Capítulo catorce. Estúpido profesor.

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Os podéis imaginar lo que ocurrió después de ese encontronazo.

Caterine me hizo millones de preguntas, yo le hice millones de preguntas. Dan le hizo millones de preguntas a él, Tahiel respondió con aún más preguntas. Dan me preguntó, Caterine preguntó a Tahiel y viceversa.

Dylan nos preguntó a todos y ahora somos portada en el periódico.

Caminamos por los pasillos de la escuela y nos ganamos las miradas de prácticamente casi todo el alumnado, los únicos que nos ignoraban eran los ''chicos malos'' y los hippies que estaban al margen de la sociedad y no les interesaban los chismes que se oían en la escuela. Esa regla se aplicaba completamente en el sector de ''chicos malos'' pero, sin embargo, soy consciente de que muchos componentes del grupo de los hippies estaban ansiosos de saber la noticia. Muchas veces habían ido a la zona de periodismo a dar exclusivas aunque evidentemente siempre pedían que no se revelasen sus nombres y que pusiesen que la fuente de la que provenía la noticia era anónima.

Lo de Caterine y Dan estaba cantado. Era cuestión de tiempo que acabasen aceptando que se gustaban y se enrollasen. Cuando le pregunté a mi amiga ella lo negó y justificó el acercamiento entre ambos con que estaba demasiado borracha y había confundido a Dan con Zac Efron. No había alcohol lo suficientemente fuerte para provocar tales alucinaciones; por otro lado, Dan justifica esa situación con que probablemente alguno de sus productos químicos lo habían intoxicado. Aunque ahora la situación de ambos era un tanto incómoda, seguían discutiendo y matándose con la mirada como siempre pero en sus miradas había algo diferente. Era como una especie de chispa, de brillo; se había creado una conexión aún más fuerte de la que ya tenían. Supongo que eso se debía a que ambos se habían dado cuenta de los sentimientos que tenían hacia el otro. Ahora mismo se encontraban en plena fase de negación y confusión.

—¿Qué es lo que estás mirando? —le preguntó mi amiga malhumorada a un chico que instantáneamente se encogió y apretó sus libros contra su pecho con más fuerza. —Si no me vas a pedir una cita más te vale que dejes de mirarme si no quieres tragarte mi libro de geografía. —Caterine levantó su libro de más de seiscientas páginas y el chico literalmente salió corriendo, desapareciendo por el pasillo.

No quise hacer ningún comentario. Estaba más centrada en lo que había pasado en la fiesta.

Tahiel cree que yo no recuerdo nada, quizás ese pensamiento había sido ayudado a que no contestase a ninguna de sus preguntas tras la quedada y me hiciese la loca y me comportase como una chica que sufre amnesia. En realidad prefería no afrontar la realidad, mejor evitaba el problema hasta que desapareciese o hasta que Tahiel se diese cuenta de que me acordaba de todo (o al menos hasta ese casi beso donde nos encontramos con Dan y Caterine. Después hubo mucho alcohol de por medio) y me secuestrase para que hablásemos sobre lo que había ocurrido.

Es cierto que nos habíamos besado otras veces pero esta vez era diferente. Ambos reconocimos que queríamos besarnos, no era cuestión de venganza sino de deseo, de atracción. Lo conozco y probablemente el pensamiento que tenía sobre aquel suceso es que yo me arrepentía pero estaba totalmente equivocado. Sí me arrepentía de las palabras que salieron de mi boca pero no de las ganas de besarlo, incluso a veces pienso que sencillamente fui sincera y que eso no tiene nada de malo. Además, él también reconoció que tenía ganas de besarme así que no podía utilizar mis palabras en mi contra porque yo también podía utilizar las suyas como contraataque.

—Hoy estás más ausente de lo normal. ¿Te pasa algo? —Elías movió la mano frente a mi cara e hizo que saliese de mis cavilaciones mentales. —De hecho, las dos estáis muy raras. ¿Ha pasado algo de lo que debería estar enterado? —eso era una clara pregunta trampa. Caterine y yo nos miramos y negamos con la cabeza.

Nunca en la vida. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora