, todavía quedaba tiempo, eso considerando que Reiner llegara puntualmente y el camino fuera sin interrupciones.

—Llevaré dinero para que hagamos compras y la pasemos muy bien el sábado y el domingo.

—Se me olvidaba que sólo podremos entrar al evento durante el día de hoy.

—¿Por qué será eso?

—No lo sé, de pronto le pregunte.

—Deberías. Yo no lo hago porque es deducible que no le caigo tan bien.

—No es que le caigas mal sino que es... Desconfiado.

—¿Enserio? En ese caso haré que confíe en mí; además, debe acostumbrarse a mi presencia, ya que soy tu amigo.

—No te preocupes, él es un buen tipo.

La notificación de un mensaje hizo que volteara hacia mi celular.

"Estoy afuera".

Enseguida avisé a Marco y tomé mis cosas.  Pequeños nervios surgieron al darme cuenta que iba a encontrarme con el partícipe de mi sueño, más porque no sabía si iba a poder mirarlo a la cara sin recordar la sensación de sus labios sobre mi piel, que por bueno que fuera producto de mi mente, no dejaba de ser cuestionable y vergonzoso.

Con pasos rápidos nos dirigimos hasta la entrada. En el camino nos topamos con los  estudiantes somnolientos que iban en busca de sus aulas para sus clases de seis de la mañana.

—Jean de verdad que se decidió a no venir— comenté.

—Siempre es así. Cuando se ensancha con una idea el orgullo no le permite abandonarla.

A un lado de la acera yacía un carro de alta gama, a un costado nos esperaba el rubio, quien una vez nos vio, abrió el maletero para empacar las cosas de manera inmediata.

Mientras él hacía eso, Marco me dio un leve codazo señalando el asiento del copiloto.

—Siéntate ahí si quieres— le ofrecí. La verdad, prefería irme atrás para evitar compartir un espacio incómodo con Braun.

—No me refería a quererlo, tonto. Es para que seas tú el que viaje en ese lugar.

—Quiero ir en el puesto trasero.

—Ay, vamos. No lo vas a dejar solo ahí delante, eso no es bueno.

—Pero...

—¿Bertholdt?— la voz de Reiner me interrumpió. El susodicho estaba abriendo la puerta del copiloto, invitándome a subir.

It can't be (ReinerXBertholdt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora