—Lo arruinaste, Bert— Marco me llamaba la atención al otro lado de la línea. A pesar de estar en el mismo hotel, aún no salíamos de las habitaciones por culpa del cansancio producido por las actividades del día anterior.
—Creo que él no se esperaba esa reacción, pero tenía que decirlo. ¿Cómo aceptaré un beso cuando me gusta otra persona?
—¡Bertholdt!
—¿Qué?
—Perdón, no quise exclamar así. El punto es que estás cegado. Te haré una pregunta: ¿qué sentimientos tienes hacia Reiner?
—¿Sentimientos? Pues él es una gran persona, maneja una personalidad extrovertida y no teme a interactuar con confianza; además, me ha ayudado a cambiar, hace cosas por mí que ningún otro pudo hacer. ¿Sabes, Marco? No lo sé. Estoy tan confundido.
—Bien, eso es por tu parte. Ahora, ¿no no te has preguntado cómo se siente él?
—N-no.
—Deberías conversarlo. En mi opinión, te apresuraste a sepultar el beso bajo tu fuerte ilusión con Annie, sin siquiera meditar el por qué te están pasando tales cosas. Quién sabe y todo esto sea el destino tratando de invitarte a ser feliz.
—Eso sonó un tanto subjetivo para un futuro abogado.
—No te estoy hablando como tal, te hablo como Marco Bodt, tu amigo.
—Gracias. Sabes que a cualquiera no puedo abrirme así y comentar todo lo que tenga conmigo.
—Para eso estamos, ¿no? Podemos confiarnos mutuamente. Por otra parte, cuando nos vayamos procura acercarte más a Reiner, charla, demuestrale calidez y que lo de anoche no es un suceso para que haya un aura de incomodidad entre los dos. Próximamente podrás trabajar en tu caso con Annie, y yo te ayudaré. Necesitas salir adelante y no aferrarte a algo que no tiene oportunidad.
Auch. Eso último sí que dolió, pero qué puedo hacer; ella fue mi primer amor, sin descartar que nunca me he imaginado poseyendo emociones comprometedoras con un hombre. Aquello, en parte me daba un escalofrío, no más que referido a lo que pensaría mi familia y en cómo me afectaría en la sociedad.
—Eh, Marco.
—¿Sí?
—¿Tus padres saben que tú y Jean...?
—Por supuesto. Al principio la idea los conmocionó, pues siempre esperaron que llevara a mi novia a casa. Ya te imaginarás sus caras cuando llegué con lo contrario; no obstante, con el tiempo aceptaron la realidad y aprendieron a querer a Jean.
—Entiendo. Es bueno que ellos sean tan comprensivos. Ojalá los míos sean de esa forma, es decir, en caso de que eso suceda porque no es que tendré algo con un chico.
Una sonora risotada se oyó por medio del celular, retumbando en mi oído y haciéndome separar un poco del aparato.
—Claro, Bert. Lo entiendo con totalidad— pude notar un aire de sarcasmo en su voz.
—Hablo enserio.
—Tranquilo, lo sé. Ahora bien te dejo, ya que quiero ir un rato a la piscina antes de partir y volver a nuestra horrible rutina de universitarios. ¿Me acompañarás o te quedarás pensando?
—Me iré por la segunda opción. No descuides el tiempo y vuelve con calma para organizar.
—Acatado.
—Hablamos más tarde.
—Vale, hasta luego.
Una vez colgada la llamada, me recosté en la cama, analizando lo dicho por mi amigo. Mi mente daba mil vueltas y no sabía a qué punto llegar.
¿Debo hablar con Reiner? ¿Qué intenciones tiene con nuestra relación? Obvio las dudas se resuelven buscándoles respuesta, pero no sé si mencionar el tema al rubio; más cuando no tengo conocimiento de la manera en que se siente luego de lo de anoche.
En otro renglón, todavía Annie ronda por mi cabeza. Acepto que no es posible tener algo más allá de las palabras, pero es difícil desechar los sentimientos que han estado ahí desde hace dos años. Y en este momento: Reiner Braun, aquel hombre que se metió en mi vida con la motivación para acabar con mi carácter introvertido, aquel hombre que me quiere llenar de experiencias que me den razones para sonreír y me dejen en claro lo importante de abrirse al mundo. Luego, el beso; ese acto que vertió mis emociones, revolviendo cada una de ellas con mis pensamientos.
¿¡A dónde llegaré con esto!? ¿Es acaso lo que quiere el destino? Porque si es así, me volveré loco antes de poder concretar algo.
Reiner había regresado cerca de las seis de la tarde. Empezamos a empacar de inmediato, ya que llegar temprano era primordial debido a que al día siguiente retomaríamos las clases.
No tomó mucho tiempo llevar a cabo la tarea de organización, por lo que a las seis y cuarenta y cinco ya nos encontrábamos en el auto.
El viaje de regreso fue silencioso en gran parte. El ambiente era pesado y Braun no mostraba su soltura como suele hacerlo, en cambio daba una expresión seria y fija al frente, y de vez en vez respondía de forma corta a los intentos de diálogo que Marco iniciaba. Mientras tanto, yo manipulaba mi celular en busca de distracción.
Hubiese admirado el paisaje, si tan solo se alcanzara a ver al menos un árbol. La hora no colaboraba, pues ya era de noche y en la carretera lo único visible era la vía iluminada por las luces del carro.
—¿Puedo poner música?— pregunté al de gran musculatura.
—Si quieres.
Su respuesta llevó consigo un tono peculiar, distinto de él. Ante eso me limité a buscar alguna canción que llenara el incómodo espacio.
Al final me decidí por un álbum de Kings of Leon, el cual nos acompañó hasta llegar a nuestro destino: la Universidad Libre de Berlín.
Marco agradeció y de manera veloz bajó del auto, dejándome así a solas con Reiner.
Por un instante pensé en seguir los pasos de Bodt, sin embargo, me mantuve estático en el asiento, decidido a hablar.
—Oye— comencé, —te quiero agradecer por éste fin de semana. La pasé fenomenal; pude ver más que sólo libros y laboratorios. Muchas gracias, de verdad, y no exclusivamente por esto sino por todo lo demás.
—No es nada, sabes lo que pienso al respecto: hago lo necesario para que vivas más y te contraigas menos.
—Re-Reiner, yo tengo algo que decirte.
—Yo también, Bertholdt. Hazlo tú primero.
—Prefiero que seas tú.
—Está bien— dio una profunda inhalación y siguió. —Lo siento por lo que pasó anoche. Prometo que no sucederá otra vez, y respeto por completo el hecho de que sea otra persona la que esté en tu corazón, así que no haré nada que contrarie o trate de sobreponerse a eso. De nuevo, perdón.
"Bertholdt, el día que apareciste frente a mi auto y te vi postrado en el suelo, desarrollé una inmensa curiosidad hacia ti. Es por eso que al percatarme de tu billetera olvidada en el piso, contemplé la oportunidad perfecta para acercarme; y lo hice, y no contento con eso me adentré en tu vida.
La noche en la que me llamaste porque no encontrabas retorno a la universidad, sentí la necesidad inmediata de salir corriendo a tu encuentro. Al llegar y encontrarte dormido a la intemperie, un instinto protector que no despertaba hace mucho, se apoderó de mí.
Bertholdt, haces que desee tu compañía, que añore hablar contigo. En pocas palabras, has provocado que en mi interior se desarrolle una creciente atracción hacia ti, la cual debo acabar ahora que me has dejado claro que tienes a alguien más. No es mi intención interferir en ninguna situación.
Para terminar, estaré ausente en tu vida por los próximos días, porque tengo un corazón y no anhelo mantener sentimientos no correspondidos que me puedan lastimar después. Ya sabes si no ves mis mensajes.
¿Sabes? Por un momento imaginé que me habías concedido un cupo en tu corazón. Efectivamente se quedó en eso, en un imaginé. De igual modo seguiremos siendo amigos, ¿no? Pero como ya mencioné, primero retiraré lo que siento. Hasta entonces hablaremos."
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It can't be (ReinerXBertholdt)
FanfictionBertholdt Hoover, un estudiante de sexto semestre de medicina residido en Berlín. Para su desapercibida existencia todo parece ir bien, pues estudia lo que siempre le gustó; mejor aún siendo becado en la Universidad Libre de Berlín, no obstante su t...