Capítulo cinco. Venganza.

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Hundí una vez más la cucharilla en la tarrina que tenía sobre la mesa y comencé a juguetear con el helado de fresa.

Suspiré resignada. Esto era un asco.

Cuando accedí a quedar con Elías para ir a tomar un helado no pensaba que fuese a convertirse en Dylan y me sometiese a una avalancha de preguntas. Prácticamente me estaba haciendo una entrevista y comenzaba a pensar en que Dylan podía haberlo contratado para que me sacase información.

Estúpido moreno periodista. En realidad la culpa la tengo yo que fui la que lo animé a que abriese un periódico. Me di cuenta en clase de lengua que era bueno para esto, para las investigaciones, escribía tremendamente bien y además tenía mucha labia para persuadir a las personas pero nunca llegué a sospechar que yo fuese a estar afectada en ello. ¡Si lo llego a saber no lo apoyo! Era un traidor. Yo lo ayudé a emprender una campaña para que saliese a flote, le hice una página web e incluso le conseguí cámaras profesionales para que tuviese más pruebas y fuese un periódico profesional; y en vez de ayudarme con todo lo que le pedía y facilitarme datos, detalles y estadísticas, ¡me investigaba a mí!

Indignante.

—A mí no me engañas. —señalé a Elías con mi cuchara de plástico. —A ti te ha contratado Dylan porque quiere obtener información ya que su periódico se va al garete. —Elías negó rápidamente con su cabeza y haciendo señales con sus manos.

—Soy tu mejor amigo querida Anne, no sé cómo puedes pensar eso de mí. —enarqué una ceja. Tenía razón, él nunca me traicionaría así que...

—Te está chantajeando. —chasqueé los dedos. Típico en Dylan.

—Soy tu mejor amigo, ¿tan extraño te parece que me interese en ti? ¡Siempre lo he hecho!

—No con tanto afán.

Ambos nos quedamos momentáneamente en silencio. Sabía que él era consciente de que lo había pillado. Elías era muy buen amigo pero realizaba las preguntas principales y nada de cosas excesivamente concretas e íntimas o más rebuscadas de lo normal como por ejemplo de qué color tenía los calzoncillos Lucas. ¡Eso nunca lo preguntaría el pelirrojo! Era evidente que esa pregunta era típica en el intento de periodista con gafas que andaba por ahí con un ejército de guardaespaldas.

Estaba tan desesperado por conseguir una noticia ''amorosa'' para que su periódico volviese a venderse con la misma facilidad que antes que tenía que recurrir al chantaje y todos sabemos que eso era cosa de Caterine y mía. De todas formas no sé cómo tenía la fe de que yo no me fuese a percatar e imaginar de que él estaba detrás de esto. ¡Elías era mi mejor amigo! Lo conocía demasiado bien, evidentemente no me engañaría nunca.

Ya ajustaría yo cuentas con ese periodista. Tenía que hablar con Dan para que me diese una sustancia que le provocase gastroenteritis o que lo quedase calvo.

—¿Al final has hablado con tu madre? —interrogó Elías provocando que saliese de mi ensimismamiento.

—Y ni te imaginas la bronca que me ha echado. —resoplé. —Pero peor ha sido mi padre. Entre los dos han conseguido que me quede un mes sin salir, sin teléfono y mucho menos juntarme con Caterine. —mi mejor amigo pelirrojo me miró dubitativo.

—Te has escapado por la ventana para venir ¿cierto? —sonreí ampliamente y asentí feliz. —Y no vas a cumplir ninguno de sus castigos. —afirmó Elías.

—Ellos no lo toman como castigo pero esta noche tengo que ir a casa de Tahiel y eso sí que es una tortura. Intentaré llevarme a Caterine a escondidas.

—¿Por qué os siguen encerrando en una habitación? —curioseó Elías. —Todos sabemos que no tenéis la tensión sexual que comparten Dan y Caterine. No tenéis nada que resolver. —me encogí de hombros.

Nunca en la vida. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora