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N/A: La canción pueden reproducirla cuando empiece la letra❤️

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Ruggero se encargó de llevarme a cada museo y muestra de arte, grande o pequeña, que pudiera al día siguiente; durante horas me hizo cruzar la ciudad y moverme de un lado a otro sin descanso e incluso se había salido con la suya y me había conseguido una pequeña entrevista con un joven artista emergente que estaba resonando fuertemente en el mundo artístico, me había llevado a ver obras con las que solo había soñado poder apreciar en vivo y durante todo el día me había hecho sentir que nada más importaba. No paraba de decirme que este era mi sueño y que tenía que vivirlo cada vez que le decía que era demasiado, hacía mucho tiempo desde que yo había hecho algo referente a mi sueño por mí misma y ahora que lo hacía se sentía totalmente increíble.

-¿Estás lista para ir a casa?- preguntó sonriendo cuando salíamos de una muestra de arte.

-Sí, creo que si doy un paso más no podré caminar nunca más...- respondí recostándome a su hombro.

-No es así como planeaba que eso sucediera- me miró levantando las cejas haciéndome sonrojar casi violentamente antes de empujarlo y alejarme de él.

Desde la conversación que habíamos tenido la noche anterior sentados en el suelo de madera del apartamento, las cosas estaban un poco diferentes entre nosotros, había una especie de intimidad que antes no había percibido, él era mucho más abierto con respecto a ciertas cosas y sus toques habían dejado de ser inseguros o delicados para ser firmes y seguros; no le daba miedo decir comentarios con doble sentido o besarme de una forma totalmente desequilibradora frente a todo el mundo o en cualquier lugar, era totalmente descarado y aunque eso significara que mis mejillas se coloreaban a cada segundo y que mi corazón corría desbocado en mi pecho, me gustaba esta nueva actitud en él, me gustaba que se sintiera lo suficientemente seguro de mí.

Porque yo lo estaba de él.

Caminamos unos metros más para salir del boulevard y encontrar un taxi en las concurridas calles, no pasaban más de las tres de la tarde y todo parecía estar repleto de gente moviéndose de un lado a otro, empresarios en trajes, mujeres con niños y autos moviéndose y pitándose unos a los otros con vehemencia; a nuestro alrededor todo era un caos de gente y voces, ruidos y rapidez pero yo no podía sentirme más segura y tranquila con su mano entrelazada en la mía.

Detuvo un taxi en el medio de la calle y rápidamente nos subimos suspirando de tranquilidad cuando el aire acondicionado y la comodidad de los asientos nos invadieron, no recordaba cuando fue la última vez del día de hoy en el que estuvimos sentados; varios minutos después lo sentí moverse levemente a mi lado estirando las piernas y recostando su cabeza en mi hombro, lo miré sonriendo antes de levantar mi mano libre para jugar con los rulos que caían por su frente haciéndolo sonreír como un niño pequeño dejándome ver sus paletitas que comenzaba a adorar. El trayecto a casa fue silencioso y tranquilo, mi vista estaba perdida como siempre en el cielo romano y sus maravillosas ruinas mientras él descansaba a mi lado, y para cuando me di cuenta que estábamos llegando sentía cada parte de mi cuerpo relajado y alegre.

Luces de Roma [RUGGAROL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora