Capítulo once. ''Síntomas''.

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Me estaba besando.

Tahiel me estaba besando.

Tahiel me estaba besando otra vez.

¡Maldita sea!

¿Qué le ocurre a ese chico en la cabeza? Sin duda alguna estaba intentando pegarme el virus que tenía para poder matarme; no era normal que esta vez sintiese el dolor de estómago más incrementado, más ganas de vomitar, un gran mareo y demasiados escalofríos por el cuerpo.

Seguramente tenía un virus mortal y quería arrastrarme con él hacia la muerte.

Lo peor de todo es que yo le estaba devolviendo el beso; ya van dos veces en las que se lo devuelvo. Y no es un beso delicado, todo lo contrario, es un beso agresivo, sensual y atractivo, como si nuestras discusiones y el odio mutuo que nos tenemos se filtrase a través de él; como si el beso pudiese destruir al otro en cuestión de segundos.

Mis oídos dejaron de estar tamponados y lentamente comencé a escuchar levemente a algunos estudiantes murmurar, los sonidos de los cubiertos sobre los platos o el ruido de las sillas del comedor moviéndose.

—Así qué esto es lo que tú y Tahiel le hicisteis pero que solo lo ignoró a él. —comentó Miguel. —Interesante...

—¡Os lo dije! —gritó de repente Dylan. —Era Lucas o Tahiel, aunque era normal que escogiese a Tahiel, llevan muchos más años conociéndose. ¡Esto va derechito a la portada del periódico y ocupará toda la sección romántica! —pude percibir el paso acelerado de Dylan alrededor de nosotros. —¡Exclusiva, exclusiva! ¡Que le den al noviazgo que tienen el de filosofía y la de matemáticas, esto es muchísimo mejor! —abrí los ojos abruptamente y me quité de encima a Tahiel de un empujón.

—¡¿El de filosofía y la de matemáticas están liados?! —gritamos Caterine y yo al unísono. —¡Pero si ella es zoofilica! —añadimos. Todos los presentes me miraron entre sorprendidos y de forma pícara.

—Joder. —miré hacia atrás y vi como Tahiel se frotaba la cabeza dolorido. —No puedes estar besando a un chico y de repente apartarlo tan bruscamente sin venir a cuento. —rodé los ojos.

—Te lo tienes bien merecido por besarme, otra vez. —apunté mientras que me levantaba del suelo. —Pero no te preocupes, ya sé cómo voy a vengarme. —Tahiel me miró desde el suelo con sus ojos entrecerrados.

—Tenemos que vigilarla. —les dijo a Lucas y Miguel que lo miraban con sorna. —¿Qué?

—La has besado. —comentó Miguel.

—Con efusividad. —añadió Lucas.

—Y ella te ha besado. —indicó Sofía.

—Os habéis besado. —finalizó Caterine.

Tahiel y yo intercambiamos unas miradas de confusión y... ¡Shit!

¡Nos habíamos besado delante de todos nuestros amigos! ¡Delante de la mitad de los estudiantes! ¡Delante del periodista del periódico escolar! ¡Todos habían visto como Tahiel me besaba y como yo le devolvía el beso! ¡Mierda, mierda y más mierda!

Seguramente ahora todos tenían una idea totalmente equívoca de nosotros; pensarían que estábamos liados o éramos pareja en secreto o que estábamos enamorados secretamente y por fin nos habíamos dado cuenta de nuestro amor.

Demonios.

¡Todo es culpa del pelo anaranjado ese! ¡¿Cómo se le ocurre volver a besarme y delante de todo el instituto?! ¡Que estamos en un sitio público! Dylan no nos iba a dejar en paz, querría que le contásemos nuestra historia de amor, de cómo y cuándo nos dimos cuenta de lo que realmente sentíamos el uno por el otro, nos preguntaría si seguiríamos peleándonos y nos haría una larga entrevista con muchísimas más preguntas la cual no tendría fin.

Nunca en la vida. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora