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Mis ojos parecían haberse quedado inmersos en los de él mientras con delicadeza su voz llenaba el lugar, sonreía tan ampliamente en la canción que parecía iluminar todo a su alrededor, casi sin darme cuenta me incline más sobre la mesa intentando ...

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Mis ojos parecían haberse quedado inmersos en los de él mientras con delicadeza su voz llenaba el lugar, sonreía tan ampliamente en la canción que parecía iluminar todo a su alrededor, casi sin darme cuenta me incline más sobre la mesa intentando absorber toda la escena frente a mí, las luces de navidad comenzaron a cambiar a unos ligeros tonos de azul y rojo con los primeros acordes del piano en el fondo, dándole a sus ojos marrones pequeños toques de luz creando en ellos mil constelaciones y haciendo que la mezcla de colores creara sobre tu piel una tonalidad violeta que ningún artista podría imitar sobre un lienzo.

Agaché la mirada levemente y sonreí al notar como todos en el lugar paseaban sus ojos de él a mí y de regreso, dejó de tocar su guitarra para señalar al cielo y luego a mi levemente, estaba tan sumergida en él y su voz que las vibraciones de la mesa debido a los constantes llamados en mi teléfono dejaron de importarme, parecía que solo existía él y para él parecía que solo existía yo. Su mirada se desvió al público durante varios segundos hasta que nuevamente giro a verme durante el coro, sentí el aire atorarse en mi pecho cuando dejó la guitarra a un lado y se puso de pie muy cerca del borde del escenario, su voz hacía un contraste perfecto con las melodías proveniente de los parlantes y eran como un susurro que lograba acariciarte hasta el alma, me miró fijamente y entonces pronuncio las últimas palabras de la canción.

-Dos extraños bailando bajo la luna, se convierten en amantes al compás, de esta extraña melodía que algunos llaman destino y otros prefieren llamar casualidad- volvió a tomar la guitarra para tocar los últimos acordes y finalizar así la presentación.

Durante unos segundos todo el lugar quedo en silencio antes de estallar en aplausos, me quede en mi lugar sin hacer nada hasta que unos segundos después comencé a aplaudir con el resto de las personas, Ruggero sonrió e hizo una leve reverencia antes de tomar su guitarra y bajar del escenario. Lo perdí de vista rápidamente entre tanto alboroto y gente acercándosele pero no me moví de mi lugar, necesitaba respirar antes de volver a tenerlo cerca; las vibraciones de la mesa anunciando una nueva llamada de William me trajeron de regreso a la realidad, tomé el teléfono en mi mano y observe la foto que tenía de él, salía sonriendo con una mueca graciosa y suspiré ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil cuando se trataba de él y su familia?

-Hola- atendí, el ruido de risas, una televisión encendida y conversaciones llenó el lugar impidiéndome escuchar con claridad.

-¿Karol? ¿Estás bien? ¿Dónde estás? No puedo escucharte- dijo alzando la voz obligándome a separar el teléfono de mi oreja.

-Dame un segundo- mire a mi alrededor buscando una salida y al encontrarla me puse de pie rápidamente y salí sin tomar el abrigo ni nada. -¿Puedes oírme ahora?- pregunté una vez en la acera.

-Sí, un poco ¿Dónde estás? Hay demasiado ruido para ser casi las diez de la noche- se quejó y rodé los ojos.

-Salí a despejarme, ¿Qué quieres, Will?- el tono de fastidio que utilicé me sorprendió y descolocó por completo, nunca le había hablado de esa manera.

Luces de Roma [RUGGAROL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora