Epílogo II.

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De nuevo, es recomendable escuchar la canción mientras que leéis. ;)


Epílogo II.



Anne.

—Tienes que irte de esta fiesta Anne. —me dijo mi hermano mientras que agarraba mi mano y me arrastraba hacia el patio trasero. —Eres demasiado joven para estar aquí.

—Y tú demasiado incrédulo si crees que voy a cumplir tus órdenes. —contesté soltándome de su agarre y quedándonos justamente en medio de una aglomeración de personas.

—Esta fiesta es para mayores. —enarqué una de mis cejas.

—Lo dices como si tú fueses una persona mayor. —contraataqué haciendo énfasis en la última palabra.

—Eres una adolescente. —alcé ambas cejas y me crucé de brazos consiguiendo verter un poco de mi cerveza.

—No sabía que tú lo hubieses dejado de ser.

—Sabes a lo que me refiero. —estaba claro que mi cabezonería la había heredado de mi madre y de mi hermano mediano.

—No pienso irme de la fiesta y espero que no me vigiles. Haz como que no me conoces.

—¡Pero es que sí que te conozco! —expresó alzando ambas manos. —Eres mi hermana pequeña, se supone que te tengo que proteger. —negué con mi cabeza.

—¿Y dónde has estado estos años? Porque protegiéndome no. —y dicho esto me alejé rápidamente de él.

Era demasiado hipócrita. Intentaba comportarse ahora como un hermano responsable y protector que nunca había fallado cuando en realidad, nunca había estado a mi lado. Hace años decidió irse de aquí, alejarse de este ambiente y de todos, incluida de mí y yo respetaba eso; si no estaba bien y no se sentía bien, no tenía por qué quedarse. Ni por mí ni por nadie. Pero aun estando fuera, a kilómetros de distancia, podría haberme llamado o haberse preocupado por hacer Skype conmigo aunque no quisiese venir a verme porque no le gustase este lugar. Podría haberse preocupado por haber establecido un contacto más continuo conmigo y saber más de mi vida, de cómo me encontraba y de cómo me iba todo, de si necesitaba a un hermano mayor en algún momento. Sin embargo, cuando decidió irse de aquí y partir de cero, también lo hizo conmigo. Aunque ahora se arrepintiese de haberme dejado atrás con todos los demás, eso no arregla el daño que me hizo en un pasado y no podía fingir ser un hermano responsable y preocupado porque nunca lo había sido. Nunca me había llamado por teléfono o mandando un simple mensaje, así que eso de ser un buen hermano se lo había quedado por el camino. Y podía entender que estuviese ocupado, pero en mandar un simple mensaje tardas segundos, así que ninguna excusa me resultaba valida.

Iba a volver a emprender mi búsqueda de Dylan y Sofía cuando me di cuenta de que la cocina estaba más cerca de lo que creía. Bueno, en realidad tres chupitos más y otra cerveza para compensar no le haría mal a nadie, excepto a mi hígado.

Volví hacia aquel sitio y me bebí el líquido de mi vaso, rellené los tres mini-vasos de vodka y después, volver a rellenar mi vaso rojo de cerveza fría. No sé cuánto tiempo había pasado desde que habíamos llegado, quizás mucho, aunque para mí había sido poco pero con demasiadas emociones y noticias de por medio.

Primero la noticia de Dylan y Sofía liándose que a Caterine y a mí nos había creado un shock momentáneo; después, el enfado que me causó que un capullo me vertiese la bebida encima (aunque fuese mi hermano); y para terminar, la conversación con mi hermano, que había encendido mi ira aún más. A eso había que añadir que en mi cabeza solamente sabían volar pensamientos sobre Tahiel y Lucas que me provocaban un arrollamiento de sentimientos que ni si quiera yo sabía cómo ordenar y aclarar, aunque con la cantidad de alcohol que ya llevaba ingerida dudaba mucho a que hoy fuese a aclarar algo.

Nunca en la vida. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora