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-Park Jimin, un gusto -decía, con una sonrisa, extendiendo su mano en un gesto de amabilidad.

-Shin Woong -respondió el otro frente a él. Un muchacho por lo menos un palmo más alto que él, cabello castaño corto y una sonrisa encantadora-. Eres el nuevo trabajador, por lo que puedo ver.

-Sí, hoy es mí primer día. ¿Tú trabajas aquí?

-En la cafetería que está enfrente -dijo, señalando con la cabeza a sus espaldas, donde detrás del enorme ventanal y cruzando la calle, estaba aquella bonita y pequeña cafetería-. Pero nuestros jefes están muy asociados y los clientes, a pesar de que son dos negocios completamente diferentes, parecen ser sólo uno y estuve escuchando que contrataron a un nuevo chico por aquí -explicó, cruzando sus brazos sobre su pecho.

Jimin no despegó la mirada de sus ojos marrón por lo tanto.

-Oh, pues es bueno saber eso -musitó, sin saber exactamente que decirle.

El muchacho asintió, decidió. Fácil podría verse que era mayor que él, no sólo en la altura, claramente. Parecía ser un hombre, por lo menos, cinco años mayor, muy amable y además servicial.

Llevaba encima una enorme campera que se le subía hasta las orejas junto a una larga y violeta bufanda que cubría cada centímetro de su cuello y subía hasta su barbilla.

-¿Y puedo saber porque has comenzado a trabajar por aquí?

-Bueno… estoy tratando de juntar dinero para pagar, después, mis estudios -avergonzado, así se sentía. No tanto por la mirada de simpatía y la sonrisa ladeada del otro, sino más bien por lo que decía. No se sentía demasiado orgulloso al decir que no estudiaba-. ¿Y tú? ¿No deberías estar, no sé, trabajando en algo mejor? O sea, sin ofender ni nada, pero por lo usual veo que los que trabajan en cafeterías son jóvenes y… no sé.

-Solo estoy ayudando un tiempo a la señora Wang, ella está un poco enferma y ayudarla es una maravilla para ella -se veía inmediatamente como se sentía orondo de lo que hacía-. En realidad trabajo en una empresa de… bueno, eso no importa.

A Jimin, de pronto, le pareció encantador.

-Bueno, no debería de dejar sola la cafetería tanto tiempo -susurró, torciendo los labios y mirando sobre sus hombros como tenía un par de clientes esperando ser atendidos-. Espero verte después Jimin, y el placer ha sido mío.

-Hasta pronto Shin Woong -aseguró, con una sonrisa que llegó a la comisura de sus ojos.

El muchacho asintió, firme a su sonrisa y, después de afianzar su bufanda, salió de la cafetería. Miró a ambos lados de la carretera, y al comprobar que no podía morir ahí, cruzó corriendo hacia la cafetería. Disculpándose por hacer esperar a la clientela.

Jimin, mientras tanto, se reía en voz baja, negando con la cabeza y acomodando sobre la pequeña mesa que tenía frente a él algunos libros, clasificándolos por género.

Se había quitado la chamarra hace rato porque ahí en la librería había calefacción, pero eso no evitó que sintiera una corriente de aire glacial rodear los vellos de su piel cuando la puerta principal se abrió unos segundo.

Yoongi llevaba consigo una pequeña bolsa café en una mano, mientras que en la otra llevaba difícilmente dos vasos térmicos de café.

-Pensé que tendrías hambre -dijo Yoongi, acercándose a su lado- como en la mañana te fuiste rápido no desayunaste nada… pero como tenía flojera de hacer algo, Hoseok estaba dormido y Taehyung se había ido finalmente a su casa, te traje unas donas, ¿está bien?

El estómago de Jimin rugió al segundo de haber oído esa bonita y deliciosa palabra, aunque le gustó más la idea de pensar que era su bebé, feliz de tener algo de comer. ¡Ah! y de tener ahí a Yoongi, claro.

Primero una noche, después una eternidad ೃ  YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora