Capítulo veintidós. Enfrentamientos.

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—¡Dime de una maldita vez qué fue lo que escuchasteis! —me gritó Caterine mientras que me balanceaba; le aparté de un empujón y ella se cruzó de brazos.

—Te he dicho que se lo preguntes a él que me estás mareando. —contesté tirándome sobre la cama del hospital que estaba junto la de Tahiel.

Ayer tuvo Dan el encuentro con Miguel pero solo pudimos escuchar la mitad de la conversación, llegamos tarde porque Dan tiró uno de sus productos químicos y nos dejó inconscientes al menos media hora; por lo visto, los médicos estuvieron intentando reanimarnos durante todo ese tiempo y cuando volvimos en sí, lo primero que hicimos Dylan y yo fue salir corriendo de la habitación en busca de los dos pretendientes de mi amiga; Tahiel lo intentó, pero los médicos se negaban a que se levantase debido a que seguía bajo vigilancia médica ya que aún estaban poniéndole una medicación porque todavía estaba vomitando debido a la intoxicación.

Estaba más que comprobado que estos médicos eran unos incompetentes e inútiles.

—De todas formas lo que escuchasen saldrá mañana en el periódico de Dylan. —intervino Tahiel acomodándose en la cama. —Así que deja de agredir a mi cuidadora. —cogí la mochila de Caterine y se la lancé a la cabeza. —¡Y tú deja de agredir a tu paciente! —rodé los ojos.

—¡Eres una amiga nefasta! —pataleó la pelirubia. —Y ese científico perturbado... ¡Miguel se ha negado a tener la cita conmigo! —Tahiel y yo intercambiamos una mirada de preocupación.

Dylan y yo no escuchamos nada preocupante de la conversación pero todos sabíamos lo persistente que era Miguel respecto a la conquista de Caterine y que, después de una simple conversación con Dan, desistiera... Era raro y bastante alarmante.

—¡Ni si quiera me ha dirigido la palabra! Me ignora los mensajes y las llamadas y cuando me he colado en su habitación me ha empujado por el balcón, menos mal que sé parkour. —refunfuñó mi amiga echándose su pelo hacia atrás. —Años ignorándole y cuando decido tener una cita con él decide pasar de mí.

—Ten en cuenta que no es por decisión propia. —comentó Tahiel. —Hablaré con él, quizás consigo convencerlo para que te diga qué fue lo que le dijo Dan.

—Ese hombre... —mi amiga dio con su puño la palma de su mano izquierda. —Voy a matar cada una de sus células.

—¿Hará eso con todas tus citas? —me giré hacia la puerta y vi como Elías entraba con un paso elegante.

—Lo mataré antes de que estropeé otra cita más. —contestó mi amiga decidida. —¿Y tú qué haces aquí? —curioseó.

—Vengo a por mi querida Anne. No eres la única que ha decidido hacerse mujer y comenzar a tener citas.

—¡¿Qué?! —gritaron la pelirubia y el pelianaranjado a la vez. Ya me suponía esta reacción...

—¿Por qué tenías que decirlo con ese toque de sensualidad? —comuniqué cogiendo la mochila del suelo y girándome hacia ellos dos para enfrentarlos.

—¡¿Para eso me has llamado?! ¡¿Para que cuide a Tahiel?! ¡No puedo hacer de niñera en un momento como este! —se quejó Caterine.

—¡Estás tomando como ventaja mi estado de enfermedad para ganar la apuesta! ¡Rastrera! —acusó Tahiel.

—¿Apuesta? ¿Qué apuesta? —preguntó Elías.

—Mejor te lo explico por el camino. —agarré de su mano y lo alejé de allí antes de que esos dos nos encerrasen en aquella habitación sin dejarnos escapar.

Nunca en la vida. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora