Capítulo treinta y cuatro. La primera cita.

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*Escuchar canción mientras que leéis el capítulo* ;)

*Leer nota del final*.

Dicho esto, espero que disfrutéis. <3



Anne.



Ni de broma me iba a poner un vestido para mi primera cita.

Ya había entrado en ese absurdo cliché, no iba a pasar también por el aro de usar vestido, eso sería dejar de lado mis principios y eso sí que no lo iba a permitir.

Tengo que admitir que estaba ilusionada con tener una primera cita de verdad con el demonio de pelo naranja y que, aunque hubiese entrado en ese cliché, yo estaba encantada. Había sido yo la que se lo había pedido de una forma muy poco sutil y me daba exactamente igual, la verdad es que quería hacerlo; quería tener una cita de verdad con él, como las que salen en las películas o las que se leen en los libros de romance. Y sé que no me pega nada con mi personalidad, pero a veces las personas sorprenden. Además, tengo todo el derecho del mundo a querer una cosa como esa y a querer a un chico, aunque sea muy agresiva y me encante pegarle algún que otro puñetazo, porque eso era una especie de tradición y por mucho que me gustase ese chico irritante, nunca iba a cambiar. Yo no iba a cambiar. No le daría el place a mi madre de que tuviese la razón y ese sentimiento de que me gustase alguien cambiase mi personalidad.

De hecho, creo que el hecho de querer a alguien no tiene por qué influir para nada en tu personalidad.

Y hablando de mi madre, gracias a que Tahiel era un bocazas y un presumido, se había chivado y le había contado a su madre y a la mía que íbamos a tener nuestra primera cita pero que no le contase nada a los padres o su cabeza acabaría en una pica. Ahí no le faltaba razón. Aunque quisiese publicar nuestro ''amor'' a los cuatro vientos, le había aconsejado que no se apresurase si quería sobrevivir y disfrutar más tiempo de nuestro futuro noviazgo y de nuestros besos. Pero como no puede tener nada oculto, sí que se lo había dicho a nuestras madres y desde que mi madre se enteró, solo sabe saltar a mi alrededor emocionada, agobiarme y aconsejarme sobre qué hacer y cómo comportarme en una cita.

Una cita con Tahiel no es una cita común y corriente y estaba cansada de repetírselo.

Estaba tan ilusionada que parecía una niña pequeña el día de navidad, de hecho, creo que estaba más ilusionada que yo. Estaba por decirle que fuese ella a la cita y saliese con Tahiel.

—Por favor Anne, ponte un maldito vestido. —bufé y me crucé de brazos.

Llevaba como una media hora en mi habitación, metida en mi armario mientras que buscaba un conjunto apropiado para llevar a la cita y solamente sabía sacar vestidos. Estaban tan bien ocultos que ni si quiera Tahiel los había encontrado nunca, pero ella se las había ingeniado para hacerlo; seguramente porque cuando era joven, ella usaba el mismo truco. Además, me trajo algunos vestidos que tenía escondidos por el resto de la casa y los tiró sobre mi cama.

—Voy a ponerme un peto negro con una camisa blanca debajo y unas deportivas negras. —sentencié. —Me da igual que sea Tahiel como si quiere ser el rey, no pienso ponerme vestido por nadie. —mi madre se llevó las manos a la cara con frustración.

—¡Pero es tu primera cita! Tienes que cambiar un poco tu vestimenta y enamorar a Tahiel con tus encantos.

—Ya lo tengo enamorado. —comenté dejándome caer sobre la cama. —Y ahora sal de mi habitación y déjame arreglarme tranquila. Al final va a venir y no voy a estar lista.

Nunca en la vida. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora